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Esposa de comerciante que murió bajo el régimen: “todo Aguilares es testigo de que él no era delincuente”

El miércoles, Paulino Meléndez, de 45 años, fue enterrado en Aguilares. Era paciente diabético. Murió siete meses después de que policías lo capturaran por una llamada anónima. Era un reconocido comerciante de lácteos en este municipio al norte de San Salvador.

Por Jorge Beltrán Luna | Jun 10, 2023- 16:16

Vela de Paulino Enrique Meléndez Menjívar, comerciante de lácteos que era muy apreciado por la comunidad. Foto EDH / Cortesía

Paulino Enrique Meléndez Menjívar, de 45 años, fue enterrado el pasado miércoles en Aguilares, donde vivió toda su vida y donde el pasado 31 de octubre fue arrestado por policías, que adujeron como motivo que habían recibido una llamada anónima en la que lo denunciaban como miembro de pandillas.

Paulino era un comerciante muy reconocido en el municipio de Aguilares, 40 kilómetros al norte de San Salvador, donde con mucho esfuerzo había logrado establecer una lechería que mantuvo funcionando por más de 28 años, una venta de lácteos en el mercado y un local de lavado de vehículos.

Fue en este último negocio donde la tarde del 31 de octubre de 2022 lo arrestaron. Llegaron dos policías de la subdelegación de Aguilares preguntando quién era el dueño de un pick up estacionado en el negocio. Él les preguntó para qué necesitaban saberlo; los policías le dijeron que querían hacerle unas preguntas al propietario del carro. Paulino les dijo que era él.

La esposa de Paulino Enrique Meléndez Menjívar, de 45 años, quien murió el domingo 4 de junio a consecuencia de un edema pulmonar, posa con su retrato en su domicilio, en Aguilares. Foto EDH / Jorge Beltrán

“(Los policías) llegaron sin conocerlo. No sabían ni cómo se llamaba”, comentó Erlinda, su esposa, a El Diario de Hoy, asegurando que cuando ella se enteró de que Paulino estaba capturado, les ofreció a los policías a todo Aguilares como testigos de que su esposo no era ningún delincuente, sino un comerciante muy reconocido y apreciado en esa ciudad.

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Los policías se lo llevaron con mentiras, como han hecho con muchos salvadoreños, según investigaciones de la organización de derechos humanos Cristosal: con la mentira de que solo querían hacerle unas cuantas preguntas.

“Me pidió más galletas y leche”

El mismo 31 de octubre, de la subdelegación de Aguilares lo trasladaron a las bartolinas de la delegación de Apopa, donde a Erlinda le permitieron verlo y hablar con él durante tres minutos. En ese corto tiempo Paulino le dijo a su esposa que no se preocupara, que ya iba a salir. “Él pensaba que unos 15 días estaría preso nomás”, explicó Erlinda.

El 3 de noviembre lo trasladaron al centro penal de Ilopango (ex Cárcel de Mujeres) y el 15 de diciembre lo movieron hacia el Centro de Detención Menor de Santa Ana, aledaño a la granja penitenciaria, donde permaneció la mayor parte del tiempo que estuvo detenido.

En esa prisión, a Erlinda le permitieron ver a Paulino durante dos horas. Cuenta que hablaron solo de ellos, nada de hablar sobre el proceso judicial ni el delito de organizaciones ilícitas que le atribuían.

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Según Erlinda, ambos sabían que nada de esa acusación era cierta, por tanto no perdieron el tiempo hablando de eso. Agrega que en esa ocasión vio a su esposo muy flaco. Él le pidió que le pusiera más galletas y leche en el paquete que mes a mes le iba a dejar. Aun a esa fecha, Paulino tenía una fuerte esperanza de recuperar pronto su libertad.

Era paciente diabético

Erlinda fue a Santa Ana el 11 de mayo a dejarle el paquete de alimentos e insumos de limpieza personal. Le dijeron que estaba bien.

Al siguiente día, 12 de mayo, durante la madrugada, fue trasladado al penal de Izalco.

El pasado 1 de junio, Erlinda le llevó otro paquete. Los custodios le dijeron que estaba bien pero le extrañó ver que el paquete lo pusieron en un lugar distinto. Un custodio le dio una explicación que no la convenció. Allí le volvieron a decir que su esposo estaba bien.

Sin embargo, el viernes 2 de junio Paulino fue trasladado al hospital Jorge Mazzini, de Sonsonate, donde murió el domingo siguiente, es decir el 4 de junio.

Paulino era un hombre reconocido en Aguilares por sus negocios de lácteos. Era paciente diabético. Foto EDH / Cortesía

En los documentos que le han entregado a la familia se indica que Paulino falleció a consecuencia de un enema pulmonar, es decir, acumulación de líquido en los pulmones.

El domingo en la noche, empleados de al menos cuatro funerarias llegaron a su casa a avisarles que Paulino había muerto. Llegaron antes de que la policía les informara del deceso.

Amigos y vecinos de Aguilares que conocieron a Paulino han mostrado su consternación, tanto en redes sociales como de manera personal, a la familia doliente.

A Paulino lo conocían como un hombre trabajador. Erlinda aun no da crédito a lo dicho por los policías captores, de que había sido denunciado mediante llamada anónima.

“Aquí todos se ofrecieron a servir de testigos de que mi esposo era un hombre honrado y trabajador. Les ofrecí llevar a todo Aguilares para que atestiguaran quién era él”, comentó Erlinda a El Diario de Hoy.

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“La última vez que lo vi estaba bien pechito. El régimen me mató a mi esposo. El no debía nada; lo metieron preso solo porque una persona llamó (para denunciarlo de forma anómina)”, detalló Erlinda.

Paulino es una de tantas personas que han muerto en prisión, acusados injustamente de pertenecer a pandillas, bajo el régimen de excepción que se aproxima a los 15 meses de vigencia.

Durante este régimen de excepción, la oenegé Cristosal ha documentado más de 150 casos de personas que murieron por tortura o porque, a sabiendas de que padecían enfermedades crónicas, no les proporcionaron los medicamentos adecuados.

A raíz de la divulgación de la investigación de Cristosal, organismos internacionales como las Naciones Unidas han urgido al gobierno salvadoreño que levante el régimen de excepción.

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