El riesgo para quienes visitan el lago de Coatepeque continúa. Esa es la alerta que arrojan los resultados del más reciente análisis elaborado por Laboratorio de Toxinas Marinas (LABTOX-UES).
En estos días el lago de Coatepeque mantiene la concentración de microalgas muertas en su superficie, y eso provoca coloración marrón y un olor desagradable cuando la misma llega a las orillas.
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A la percepción que pueda provocar la presencia de los restos de microalgas se suma el peligro al que pueden estar expuestos los turistas al mantener el contacto con las mismas.
Las muestras para el estudio de LABTOX-UES fueron tomadas el 3 de mayo en seis puntos diferentes del cuerpo de agua, situado en el occidente de El Salvador.
“Se mantienen las condiciones de presencia de microalgas, el lago no está en sus condiciones normales”, afirmó Óscar Amaya, director del LABTOX-UES.
Los hallazgos del estudio establecen que la especie de microalga limnoraphis permanece concentrada en promedio en 136 mil unidades por mililitro mientras que microcystis no fue registrado.
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El análisis anterior, del 21 de abril, mostró en sus puntos más altos la presencia de microalgas limnoraphis 4 millones de unidades celulares por mililitro y de microcystis 9,000 por mililitro.
Ambas especies son potencialmente productoras de toxinas, según la Lista de Referencia Taxonómica de Microalgas Nocivas de la UNESCO y literatura científica; sin embargo, su toxicidad no ha sido confirmada en el Lago de Coatepeque, según se determinó en el informe de aquel momento.
“Ha bajado la concentración, pero el riesgo persiste para los bañistas, y más que ese es un lugar turístico”, explicó Óscar Amaya.
Según Amaya, la exposición prolongada puede causar alguna irritación en la piel, “ya no digamos ingerir, en algún momento puede causar efectos”.
“Sobre la toxicidad puedo decir que hemos visto videos de peces muertos, pero nosotros no lo hemos presenciado como para poder confirmar”, concluyó Amaya.
Sin agua para beber
Más allá de las eventuales afectaciones al turismo, a los habitantes de las riberas del lago de Coatepeque el fenómeno de las microalgas en la superficie afecta su vida diaria.
Antonio Amaya, de 69 años, es el propietario de un molino ubicado en las cercanías del sector conocido como el Bajadero, que sirve de punto de buses.
Él y su familia deben comprar agua envasada para poder tomar, eso incrementa su presupuesto diario. Para los quehaceres del hogar usan agua extraída del lago, pero eso es “solo cuando se puede”, dice.
“Todo eso oscuro que se ve es de lo que flota en el lago”, sostuvo Antonio al señalar el fondo de la pila donde recoge agua para su casa.
Dejó entrever que para el resto de actividades de su familia y el negocio usan de esa agua.
Pobladores se quejan del insuficiente apoyo que reciben departe de la municipalidad, pues las pipas con aguas son enviadas solo por días, y de “cualquier forma no alcanza para todos”.
De acuerdo con la Fundación Coatepeque (FundaCoate) son más de 7,000 familias las que viven sin el abastecimiento de agua potable y deben usar la del lago.
A las ya difíciles condiciones de los pobladores se suma la falta de drenajes en el lugar por lo que gran cantidad de agua usada en casa es derivada hacia el lago. Algunos negocios también tienen esa práctica.
FundaCoate tienen un proyecto que califican como “integral”, que resolvería las condiciones actuales de los habitantes del lugar, pero faltan los fondos, estimados en varios millones de dólares.
Más de 300 pescadores varados
Para quienes viven directamente del lago, como los pescadores, la presencia de la microalga les ha ocasionado problemas económicos.
David Guardado, presidente de la cooperativa Los Anteojos y guarda recursos, lamenta la situación y que sus compañeros de pesca pasen apuros. “El lago muere, cada vez son más seguidos estos evento”, afirmó.
Solo Los Anteojos reúne a más de 300 pescadores de la zona; en la otra cooperativa son más. “Antes solo era el cambio a turquesa, pero hoy también debemos batallar con esto”, concluyó Guardado.