María, de 31 años de edad, fue capturada por agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) el pasado 12 de abril, en el contexto del régimen de excepción ordenado por el presidente Nayib Bukele.
Su familia pide a las autoridades que la joven sea liberada debido a que padece trastornos mentales que la hacen hablar y actuar de manera incoherente. Esta historia es narrada a petición de la familia de la joven, pero se omiten datos personales de ella para evitar estigmatizar.
Paciente psiquiátrica
La madre de María tiene en su poder varios documentos que demuestran que la condición de su hija no era desconocida por las autoridades, incluso la PNC.
El Juzgado de Familia de Chalatenango emitió, el 3 de enero de 2020, un mandato judicial ordenando que el hospital Psiquiátrico le realizara un diagnóstico clínico, debido a que la señora se había “descompensado mentalmente”.
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Tres días después, el mismo Tribunal envió una correspondencia de notificación de la resolución al director del hospital Psiquiátrico de Soyapango y al subinspector encargado de la Policía Nacional Civil en la ciudad de Chalatenango.
María fue ingresada el 5 de enero de 2020 en el hospital Psiquiátrico con un diagnóstico de “Trastorno de personalidad tipo límite”, y permaneció ahí por dos semanas, según lo demuestra una constancia emitida por ese lugar, que además confirma que era paciente psiquiátrica desde 2013. Un día después que María fue dada de alta en el hospital, el Juzgado de Familia de Chalatenango solicitó que la joven fuera sometida de nuevo a tratamiento psiquiátrico.
Según consta en la petición del juzgado, María fue dada de alta del hospital Psiquiátrico en Soyapango el 19 de enero de 2020, sin embargo, ese mismo día comenzó de nuevo a decir “cosas fuera de lugar, por teléfono le expresaba a sus hermanos que había estado con sus otros hermanos fallecidos en el hospital”, se lee en el documento.
“No está bien de la cabeza”
La solicitud del Tribunal fue realizada a petición de la madre de María, quien explicó que su hija se alteraba, se ponía violenta, se salía de la casa y deambulaba por las calles, poniendo en peligro su vida. En esa ocasión también fueron notificados el director del hospital Psiquiátrico y el jefe local de la PNC.
Fuentes médicas consultadas explicaron que ese trastorno provoca impulsividad hacia acciones autodestructivas, relaciones interpersonales inestables e incluso, pérdida de contacto con la realidad.
La madre de María relata que su hija “no está bien de la cabeza” y eso la ha llevado a sufrir violencia de todo tipo, incluso hubo un tiempo que anduvo inmersa en el consumo de drogas, lo que agravó su situación de salud mental.
“La gente me decía que a veces anda totalmente desnuda en la calle. No la podíamos amarrar para que no saliera, porque eso es pecado, además un delito”, dice la madre.
La mamá explica que su hija dejó de usar drogas porque le hicieron “sanaciones” en la iglesia evangélica a la que asisten, pero por su problema mental aún necesita tomar ciertos medicamentos.
La señora manifiesta que su hija, en sus momentos de lucidez, tenía ánimos de salir adelante y se tomaba algunos medicamentos que ella le compraba en la farmacia, porque debido a la lejanía nunca quiso ir hasta el hospital de Soyapango a retirar la medicina indicada.
María fue capturada cuando iba saliendo del mercado, donde había instalado un puesto de venta de ropa con la ayuda de su madre.
Más capturas a su alrededor
El compañero de vida de María había sido capturado 22 días antes, por tener tatuajes alusivos a estructuras delincuenciales.
La madre de la joven fue al puesto de la policía para preguntar el por qué de la captura de su hija y le explicaron que fue detenida por el delito de asociaciones ilícitas.
“Yo les dije que tal vez cuando ella anda enferma, posiblemente se haya juntado con malas amistades, pero ella está enferma. Ella nunca ha sido pandillera”, dice la mamá, además explica que su hija tiene tatuajes pero que no son alusivos a alguna pandilla.
La señora relata que aunque ella ha intentado ingresar los medicamentos, no se los han recibido, a pesar que ella ha presentado los documentos que demuestran su padecimiento, ante la Procuraduría de Derechos Humanos (PDDH).
Entre esos documentos, la señora presentó una constancia emitida por el hospital y los escritos del Juzgado de Familia. La madre se aferra a su fe y deja “las cosas en las manos de Dios”. María tiene una hija, quien ha quedado a cargo de su abuela materna, y un hijo que está al cuidado de su abuela paterna.
El padre del niño, quien trabajaba como taxista, también fue encarcelado durante el régimen de excepción. Los familiares explicaron que María, a pesar de su enfermedad, siempre ha estado pendiente de sus hijos. “Cuando está bien de salud y trabaja les ayuda económicamente”, dijeron. La madre explica que la joven comenzó con el trastorno a los 19 años, justo después de dar a luz a su primera hija, debido a que el padre de su hija las abandonó.