La trayectoria del empresario, deportista y exministro de Agricultura, Antonio Cabrales Cáceres, así como su don de gentes y su papel clave para reactivar la agricultura durante y después de la guerra de los 80 y su promoción de la solución de los problemas sociales del país, se reconocieron el miércoles 05 de abril en círculos políticos, sociales y gremiales tras su fallecimiento.
El exfuncionario murió en un accidente en el lago de Coatepeque, junto a dos de sus empleados, cuando el vehículo en que eran llevados en un ferry hacia la isla Teopán se zafó y cayó al agua, informaron cuerpos de socorro.
De inmediato, gremiales y organismos sociales salvadoreños destacaron los méritos y trabajo de Cabrales. La primera entidad en pronunciarse fue la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (Fusades), de la cual fue fundador en 1983 y presidente y que lo describió como “hombre de entrega y valores ejemplares, que siempre antepuso el interés de los salvadoreños”.
En 2015, la institución lo nombró Miembro Honorario, reconocimiento que se otorga a las personas que destacan por sus méritos y desempeño.
La Asociación Salvadoreña de Industriales (ASI) también lo definió como “un hombre de admirable sensibilidad social y patriotismo”.
A las condolencias se unieron la Cámara de Comercio e Industria y personajes de la vida social del país como el economista Rafael Lemus, quien lo recordó como “un hombre de bien, visionario y apasionado por el desarrollo del agro”.
Ciertamente, Antonio Cabrales fue ministro de Agricultura en la administración de Alfredo Cristiani (1989-1994). Se le recuerda reactivando la agricultura salvadoreña, con la ayuda del Fondo de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el ProgramaMundial de Alimentos (PMA), después que el sector quedó quebrado por las políticas ruinosas del gobierno previo, la reforma agraria y la guerra de los años 80.
Cabrales promovió la llegada de toneladas de alimentos y granos para suplir el déficit que se sufría entonces, agravado por años de sequía.
"No me atraía la política. Cuando Cristiani me ofreció el cargo, le dije: ‘No he sudado la camiseta y te voy a traer problemas con tu partido. Piensa en otra persona, mejor’ . El me respondió: ‘En ninguno tengo confianza’”, recordó en una entrevista que le hizo el periodista Gustavo Flores, editor de Cancha de El Diario de Hoy, en 2015 por su trayectoria deportiva.
Cabrales fue ministro de Agricultura durante el quinquenio de Cristiani. Además fungió 8 años como Vicepresidente de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES) y otros 8 años como Presidente de la misma entidad (2003-2011), de la cual fue uno de sus fundadores. Fue viceministro de Agricultura (1972) y estuvo al frente de la Fundación para la Innovación Tecnológica Agropecuaria Fiagro (2003-2014) y presidente de SALVANATURA y director de FUNDEMAS, entre otros cargos. Terminó su vida pública en el 2011.
Figura del deporte
Pero detrás del hombre de Estado, nacido el 12 de enero de 1936, había un consumado basquetbolista. Su familia vivía en Nueva York, pero nació en El Salvador por una decisión inamovible de su madre, doña Luz Cáceres, quien decidió llegar desde EE.UU. para que su hijo viera la luz en estas tierras.
Seis meses después lo llevaron a Estados Unidos y vivió muchos años en Nueva Orleáns, donde su padre sirvió en el consulado de El Salvador.
El básquet llegó a su vida a los 12 años. La escuela pública La Salle lo reclutó como uno de sus grandes valores. Y en 1948 empezó su carrera en el deporte, junto a sus compañeros Jimmy Gundlach y Boby Perrin. En ese entonces no lo imaginaba pero jugaría con ellos gran parte de su carrera.
El trío se destacó también en la Secundaria St. Martin, donde inicia- ron una dinastía que abarcó cuatro títulos consecutivos de campeones de Nueva Orleans y la convocatoria para el ‘All Metropolitan Team’, el equipo de los mejores de la ciudad.
En 1953, a los 17 años, decide venir de vacaciones a El Salvador y se lanza a ser parte del baloncesto local junto a figuras como el famoso “Chorro de Humo” Pineda. Comenzaron a llamarle “El brujo del rebote”, porque quien lo veía picar la pelota, quedaba embrujado, según decían.
En la Universidad decidió estudiar agricultura y ganadería, en Pennsylvania. Siguió estudiando y jugando hasta que tomó una decisión: vivir en El Salvador. Decía que, a la inversa del famoso y muchas veces irreal ‘sueño americano’, él decidió realizar su ‘sueño salvadoreño’. “Me gustaba el país y había estudiado agricultura y ganadería. Quería realizar mi sueño aquí. Vine solamente con un carrito Volkswagen y mi estudio… Terminé comprando terrenos y tengo mi lechería…”, enumera sobre sus logros.
Con su habilidad puesta al servicio del deporte nacional y en la vida pública, Antonio Cabrales dejó su sello en el desarrollo social y económico de El Salvador y el deporte nacional.