A sus 46 años, Fátima Carolina Gómez enfrenta dos situaciones dolorosas: tiene un hijo injustamente encarcelado bajo el régimen de excepción, capturado por militares, y sufre dos tipos de cáncer; uno de estos, detectado hace un mes y aún sin tratamiento debido a la lentitud del sistema de salud salvadoreño.
Mientras relata cómo el régimen de excepción le arrebató a uno de sus hijos. Con disimulo, Fátima sopla suavemente su mama izquierda o, a veces, con una mano se la palpa, como haciendo un suave masaje. Con ello trata de aplacar el calor que siente en el pezón y el dolor que le causan los dos tumores que recién le detectaron mediante ultrasonografías en una clínica particular de Sensuntepeque.
Fátima vive en el barrio San Antonio, del municipio de Victoria, departamento de Cabañas, misma ciudad donde el 3 de mayo de 2022, un grupo de militares le capturó a su hijo, Epifanio de Jesús Perdomo Gómez, quien padece de diabetes tipo 2, y para lo cual requiere inyectarse insulina, dos veces al día, según constancias médicas.
Eran como las 2:00 p.m. de aquel 3 de mayo, cuando Epifanio regresaba de trabajar. Un grupo de militares, entre ellos uno conocido del pueblo, a quien identifican como el coronel Carlos Alejandro García Rodas, lo capturó.
Casualmente, Porfirio, el padre de Epifanio, vio cuando lo tenían los soldados con la mano en la nuca, con la cara hacia una pared. En ese mismo momento también retuvieron a un miembro de pandilla, pero, inexplicablemente, a este último lo dejaron libre luego de un ligero registro.
A Epifanio se lo llevaron al puesto policial para indagar en bases de datos si era pandillero. No le encontraron nada, según afirma Fátima, quien para entonces ya sufría cáncer en el oído izquierdo.
Cuando Fátima y Porfirio, el padre de Epifanio, supieron que no le aparecía ningún registro en las bases policiales, creyeron que hasta allí llegaría el susto. Pero no. El mencionado militar se lo llevó para Sensuntepeque.
Cuando ambos padres lo cuestionaron por qué se lo llevaba si no tenía vínculos con pandillas, el oficial les dijo que solo lo tendrían unos 15 días y que luego volvería a casa.
Fátima dice que solo atinó a decirle al militar, de quien asegura es hijo de un conocido del pueblo, que Epifanio no era ningún esquinero, ni marihuanero y menos pandillero, que su único vicio era trabajar para sus dos hijas. Pero de nada valió.
Aquellos 14 días de los que habló el coronel se volvieron 16 meses en los que Fátima no sabe absolutamente nada de su hijo. Y su temor es que su enfermedad se agrave pues en alguna ocasión, cuando estaba recluido en el penal de Quezaltepeque, una custodia le dijo que no había insulina para los diabéticos.
“Es bien difícil para mí no saber cómo está él allá adentro (del penal). Esa angustia es lo que más me mata. Es muy doloroso eso”, dice Fátima
De acuerdo con una constancia médica, Epifanio necesita ser inyectado con insulina humana Isofana NPH-ADN todos los días, antes del desayuno y antes de la cena.
Epífanio padece de diabetes desde finales de enero de 2022, luego de sufrir un accidente laboral mientras trabajaba como albañil, en la construcción de muros del cementerio municipal de Victoria.
Documentos médicos del hospital de Sensuntepeque indican que para el 7 de junio de 2022 tenía que ir a que le entregaran medicina, pero no pudo ir por falta de libertad. Para esa fecha hacía un mes y cuatro días que un grupo de soldados lo había capturado de manera arbitraria, según Fátima.
Ella dice que en los más de 16 meses que su hijo lleva encarcelado bajo el régimen de excepción, le ha ido a dejar unos siete paquetes con pocas cosas porque su capacidad económica no le permite llevarle de todo cuanto permite el sistema penitenciario.
“Sabemos que está vivo porque le voy a dejar paquete y los custodios dicen que allí está. Hace un mes una custodia me dijo que necesitaban insulina porque no hay”, detalló Fátima.
