En los alrededores del Centro Penal La Esperanza, en la calle a Mariona, Mejicanos, se ha instalado un campamento improvisado desde hace algunas semanas: son personas que llegan al centro de detención en busca de información de sus familiares, o esperando la liberación de los mismos.
Decenas de estas personas son madres de familia y esposas de los detenidos, muchas de ellas provenientes del interior del país.
Decenas de madres de familia y esposas de detenidos durante el régimen de excepción pasan los días y las noches a la espera de que su pariente salga por las puertas del penal de Mariona
Al cuestionar la razón por la que deciden quedarse a dormir fuera del penal, responden que es más barato y que desconfían de la información que les da la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos y la Fiscalía, en cuanto al proceso judicial de su familiar .
Las madres de familia logran solventar su estadía con dinero que les dan otros familiares, ahorros o donaciones de alimentos de personas altruistas que llegan en horas de la noche. Las mujeres, muchas de avanzada edad, son trabajadoras domésticas, operarias, comerciantes informales y amas de casa, entre otros oficios.
En este lugar, las mujeres sacan su lado más solidario al compartir comida, cartón, un pedazo de acera o incluso dinero para sobrevivir; también, mantienen mucho apoyo moral ante las constantes advertencias que les lanzan los custodios de la entrada del penal cuando la aglomeración se sale de control, pues las amenazan con negarles la lista de liberados, enviarles a miembros de la Unidad del Mantenimiento del Orden o gas pimienta, e incluso frustrar la liberación de los detenidos.
María (nombre ficticio), quien accedió a ser entrevistada sin ahondar en sus datos personales ni de su hijo por temor a recibir algún tipo de represalias, viajó a Mariona desde Sonsonate hace más de 12 días. Decidió quedarse y desde entonces está vigilante afuera del penal.
Con 60 años de edad, María asegura que, el día de la detención de su hijo, él se preparaba para ir a almorzar con ella y que nunca llegó. A los pocos minutos fue avisada de la captura y empezó a movilizarse como pudo para conocer la situación de su hijo. Luego, cuando 15 días después supo que él fue trasladado a Mariona, decidió quedarse de forma permanente fuera del centro penitenciario.
“En ningún lugar me dan información, ni en la Procuraduría. Me quedo aquí para estar pendiente de cuando salga libre”, comentó.
La sexagenaria mujer, con notorio cansancio, asegura que lo único que le queda es velar el sueño de su hijo desde afuera. “Uno es mamá para toda la vida”, reflexionó.
Hasta el pasado 5 de mayo, alrededor de 300 personas durmieron afuera de Mariona, pues fueron avisadas que detenidos de los primeros días del régimen serían liberados.
Hasta la 1 de la mañana del 6 de mayo, solo habían liberado a nueve detenidos.
Entre amenazas de suspender la liberación si medios de comunicación estaban presentes y si no se guardaba orden en la entrada, dos mujeres jóvenes tomaron la iniciativa como líderes, para mantener el orden.
Días previos, Marta, una trabajadora doméstica originaria de Ciudad Arce, también durmió en Mariona. “Aquí no se ve el hijo de ningún rico, solo de pobres”, comentó, en una conversación con otras mujeres.
El hijo de Marta trabaja como operario en una empresa de Ciudad Arce. Fue detenido cuando se dirigía a su hogar luego del trabajo.
SECUENCIA DE IMÁGENES: Agente de Policía agrede a mujer durante traslado de reos en "El Penalito"
Marta protesta también por la falta de información. Dos mujeres con las que conversó por la tarde le suplicaron que estuviera pendiente de si salían sus hijos, Aleida y María Luz; incluso le ofrecieron algún tipo de apoyo en dinero para pasar la noche; pero Marta se negó a aceptar dicho dinero y, con disposición abierta, aceptó recibir los datos de los hijos de las otras mujeres.
En total, Marta asegura que tiene en su lista de contactos y en físico alrededor de 30 números de mujeres que les han pedido que avise, en caso de cualquier novedad.
“Uno sabe que ellos son capturados injustamente”, comentó, cuando se le preguntó qué la hizo tomar la decisión de quedarse fuera de Mariona. Igual que María.
Por otro lado, Luisa (nombre ficticio) viajó desde Zaragoza a esperar la liberación de su hijo. Hasta el pasado 6 de mayo, tenía cinco días de dormir en una silla enfrente del penal.
“Ellos juegan con los sentimientos de una, aquí hay muchos inocentes, que los han capturado solo por cumplir una cuota”, dijo. “Si aquí hay desorden es culpa de ellos, porque ni un megáfono tienen para que todos escuchemos la información que dan “, agregó.
Luisa a diario sufre problemas de presión, sus pies están hinchados, pero asegura que la fe en la inocencia de su hijo le da fuerzas para seguir esperando.
En los alrededores del penal, durante el día y la noche, hay círculos de oración y de alabanza, que aseguran las mujeres cristianas les da fortaleza en la espera, pues creen que la justicia se las dará Dios, cuando se compruebe la inocencia de sus familiares.