Comparar la forma de tomar decisiones entre dos presidentes es un parámetro para comprender si sus formas de gobernar tienden a ser democráticas o no. Gabriel Boric, en seis meses como presidente, ha demostrado tener la capacidad de escuchar los mensajes que provienen de la población chilena, aceptar sus errores y enmendar.
El cuatro de septiembre, el pueblo de Chile, en las urnas, rechazó la propuesta de nueva Constitución impulsada por el gobierno de Boric. El joven presidente comprendió el mensaje de la población y tomó la determinación de actuar sobre ese mensaje y una de sus primeras acciones fue cambiar a figuras de su gabinete.
Ese tipo de acciones son poco visibles en la forma de gobernar de el presidente de El Salvador, Nayib Bukele. En no pocas ocasiones han sido públicos los casos de corrupción que involucran a figuras del gabinete salvadoreño. Por ejemplo, funcionarios cercanos al presidente son parte de la lista Engel, en la que el gobierno de Estados Unidos les señala por actos de corrupción, obstrucción de la justicia o por debilitar la democracia. Algunos de ellos: Rolando Castro, ministro de Trabajo y Carolina Recinos, comisionada presidencial, entre otros.
Paola Alemán, periodista salvadoreña que reside en Chile desde hace más de seis años, pese a creer que el presidente Bukele y Boric son comparables por tomar el poder tan jóvenes y generar expectativas importantes en sus países, observa formas diferentes de gobernar entre ellos.
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“El respeto a la constitución chilena que, aunque últimamente ha estado muy discutida, se está cumpliendo y estamos viendo una situación que en El Salvador es muy diferente”, expone.
Explica, además, que Nayib Bukele, al contrario de Boric, debilita la democracia apoderándose de instituciones al servicio del oficialismo y poniendo a la cabeza a personajes cuestionados de la política salvadoreña. Por ejemplo, cuando el partido de Nuevas Ideas obtuvo mayoría en la Asamblea Legislativa, tras las elecciones del 2021, perdieron independencia instituciones como la Fiscalía General de la República, que se encontraba realizando investigaciones que involucraban a funcionarios del gobierno en turno.
En contraste, Gabriel Boric usa las facultades que le ha dado la democracia para remover a funcionarios de su gabinete, incluso, sin tener indicios de actos de corrupción y solo por la duda razonable que surge del descontento de la población chilena, algo que Boric parece sí tomar en cuenta en sus decisiones.
Algunas de las personas que fueron sustituidas del gabinete chileno fueron claves dentro de la campaña presidencial de, entonces, candidato Boric. Por ejemplo, Izkia Siches, exministra del Interior y Giorgio Jackson que, según medios internacionales, es un viejo amigo del joven presidente. Jackson estaba a cargo de las relaciones con el Parlamento, ahora será ministro de Desarrollo Social.
Los cambios en la estructura del gobierno de Boric surgieron tras la negativa a la propuesta, sometida a plebiscito, en donde el rechazo ganó con el 61,87 % de los votos y solo el 38.13 % aprobó la iniciativa. Gabriel Boric dijo, en un mensaje televisivo, que “el pueblo chileno no quedó satisfecho con la propuesta de Constitución y, por ende, ha decidido rechazarla de manera clara en las urnas”.
Cuando en El Salvador, el presidente Bukele ha tomado innumerables decisiones que trastocan las líneas constitucionales, jamás lo ha hecho a través de una consulta a los salvadoreños. Entre ellas se encuentran: Ley Bitcoin y el régimen de excepción, con cada una de sus prórrogas. Alemán concluye en que Nayib Bukele y Gabriel Boric pueden medirse en la misma escala, pero ese punto en particular siempre determinará la diferencia.
Gobernar con y sin perspectiva de género
El presidente Gabriel Boric, desde su campaña, mencionó que para él era importante y necesario tener una agenda feminista. Desde que inició su gestión, de las 24 carteras de Estado, 14 cuentan con asesoras de género. Cumpliendo con uno de los compromisos que asumió mientras pedía el voto de los chilenos. Además, de los 24 ministerios de Chile, 14 están liderados por mujeres.
En cambio, en el gobierno del presidente Nayib Bukele, en El Salvador, solo seis de los 16 ministerios están liderados por mujeres, y en los viceministerios, que son 23, solamente hay cinco cargos ocupados por mujeres.
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Esto pese a que, durante su campaña, en el Plan Cuscatlán, base de la propuesta gubernamental, en el apartado de “Fortalecimiento de mecanismos de igualdad de género'', se comprometió a dar continuidad y mejorar el programa de Ciudad Mujer, que estaba regida por la Secretaría de Inclusión Social. Sin embargo, entre las primeras decisiones de la gestión de Bukele fue eliminar esa secretaría.
Aunque Gabriel Boric y Nayib Bukele comparten aspectos como ser los presidentes más jóvenes en la historia de sus países, pertenecer a la generación de los millennials y mostrarse como personas que se alejan de la política usual, lo cierto es que su forma de gobernar es totalmente diferente.
En una entrevista realizada, antes de convertirse en presidente de Chile, Gabriel Boric dijo sentirse muy lejos del presidente Bukele y consideró su estilo “un autoritarismo populista que destruye instituciones”. En otra entrevista, reciente publicada por la revista TIME, el presidente Boric, además, dijo “no me siento muy identificado con la forma en que Bukele está liderando su gobierno”.
Paola Alemán resume que Nayib Bukele, a El Salvador, le ha dejado la percepción de que hubo un cambio y es el país más seguro. Sin embargo, aspectos como que no exista una ley de acceso a información pública en donde se puedan recabar datos fidedignos significan un grave retroceso.
Además, afirma que la sensación que Nayib Bukele está dejando en los países que tienen una estructura de respeto a los derechos humanos es "que en El Salvador no está pasando algo bueno y a nivel internacional está dejando más preguntas que respuestas”, relata.
En contraste con lo que está sucediendo en Chile, para la periodista “la democracia lo es todo y mientras el gobierno chileno, ya sea el de Gabriel Boric o el que venga, respete el Estado y lo que el pueblo ha dicho en la urnas, por ejemplo el 4 de septiembre, el camino a la democracia sigue trazado”. Y concluye con el contraste cuando un gobierno no respeta las decisiones del pueblo es cuando se dan las pautas para que el autoritarismo crezca y la gente lo normalice.