Ana Elena Pérez se preocupa cada vez que llega el verano. Es la época más difícil para ella y para más de mil familias que habitan en los cantones de Alegría, en Usulután.
Porque con el verano llega la sequía y las posibilidades de encontrar agua potable son escasas, ya que las cantareras que existen en las comunidades alejadas del centro urbano solamente gotean o ya están clausuradas.
Ella vive en el cantón San Juan 2, a medio kilómetro de la Laguna de Alegría. Y a pesar de vivir rodeada de montañas y ser un sitio turístico, le toca recorrer hasta dos horas de camino hacia la fuente de agua natural más cercana.
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“En verano nos toca andar jalando el agua y donde se trae está lejos. Son unas bajadas feas donde uno corre el riesgo de tener un accidente porque son unas barrancas muy feas y es más cuando venimos con el cántaro lleno. Aquí nos cuesta el agua”, comenta con frustración.
En el cantón de Ana existen 15 chorros para abastecer a 325 familias, la agua no existe; es decir un chorro por cada 22 familias.
El Diario de Hoy recorrió hasta cuatro cantones de Alegría y el panorama es el mismo en todos: decenas de recipientes vacíos en las casas o colocados en fila en las cantares esperando turno de ser llenados.
Ahí hay pilas vacías y personas desesperadas por la poca respuesta de las autoridades ante el problema de l agua, durante más de tres décadas.
San Juan 1 y 2, Las Casitas y La Peña centro son tan solo una muestra de la vida sin el agua.
La solución más oportuna para las familias siempre es pagar de $2.50 a $5 por barril con agua, cuando llega una pipa privada una vez por semana.
Esta cantidad suena poco, pero es “un gran esfuerzo porque no hay de dónde sacar dinero”, como lo dice María Eva Campos, de 62 años, habitante del caserío Las Hernández del cantón La Peña, ubicado a 10 kilómetros del centro urbano.
Eva ha coleccionado hasta 25 cántaros y explica que han existido noches en las que se ha desvelado esperando que la cantarera, ubicada a unos pasos de su casa, caiga algo de agua, sin tener éxito.
Estos puntos de recolección han existido por generaciones y el líquido que cae es distribuido por ANDA.
Esta realidad la viven en su mayoría las mujeres que por lo general lo utilizan para los quehaceres domésticos, aseo personal de todos los integrantes de la familia y para ingerir.
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“Es un líquido que no puede faltar en la casa, no se puede vivir sin el agua”, comenta.
Según un estudio de OXFAM titulado “El Salvador: Agua, Élites y Poder” publicado en 2020, señala que el 36% de la población rural del país no tiene acceso al agua potable y si lo tienen es de forma interrumpida.
Un diagnóstico realizado por la comuna y la cooperación internacional en 2020 muestra que solo el 17.5% de toda los hogares de Alegría tiene acceso a agua potable y que se debe a que las “condiciones geográficas del municipio (altura) y el terreno montañoso dificultan el desarrollo de pozos de agua potable para la población del municipio, afectando principalmente a la población rural”. Según el censo oficial de 2007, tiene una población de 11,712 habitantes.
Algunos de los pobladores agregaron que otro de los factores que impide que exista el agua en este municipio es la deforestación indiscriminada y la contaminación de los suelos, lo que resulta en inviernos más secos.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) plantea que 1 de cada 3 personas no tiene acceso a agua potable salubre y solo el 33.3% de la población nacional rural carece de agua domiciliar.
Los habitantes aseguran que todas los gobiernos municipales hasta la fecha han acudido a pagar pipas de agua para que abastezcan a las familias desde enero hasta abril con el propósito de ser más accesible el agua, sin embargo los precios de cada una ronda los $150 y son de dos a ocho pipas semanales que al mes se traducen en 32 pipas ($4,800) solamente para siete caseríos que colindan a la laguna.
El Diario de Hoy intentó contactar al alcalde Armando Meléndez. a través de las redes sociales de la comuna y de su equipo de prensa, para conocer sobre el procedente del agua distribuida en pipas y sobre proyectos de agua que fueron promesa de campaña. No hubo respuesta del funcionario municipal.
Uno de los caseríos más grandes de Alegría es La Peña, con un aproximado de 1,600 habitantes. En ese lugar hay dos pilas pública y 8 chorros, pero casi nunca cae agua.
Flor Méndez, lideresa del caserío, explica que el alcalde prometió un proyecto de agua durante la campaña, lo que mantiene con esperanza a las familias.
“Está en un proyecto que tiene que pasar por filtros para que sea una realidad. Estamos trabajando para que las personas tengan agua en sus casas. El chorro que cae en estas pilas es bien delgado y a veces no cae. Existe este serio problema ”, comentó.
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La esperanza del invierno
Con la llegada de las primeras lluvias del invierno, las familias de Alegría pueden respirar tranquilas porque el agua por fin llegó, siempre y cuando este sea acuoso.
Ana Elena es una de ellas porque en el patio de su casa tiene un tanque con filtro para recolectar agua y que sea digerible para su familia.
“Estamos acostumbrados a tomar agua lluvia”, dice.
Aliviados porque el martirio del verano está por pasar, esperan que pasen las primeras cuatro lluvias para obtener agua lluvia más limpia para depositarla en cántaros, barriles y botellas que serán utilizadas por las familias de Alegría.