En septiembre de 2022, con la ayuda de la Asociación de Derechos Humanos Tutela Legal Doctora María Julia Hernández, Fátima presentó un recurso de hábeas corpus o exhibición personal (revisión de la legalidad de una detención y proceso) ante la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema, en el que alegaba que la captura de Epifanio era arbitraria. “Mi hijo Epifanio de Jesús Perdomo Gómez no posee ningún tatuaje en su cuerpo, además no pertenece a ningún grupo criminal. La detención de mi hijo fue ilegal y arbitraria...”, expuso Fátima en su solicitud a la Sala, sin que a la fecha, exactamente un año después, ese tribunal le haya respondido.
En su lucha por lograr la liberación de su hijo, actualmente preso en el penal de Izalco, departamento de Sonsonate, Fátima asegura que, a pesar de su lucha contra el cáncer en el oído, ella ha asistido a todas las marchas que familiares de personas inocentes detenidas bajo el régimen de excepción, han organizado en San Salvador.
Sin embargo, asegura que por primera vez no asistirá a la marcha convocada para el próximo 15 de septiembre, en San Salvador, porque se cansa demasiado, los mareos son más frecuentes y teme sufrir alguna caída o accidente al viajar en transporte colectivo.
Un cáncer más... desde hace un mes
Como si fuera poco el sufrimiento de su cáncer en el oído izquierdo y la incertidumbre de no saber si dentro de la prisión, su hijo recibe las dosis de insulina que necesita a diario, si realmente está vivo o está muerto, o si está hospitalizado, una mañana de principios de agosto, se sumó otra dificultad.
Fátima cuenta que amaneció con un fuerte dolor en la mama izquierda y al examinarse notó que gran parte estaba rojiza. Nunca antes había sentido malestar que la alertara. Fue de repente.
Poco pudieron hacer por ella en la unidad de salud de Victoria. Allí solo le dijeron que podía ser cáncer y la refirieron al hospital de Sensuntepeque, donde la verán hasta el 25 de septiembre próximo.
En vista de que la consulta en el hospital de Sensuntepeque se la dejaron para más de un mes, Fátima buscó hacerse una ultrasonografía en una clínica privada de Sensuntepeque.
El resultado fue que tenía dos tumores de 8 y 11 centímetros. Allí también le dijeron que el cáncer también le ha afectado ya otra parte del cuerpo y que era urgente que le hicieran una biopsia, esto es, la extracción de una muestra del tejido de la mama.
Por el cáncer del oído, Fátima está en tratamiento en el Hospital Nacional Rosales, donde le suministran un tratamiento de quimioterapia vía oral, asegura, lo cual la ha obligado a usar peluca en algunas ocasiones. El pasado 9 de agosto, cuando le tocaba viajar al Rosales a traer su nuevo tratamiento, no pudo hacerlo, pues ese día acudió a la clínica de Victoria por lo de la mama.
Fátima asegura estar preocupada porque al 25 de septiembre, cuando acuda a la cita médica, habrán transcurrido casi dos meses desde que la mama izquierda le amaneció roja y con mucho dolor.
Victoria, castigado por el régimen de excepción
Pobladores de este municipio del departamento de Cabañas aseguran que los militares han cometido muchos abusos contra personas que no tienen vínculos con pandillas, a quienes mantienen encarceladas injustamente.
Uno de los casos más conocidos fue la captura de seis líderes comunales a quienes se les acusa de un supuesto delito cometido durante la guerra de los años 80, pero que, igual, les aplicaron el régimen de excepción a pesar de que es un caso que no tiene vinculación con grupos de pandillas.
En un cantón del mismo municipio, a mediados de mayo de 2022, Juan Carlos Guardado Escobar, activista de Nuevas Ideas, fue arrestado arbitrariamente por militares. Este hombre fue puesto en libertad semanas después de que su captura fuera denunciada por familiares y amigos.
Mientras que de Sensuntepeque, municipio vecino de Victoria, era originaria una de las primeras víctimas inocentes que el régimen de excepción se cobró.
Óscar Alfredo Pocasangre Gallegos fue detenido el 15 de abril de 2022 en Sensuntepeque, por policías de esa localidad. Cinco días después murió en el penal de Mariona, donde había sido trasladado a pesar de los insistentes ruegos de su madre, en favor de Óscar, quien padecía de discapacidad mental desde 1999.
El cadáver de Pocasangre Gallegos presentaba múltiples lesiones en brazos, piernas, rostro y cráneo. Su familia aseguró que la víctima nunca perteneció a pandillas.