Una llamada telefónica, cerca de las diez de la noche del pasado 28 de diciembre, alertó a la familia García de la peor noticia: Brenda no aparecía por ningún lado. A sus 37 años, ella trabajaba como enfermera en una clínica del Instituto Salvadoreño del Seguro Social, de la colonia Zacamil, en el municipio de Mejicanos.
Alrededor de las 11 de la mañana de ese día, Brendali, como la conocían sus cercanos, y un grupo de aproximadamente ocho personas se embarcaron a bordo de un yate privado para departir en las aguas de la costa de La Paz. Esto es confirmado por familiares y personas que los vieron zarpar. El plan era visitar los bancos de arena del Estero de Jaltepeque, cerca de la Costa del Sol. Eso es todo lo que su familia sabía.
Lo que sucedió entre ese momento y el final de la tarde del 28 de diciembre, no está del todo claro. La familia de Brenda lo ha ido reconstruyendo a partir de retazos de historias y recuerdos que les cuentan meseros, lancheros y pescadores de la zona en la que ella desapareció. La familia declara que lo único que esperan que las investigaciones revelen toda la verdad.
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Denuncia
La familia de Brenda interpuso la denuncia por su desaparición el 29 de diciembre y a la vez iniciaron un proceso de búsqueda por su cuenta.
La labor para encontrarla comenzó de inmediato, y la familia tuvo que invertir entre $300 y $500 por día para movilizarse en lancha sobre las poco profundas aguas del Estero de Jaltepeque.
Según expresó una de las hermanas de Brenda, durante una conversación con un equipo de El Diario de Hoy, con el pasar del tiempo lo único que esperaban, con resignación, era encontrar el cuerpo de la joven “para darle cristiana sepultura”.
A la exhaustiva e incansable búsqueda de Brenda se sumaron patrullas de la guardia costera, personal de Protección Civil, agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) y familiares de la víctima. Sin embargo, los esfuerzos no daban resultados.
La rutina de los García había cambiado durante los últimos días, pues la familia de Brenda se dedicó de lleno a buscarla por cielo, mar y tierra.
Con ayuda de un drone, en lancha y caminando por las islas del Estero de Jaltepeque, la familia García se mantuvo “al pie del cañón” junto a las autoridades para cumplir su único objetivo, encontrarla.
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Como era usual en los últimos días, la familia se reunió puntualmente a las 9:00 am del día 4 de enero en las costas del Estero de Jaltepeque para continuar la búsqueda.
Equipados con lámparas, botellas de agua, calzado cómodo y con el corazón cargado de esperanza en obtener resultado, los familiares se embarcaron hacia la búsqueda sin imaginar que esta vez sí obtendrían la respuesta a sus súplicas.
Tras casi 2 horas de rastreo en las aguas, pantanos y manglares alrededor del Estero de Jaltepeque, una de las mujeres de la familia recibió una repentina llamada que cambió el panorama.
Una semana exacta transcurrió desde la desaparición de Brenda hasta el día en que, sin esperarlo, consiguieron dar con su paradero. Para la familia, la incertidumbre llegó a su fin, pero comenzó el dolor de la confirmación de la muerte de la joven.
Al teléfono estaba (según susurraron los dolientes) la asistente del abogado de la familia, informando sobre el hallazgo de un cuerpo femenino en Sonsonate, con características físicas similares a las de la joven desaparecida.
Por desdicha para la familia, el hallazgo de ese cuerpo se reportaba a más de 150 kilómetros de distancia , es decir, en Playa Dorada, Sonsonate.
De inmediato, la familia García emprendió camino, mismo que parecía ser eterno hasta llegar al lugar del hallazgo.
Cerca de las 3:00 de la tarde del 4 de enero, la familia llegó a la zona en donde se encontraban autoridades de medicina legal, la PNC y la Fiscalía General de la República procesando la escena.
Según los relatos de los lugareños, cerca de las 10:00 u 11:00 de la mañana del mismo día, un pescador reportó a las autoridades el avistamiento del cuerpo de una persona en las corrientes de Playa Dorada.
Ante la alerta del hallazgo, lapolicía atendió el llamado del pescador y juntos se adentraron en las aguas de dicha zona.
Los rumores de los lugareños dejan en evidencia que el trayecto para llegar hasta donde se encontraba el cuerpo de la mujer, era de casi 30 minutos mar adentro.
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Tras la localización del cuerpo, éste fue trasladado en una lancha pesquera hasta la orilla de la playa.
Acordonada la zona, los familiares no tuvieron más que esperar a que las autoridades realizaran la revisión del cuerpo.
Un par de horas más tarde, cuando el atardecer se aproximaba, uno de los encargados de procesar la escena, se dirigió hacia una de las familiares de Brenda para dar paso al reconocimiento.
A unos metros del área acordonada, la familia aguardaba por la respuesta.
El color naranja del atardecer convertía la escena en un momento triste y conmovedor.
A lo lejos, se observaba cómo una de las hermanas de Brenda se acercaba al cuerpo para verle. No fueron necesarias las palabras para saber que, en efecto, se trataba de la jóven. Los gestos de su rostro lo dijeron todo.
De inmediato, personal del Instituto de Medicina Legal (IML) procedió a colocar el cuerpo de Brenda en una bolsa blanca para ser trasladada en los vehículos oficiales de la institución.
Colocado el cadáver en el pick up blanco, característico de Medicina Legal, agentes de la PNC y representantes de la Fiscalía General de la República informaron a la familia que el cuerpo de la joven enfermera sería sometido a una autopsia para determinar el hecho y causa de muerte.
Mientras tanto, la familia García se resigna a la muerte de Brenda y espera que los hechos ocurridos sean esclarecidos.
Brenda deja a un adolescente en la orfandad. Se espera que en los próximos días se realice su sepelio.