Un tal Gerardo Polío Rivera, alias Colmillo, informó al grupo de exterminio (y sicariato) Paz o Muerte, que en el caserío Valle de La Jícama, del cantón Rodeo de Pedrón, municipio de San Rafael Oriente, departamento de San Miguel, había un hombre que colaboraba con una pandilla, que lo tenía ubicado y que era un objetivo al que le podían sacar mucho dinero.
El objetivo al que se refería Colmillo era Pedro Antonio Portillo Campos quien, en enero de 2020 cuando lo asesinaron, tenía 44 años. Era profesor y, según su familia, estaba feliz porque aunque se había graduado en 1999 fue hasta el 2019 que le salió plaza en el centro escolar del cantón Candelaria, municipio de San Jorge.
Cuando no estaba preparando sus clases o en las aulas, Pedro estaba en sus cultivos. Era uno de los cultivadores de jícama en el lugar donde vivía: el Valle de la Jícama.
Una vez que Colmillo dio todos los detalles sobre el objetivo, se organizó el “operativo” en el que participaron 13 hombres, incluyendo a Polío Rivera como guía y un policía, contra quien este martes inició el juicio en su contra por participar en el homicidio de un ingeniero electricista, el 3 de enero de 2021, en el municipio de Usulután.
Desde ayer, el agente policial Agustín de Jesús Rivas López enfrenta la audiencia de vista pública o juicio en un juzgado de sentencia de San Miguel, por su posible participación en el homicidio de Jared Baltasar Argüello García, quien era un ingeniero electricista, empleado de una empresa distribuidora de energía eléctrica y secretario general del Sindicato de la Industria Eléctrica de El Salvador.
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El policía Rivas López también participó en el homicidio contra el profesor Portillo Campos, según investigaciones de la División Elite contra Crimen Organizado de la Policía Nacional Civil (PNC) y de la oficina en Usulután de la Fiscalía General de la República (FGR).
El “operativo policial”
Aquel 9 de enero de 2020, para ir a matar al profesor Pedro Antonio Portillo Campos, el grupo de exterminio “Paz o Muerte” utilizó dos carros particulares (un pick up negro, doble cabina rentado, y una camioneta roja, propiedad de uno de los delincuentes) para trasladar a los 13 asesinos, entre los cuales iban varios policías, incluyendo Rivas López.
Tres se vistieron con uniformes camuflados, similares a los que usan los Jaguares (Unidad Táctica Especial Policial, UTEP), siete más se visten con uniformes policiales azules y tres más con uniformes militares.
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Gerardo Polío Rivera, Colmillo, era el encargado de guiarlos hasta la casa de la víctima. cuando llegaron rodearon las dos casas que hay en el inmueble. Tocaron la puerta de una casa y dijeron que eran policías. La puerta fue abierta.
En la sala de estar de la casa había tres mujeres y dos hombres, incluyendo el objetivo, es decir, Pedro Antonio. Uno de los delincuentes les dijo que llevaban orden de allanamiento porque tenían información que en esa casa había armas de fuego ilegales.
Entraron cuatro delincuentes, incluyendo el policía Rivas López, alias Eléctrico.
Les dijeron a los moradores de la vivienda que si tenían prendas de valor y dinero en efectivo, lo sacaran porque iban a registrar la casa. Preguntaron si tenían armas y las víctimas les dijeron que no.
Una de las mujeres entró a un cuarto y sacó dinero en efectivo y prendas de oro, entre pulseras, anillos y cadenas de oro. Entre las cadenas destacaba una muy gruesa que tenía un águila como dije.
Uno de los delincuentes le dice que coloque las joyas, el dinero y los celulares sobre una mesa. El testigo criteriado y el policía Rivera López registraron todos las habitaciones pero no hallaron nada más de valor.
Una de las víctimas pidió que la dejaran usar un teléfono para comunicarse con policías del puesto de San Rafael Oriente, pero los delincuentes les dijeron que no, que los dejaran hacer su trabajo.
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Luego procedieron a esposar al profesor, solo a él, de las cinco personas que estaban en la casa. Los delincuentes metieron todas las joyas, el dinero y los celulares en una mochila, sacaron al profesor y lo subieron a un pick up rumbo a una quebrada donde lo mataron a balazos, según las investigaciones.
Luego se retiraron todos con la confianza de que en la carretera no encontraría obstáculos, pues tenían personas que les estaban informando sobre desplazamientos de policías en el sector.
Luego se fueron a la casa de donde habían partido a cometer el homicidio y el robo, se quitaron los uniformes, decidieron que el dinero en efectivo lo dejaría destinado para alquilar más vehículos para posteriores “operativos".
Las joyas de oro fueron vendidas al siguiente día y se repartieron el dinero entre todos los que habían participado; con los teléfonos, nueve en total, fueron entregados a algunos de la banda.
Contra Gerardo Polío Rivera hay una orden de captura, del 5 de mayo de 2022, girada a la Interpol para que procedan a la su captura pero hasta el momento él sigue en libertad.