Marta Mejía, de 66 años, se dedica a trabajar en los oficios de lavar, planchar y limpiar casas particulares. El dinero que gana por sus servicios lo destina a la compra de alimentación y algunos medicamentos para su hijo, quien padece de Alzheimer.
La mujer y su hijo Raúl Neftaly Joya Mejía, de 28 años, viven en el caserío El Limón del cantón La Chorrera en el municipio de Santa Rosa de Lima, La Unión. Ella es la única persona que genera ingresos económicos para poder subsistir.
Como madre, su gran anhelo es que su hijo aprenda a leer, escribir y a firmar para que, cuando ella le falte, nadie lo pueda engañar. Pero sus sueños de que Raulito, como le dice cariñosamente, vaya a la escuela están fuera del alcance de sus posibilidades, debido a que la única escuela de Educación Especial está en la ciudad de La Unión.
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Martha manifestó que ya averiguó con algunas escuelas normales en Santa Rosa de Lima y nadie se lo quiere aceptar.
“Eso me entristece, lo único que me queda es viajar hasta La Unión y para eso no tengo dinero para pagar los pasajes y llevarlo, tendría que perder la mañana de trabajo para estar con él en la escuelita, porque es un niño hiperactivo e inquieto”, relata.
Cada vez que va a trabajar lleva a su hijo y dice que la ración de comida que le dan a ella se la da Raulito. “Cuando llego a trabajar a un lugar y me dan la comida, se la doy a mi niño, primero que coma él, si acaso le sobra, como yo”, cuenta.
Hay días que viaja a San José de la Fuente a lavar ropa y cuando lava tres docenas le pagan $6, de eso paga $3 por el pasaje de ambos y lo demás que le queda lo ocupa para comprar las tortillas o huevos.
Por su misma situación económica dejó de llevar a su hijo a los controles médicos en San Salvador. Tiene el control en el hospital de Santa Rosa de Lima y asegura que los médicos son excelentes en la atención que le dan, pero hay meses que no tienen en existencia algún medicamento especial y le toca a ella ver la forma de ahorrar para comprar las medicinas.
En las situaciones difíciles que enfrentan Marta y Raúl encontraron el apoyo de una persona altruista: Óscar Joya López, quien les ha dado un pequeño espacio de su casa para que vivan sin pagar alquiler.
“Los conocí cuando venían cargados con una ropa de lavar, los llevé a la casa para que conocieran y que si ella quería le daba un pequeño cuarto; a veces, cuando ella puede, me da para el gasto de energía, pero cuando no, eso no es problema”, agrega Joya.
Él asegura que su solidaridad se debe a que ya pasó muchos años rodando solo sin ningún apoyo y ahora con lo poco que tiene, como su casita y el trabajo, decidió apoyar a Marta y a Raúl.
Pero si alguna otra persona o institución quiere ayudar, puede contactar a Marta al 7471 0848.