El juez Ricardo Alberto Zamora Pérez, quien condenó a penas de hasta 30 años de cárcel a los militares implicados en el asesinato de seis jesuitas y dos colaboradoras, ha fallecido por complicaciones de salud, según informó su colega, el juez Antonio Durán.
Zamora Pérez era un juez de carrera que estuvo al frente del Juzgado Cuarto de lo Penal, que llevaba procesos de gran trascendencia como el de los jesuitas asesinados en noviembre de 1989 o el magnicidio de San Romero, perpetrado en marzo de 1980.
“Ha fallecido el Doctor Ricardo Alberto Zamora Pérez, juez de carrera, que entre tantos casos que conoció, uno de los más célebres fue el “caso jesuitas”, por el que se procesó a los militares implicados en el asesinato de los Padres”, informó el juez Durán a través de sus redes sociales.
“El doctor Zamora tuvo la valentía y entereza de llevar a cabo la instrucción y etapa plena del proceso, en medio de tantas presiones internas y externas; y lo demostró en ese y otros casos más a su cargo”, destacó Durán.
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El 16 de noviembre de 1989, un comando del Batallón Atlacatl irrumpió en la casa de los jesuitas anexa a la Universidad Centroamericana (UCA) y mató a los sacerdotes Ignacio Ellacuría, Amando López, Segundo Montes Mozo, Ignacio Martín Baró, Juan Manuel Moreno Pardo, Joaquín López y López, y su empleada Elba y la hija de ella, Celina Ramos.
Muchos salvadoreños aún recuerdan cómo el juez Zamora obligó a decenas de militares a concurrir a declarar al tribunal, donde alegaban “que no sabían nada” o “no recordaban nada” de lo acontecido alrededor del múltiple crimen, por lo cual ordenó la detención de varios en ese mismo momento por cometer falso testimonio.
Los militares de varios rangos llegaban a los tribunales capitalinos en medio de fuertes despliegues de seguridad que incluso agredían a los periodistas, pero el juez Zamora les recordaba que estaban en los tribunales y debían respetar a esa autoridad.
“Había que tener mucho valor y entereza para diligenciar ese proceso, ya que fue la primera vez se juzgó a militares de tan alta jerarquía, el director de la Escuela Militar; en una coyuntura del conflicto armado y negociaciones por los acuerdos de paz, en el que el mando militar era dirigida por “La Tandona”, una promoción de militares llamada así por ser tan numerosa”, reseñó el juez Durán.
Fuentes judiciales recuerdan que había a todas luces una conspiración de silencio de los implicados y destrucción de evidencias para lograr que el caso se fuera olvidando y quedando en la impunidad como sucedió con el de San Romero y que al mismo tiempo se acusara al juez Zamora de ir “con pies de plomo”, pero esto se evitó con el apoyo de congresistas estadounidenses como Joe Moakley y el presidente de la Corte Suprema de El Salvador entonces, Mauricio Gutiérrez Castro.
El juez Zamora contaba con la confianza incluso de la Compañía de Jesús, pues fue profesor de la Universidad Centroamericana (UCA) por muchos años.
Entre septiembre y octubre de 1991, un coronel, tres tenientes, dos sargentos y varios soldados del Batallón Atlacatl fueron condenados por Zamora. El coronel Guillermo Benavides y el teniente Yusshy Mendoza a 30 años de cárcel por los asesinatos, en tanto que los otros oficiales y clases recibieron penas menores por encubrimiento, destrucción de documentos y actos de terrorismo.
En 1993 fueron amnistiados, pero una sentencia de la Sala de lo Constitucional de 2015 revirtió el perdón y volvieron a ser perseguidos por los crímenes.
El juez Durán informó que los restos mortales del juez Zamora fueron sepultados este miércoles en el camposanto Montelena, en Antiguo Cuscatlán, después de una misa de cuerpo presente.
“Hoy nos deja el Dr. Zamora, pero su ejemplo de valor y diligencia, nos debería de servir para proyectarnos al interior de la carrera de Derecho, en especial, a la judicatura”, agregó.