La historia familiar de Óscar Alejandro Gavidia, de 25 años, ha estado marcada por momentos llenos de dolor. En el 2001, su papá Manuel de Jesús Ayala fue secuestrado por pandilleros; unos días después, fue encontrado sin vida. Luego, en 2015, su hermano menor de 22 años, Manuel Enrique Ayala, fue privado de su libertad por integrantes de grupos criminales; hasta la fecha aún no ha sido encontrado.
El 3 de marzo del actual año, el propio Óscar Alejandro fue privado de libertad, pero esta vez no fue por un grupo criminal, sino por agentes de la Policía Nacional Civil, quienes llegaron a la Colonia Molina, San Salvador, alrededor de las ocho de la noche.
“Le pidieron que saliera porque necesitaban que moviera su carro para ellos entrar. Era mentira, cuando salí ya lo estaban esposando”, comentó María, abuela de Óscar.
“Yo les pedí que lo dejaran. Les dije que es un estudiante de Medicina que no se anda metiendo en nada malo”, agregó su esposo, José, abuelo del joven.
Ambos comentaron no comprender el porqué se lo llevaron, ya que ellos conocen de primera mano el esfuerzo y dedicación que Óscar le daba al estudio. “ ‘Yo quiero ayudar a la gente’, me decía” expresó Lethy, mamá de Óscar, una enfermera con 33 años de experiencia.
Según comenta ella, su hijo decidió estudiar Medicina para seguir sus pasos como profesional de la salud. Ellos suponen que su detención se debe a que es joven y que vive en una zona que anteriormente era bastante asediada por grupos criminales.
Tras ser detenido fue llevado al penalito de San Salvador, donde estuvo alrededor de 15 días. Su madre logró averiguar que, debido al gran estrés y confinamiento en el que se encontraba su hijo, él desarrolló hipertensión y azúcar elevada, la cual puede ocasionar deshidratación que pone en riesgo su vida y llevarlo a un coma diabético, por lo que llevó distintas medicinas, pero nunca supo si las autoridades del lugar se las entregaron.
Luego de esos 15 días fue trasladado a Cárcel de Mujeres, en Ilopango, donde estuvo un tiempo antes de ser trasladado al centro penitenciario La Esperanza, conocido como “Mariona”.
“Me comentaron que a Óscar lo metieron a la zona 0 debido a que se encontraba mal de salud, pero hace poco lo cambiaron a otra zona donde solo hay civiles, según me dijeron en el penal”, comentó Lethy.
Desde entonces, la madre y abuelos de Óscar han ido y regresado de distintas instituciones en búsqueda de lograr su liberación.
En este proceso se han encontrado distintos obstáculos, como que Lethy había obtenido una solvencia policial y los antecedentes de su hijo previo a su captura, en donde claramente se logra leer que su hijo no tiene vínculos con grupos delictivos, pero al actualizarla después de su captura, le aparece el delito de agrupaciones ilícitas, por lo que solicitaron a la universidad donde Óscar estudiaba una carta firmada y sellada donde se lee que él habitualmente gozó de buena conducta y calificaciones.
Tambien pidieron cartas personales a amigos y compañeros que hacen constar que Óscar no forma parte de ningun grupo delictivo.
Paquetes
Para Lethy ya era complicado el alto costo de los libros de medicina, sin contar las prácticas de laboratorios y las mensualidades en la universidad, pero actualmente se enfrenta a otro tipo de gastos.
Ella junto a sus padres va hasta el penal de Mariona para dejarle cada vez que tiene oportunidad un paquete de limpieza a Óscar, alimentación o medicinas; el precio de un paquete completo ronda los $170, además que según los custodios del penal de Mariona, los familiares pueden entregar también dinero para que los reos puedan usarlo en una tienda penitenciaria.
Entre $50 a $60 le depositan al mes para que pueda utilizarlo dentro del recinto penitenciario. “No sabemos si es verdad o si le llegara ese dinero, espero que sí”, comentó la abuela de Óscar.
Debido al recurrente gasto de grandes cantidades de dinero, la madre de Óscar ha tenido meses en que no ha logrado reunir todo el efectivo para los paquetes, por lo que los amigos más cercanos del joven reunieron cada uno $20 o si estaba en sus posibilidades un poco más, para lograr llevarle un paquete.
Consecuencias y obstáculos
Debido a su detención, él ha perdido el avance en sus estudios y sus prácticas. Además de estudiar, Óscar se dedicaba a cuidar a algunos pacientes en sus viviendas, porque ya no logran movilizarse por sus edades. Ellos también le han comunicado a Lethy que resienten la falta del trabajo que realizaba su hijo.
La familia de Óscar espera que pronto sea liberado, ya que el abogado encargado del caso le ha comentado que va en buen camino, pero que las autoridades de la fiscalía le han pedido documentos que prueben que Óscar tenía un hogar propio y esposa; estos oficios les parecen incongruentes e innecesarios a la familia Ayala, debido a que él antes de ser capturado solamente se dedicaba a estudiar y ver algunos pacientes.
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“¿Cómo le van a pedir una casa, si no ganaba tanto para comprar una?” comentó María, abuela de Óscar.
Lethy está inconforme con el actuar de las autoridades de la fiscalía, debido a que el caso de su otro hijo, Manuel, quien desapareció en el año 2015, aún sigue sin resolverse. Ella comenta que en múltiples ocasiones ha ido a pedir información con las autoridades, pero siempre le dicen que debe de seguir esperando, por lo que aún no pueden catalogarlo como fallecido, sino como desaparecido.
Ella, junto a sus demás familiares, esperan que en esta ocasión sea distinto y las instituciones no le fallen y le den la libertad a su hijo, para que pueda volver a casa y seguir estudiando para cumplir su sueño de ser un médico.