La aparente calma con la que amanece el río Acelhuate no es la misma al finalizar el día. De noche, el Acelhuate cobra vida, se libera, sale de su cause y sobrepasa el nivel acostumbrado. Es tanta la fuerza de sus aguas que mantiene en zozobra a los habitantes de la lotificación Santa Julia, de Ciudad Delgado.
Son 15 familias las que habitan estas tierras, entre niños, jóvenes, adultos y ancianos. Los primeros en llegar lo hicieron mucho antes de 1980, así lo recuerda Francisca Viuda de González, que llegó en el 84.
La mujer de 73 años hace memoria de cómo el Acelhuate ha ido ganando terreno.
En la tormenta Amanda, en el 2020, el río se desbordó, se llevó consigo un tramo de tierra que servía como calle para acceder al puente, ahora Francisca camina vacilante por una vereda rogando no caer al vacío.
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El puente que se tambalea sin escrúpulos, agarrado de unos cables oxidados y con unas tablas que hacen el camino, fue construido, en un inició, por el dueño de la lotificación y con mano de obra de los habitantes, mismos que le han venido dando el mantenimiento por años, pero que ahora solicitan intervención de las autoridades para repararlo.
Cecilia, hija de Francisca, tiene 52 años, llegó a la comunidad de 12 años de edad y solicita, les resuelvan el problema
“Cada tormenta estamos en preocupación porque el río crece y se llena todo, da miedo la verdad”.
A Cecilia le toca caminar por el puente a oscuras, cuando se dirige a trabajar y cuando regresa a su casa, ya que en el trayecto de la colonia Hernández, único acceso, a la lotificación no hay alumbrado.
Para Agustín Medina, de 65 años, las tormentas se le convierten en tormento.
Tiene 35 años viviendo en el lugar y los inviernos le toca pasar en vela por la creciente del río.
Su casa, construida de lámina, está a la orilla del río, es la primera que se aprecia al cruzar el puente, y es evidente como el Acelhuate ha ido minando el terreno.
“Esto es una amenaza de cuanto ha minado el río. Hay una zozobra cada vez que el río llena, nos llenamos de pánico, de miedo. Nos desvelamos esperando que el río llene porque no nos podemos arriesgar a dormirnos y que nos lleve”, confirmó Agustín.