Ante la militarización de Soyapango y muchas otras comunidades en el país, Celia Medrano expresa temores de que esto vaya mucho más allá de una política de seguridad pública, cuyos alcances no están a la vista de los salvadoreños.
Ella teme que esto responde a un plan de llevar a los militares a todas las áreas de la vida del país y que sea el temor lo que sustituya eventualmente a la popularidad del presidente. Esto y más dijo en una entrevista con El Diario de Hoy:
¿Qué opinión le sienta volver a ver las comunidades llenas de militares?
Pienso que el militarizar la seguridad pública es parte de una estrategia, quizás la única que podemos tener clara por parte de los grupos de poder que controlan Casa Presidencial: la propaganda gubernamental. Es lo único en lo que hay estrategia.
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¿Y esto implica posicionar a los militares?
La militarización de la seguridad pública es más grave, es la militarización del oficio de la política. Lo vimos el 9 de febrero (de 2020). Que no le hubiera costado la presidencia a Bukele haber tomado militarmente la Asamblea Legislativa para lograr un objetivo político nos daba claros indicios de lo que venía.
Es decir, hacen uso de la fuerza militar para imponerse ante cualquier actor, no solo político.
¿Entonces no es un plan de seguridad como tal?
Esto no responde a una planificación de seguridad probablemente porque la intencionalidad no es brindar seguridad, sino hacer percibir a la población que está segura y normalizar que necesitamos fuerza militar para alcanzar la seguridad.
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Hay un discurso manipulador de que los buenos salvadoreños pueden estar tranquilos porque la acción militar solo es para los malos. Eso diluye totalmente el hecho de que los militares no deberían de estar cateando viviendas, no deberían de estar deteniendo bajo sus criterios, arrastrando sus prejuicios, su formación militar o su entrenamiento de guerra a la decisión última de si una persona será detenida o no. Y la población está asumiendo que es normal que quien da seguridad son los militares, no los policías.
Este plan parece superponerse a otros que el presidente ha ido anunciando. ¿Le parece que hay una línea o son solo anuncios dispersos?
Hay una parte también de confundir la vigencia de un régimen de excepción con el plan control territorial que ni siquiera conocemos. Nadie ha visto un documento de ese plan más allá de lo que se le presentó a órganos de cooperación hace tres años. Entonces nos hablan de fases sin decirnos de qué trata el plan.
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Además, hay una gran contradicción al haber dicho que Soyapango era la Costa Rica latinoamericana y que la misma alcaldesa dijera hace pocos meses que Soyapango pasó de ser el municipio más violento del mundo al menos violento a nivel mundial. Son contradicciones del aparato propagandístico que nos da los mensajes.
Pero el régimen parece ser efectivo en términos de opinión pública…
No estoy tan segura de que sea tan popular. Varios periodistas que han tratado de estar en Soyapango me comentan que las personas tienen miedo de dar declaraciones, aun aquellas que están de acuerdo en que haya presencia militar, pero no así, no de esta manera.
Es muy difícil tener una lectura real de aceptaciones populares o no de medidas de esta naturaleza. Lo que sí puedo estar segura es que las personas no avalan violaciones a derechos humanos, aunque se nos quiera imponer que es necesario violar derechos humanos para garantizar la seguridad de los buenos salvadoreños.
Bajo esta narrativa se está tratando de imponer que aceptemos que hay una decisión superior que está haciendo las cosas “por su bien”, aunque sean duras. Pero las personas no están apoyando que se torture, que muchachos que venden pan en su bicicleta o mecánicos que llegan tarde de sus trabajos a sus hogares sean detenidos de manera arbitraria.
Eso se ha reflejado en encuestas, ¿no? Más allá de la aceptación del régimen en términos generales, hay cuestionamientos a los abusos…
Cuando usted profundiza más en las preguntas, usted tiene un 90% de personas diciéndole que sí acepta el régimen de excepción, pero cuando empieza a hacer otras preguntas de los contenidos del régimen de excepción, como el ser detenido sin derecho a un abogado o sin el derecho a ser considerado inocente hasta que hubiese pruebas para condenarle, las personas dicen que eso no es correcto y que la gente debe tener derechos y que no es correcto que detengan a muchachos por su apariencia.
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¿Hay forma de contrarrestar esa propaganda?
Hay que tratar comunicacionalmente, pese a que hay una clara desventaja al aparato propagandístico oficial, pero creo que hay que tratar de evidenciar cada vez más que las personas, aun si están de acuerdo en la militarización de sus comunidades, no están de acuerdo en que se haga de esta manera tan brutal y sobre todo, ya empezaron a sentir miedo de que tarde o temprano puedan sufrir las consecuencias de ser víctimas de un arbitrariedad.
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Como torturas, arrestos arbitrarios…
Ya fue asesinado un joven por efectivos de la Naval, también fueron detenidos ocho adolescentes por efectivos de la naval en Jiquilisco.
Ya hay casos muy evidentes de que algo se está saliendo de las manos y si se está permitiendo que se salga de las manos, las personas van a reaccionar.