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Familiares reciben restos de trabajadores desaparecidos hace cinco años en El Boquerón

Los restos de tres trabajadores desaparecidos por una clica de la Mara Salvatrucha en El Boquerón fueron entregados a sus familiares, más de un año después de ser encontrados en una fosa clandestina en el cantón Álvarez.

Por Lissette Lemus | Ago 27, 2024- 22:15

El pastor Boanerges Vásquez reflexionó sobre la importancia de que las autoridades hagan su trabajo para que todas las madres de los desaparecidos encuentren a sus seres queridos.  Foto EDH/ Lissette Monterrosa

Después de cinco años, tres meses y tres días, la esperanza de María Elena de encontrar "aunque sea los restos" de su hijo desaparecido, se cumplió. 

La señora, de 77 años, en compañía de decenas de personas entre familiares, amigos, conocidos y miembros de una iglesia, dieron el último adiós a Neftalí Castro Melgar, uno de los tres trabajadores desaparecidos por una clica de Mara Salvatrucha en la zona de El Boquerón, en San Salvador, el 24 de mayo de 2019. 

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La señora, de 77 años, en compañía de decenas de personas entre familiares, amigos, conocidos y miembros de una iglesia, dieron el último adiós a Neftalí Castro Melgar, uno de los tres trabajadores desaparecidos por una clica de Mara Salvatrucha en la zona de El Boquerón, en San Salvador, el 24 de mayo de 2019. 

Ayer los restos de Neftalí y los de sus dos compañeros de trabajo, Jorge Cisneros y Matías Palacios, fueron entregados a sus familias por Medicina Legal, un año después que fueron encontrados en una fosa clandestina en la misma zona donde fueron privados de libertad. 

Entre cánticos y una reflexión bíblica, Neftalí fue recordado como un joven trabajador, respetuoso, sin vicios y dedicado a las cosas de Dios, como integrante de una iglesia evangélica. 

"Doy testimonio que Neftalí fue un muchacho muy sano, nunca lo vi borracho, fumando o faltándole el respeto a las personas, era un muchacho muy educado", dijo Juan Rivas.

Momento de la sepultura de los restos de Neftalí Castro Melgar. Foto EDH / Lissette Monterrosa

Enrique Castro, hermano del joven desaparecido, relató que su madre guardaba la ilusión de encontrarlo con vida, pero el viernes pasado les confirmaron el resultado de las pruebas de ADN. Fue muy duro para toda la familia. 

"Esto es muy doloroso porque él no se merecía morir así, pero le pedí una señal a Dios de que está con él, y hoy me dio esa respuesta", expresó conmovido. 

El pastor Boanerges Vásquez reflexionó sobre la importancia de que las autoridades hagan su trabajo para que todas las madres de los desaparecidos encuentren a sus seres queridos. 

"Gracias a Dios y a las autoridades por hacer su trabajo, yo sé que para su madre no ha sido fácil y así en nuestro país hay muchas madres", manifestó. 

Foto EDH/ Lissette Monterrosa

Vásquez también tiene un hermano desaparecido desde el 1 de marzo de 2020, sin que las autoridades hayan dado con su paradero. 

Lucía Chulo, tía de Neftalí, lamentó la muerte de su sobrino a quien describió como un hombre respetuoso y pidió resignación para la madre doliente. 

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"Yo sé que como madre no es fácil, sentimos cuando un familiar se va lejos, pero en este momento solamente Jesucristo que concedió darle la fuerza a sus hermanos, a su padre y a su familia, pero el dolor que queda en una madre es imborrable", aseguró. 

Luego de la despedida, el féretro con los restos de Neftalí fue colocado en un nicho y sobre este decenas de flores de todos colores.

Foto EDH / Lissette Monterrosa

Un largo camino

La luz de esperanza para los familiares de encontrar "aunque sea los restos" se encendió en noviembre de 2021, cuando fueron citados a Medicina Legal. Cuatro días después que la fiscalía informó de la captura de 24 personas sospechosas de la desaparición y asesinato de los jornaleros.

En esa ocasión, los familiares explicaron a este medio que la cita fue para tomarles muestra de sangre, la cual sería utilizada para la comparación del ADN con unas osamentas encontradas en la zona del Boquerón y que se sospechaba eran de los desaparecidos. 

Sin embargo, durante los siguientes dos años no tuvieron una respuesta de parte de las autoridades. En abril de 2023, encontraron otros restos en una fosa clandestina en una zona montañosa del cantón Álvarez, en El Boquerón y les tomaron muestras nuevamente, esta vez sí se trataba de ellos.

Organizaciones sociales han denunciado en diversas ocasiones que el incumplimiento de la Ley Nacional de Banco de Datos Genéticos y la falta de un Banco de Datos afecta de manera directa a los familiares que buscan personas desaparecidas. 

TAMBIÉN: A juicio acusado de desaparecer a tres trabajadores en El Boquerón

En enero de 2021, la Asamblea aprobó la Ley Nacional de Banco de Datos Genéticos para la creación de un Banco de Datos que se encargaría de sistematizar y almacenar la información genética que se obtenga y se genere, con el fin de ingresar los perfiles genéticos a las bases de ADN que lo integran.

Héctor Carillo, director de la Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho (Fespad), aseguró en mayo de este año durante una entrevista radial, que la creación del banco de ADN podría resolver muchos de los casos de personas desaparecidas que son encontradas en las fosas clandestinas.

"En este momento, cuando se encuentra un cuerpo no se puede identificar porque no hay una base de datos entre las personas que andan buscando y los cuerpos que son encontrados. El banco de ADN es un aspecto fundamental que debería ser prioridad en el tema de personas desaparecidas", manifestó.

Foto EDH / Lissette Monterrosa

El crimen 

En noviembre de 2021, un testigo reveló en un proceso judicial, cómo los integrantes de la mara Salvatrucha que operaban en la zona del volcán de San Salvador, raptaron y desaparecieron a Neftalí y sus compañeros.

El testigo presentado por la Fiscalía para acusar a 22 mareros relató que la clica tenía como rutina interceptar e interrogar a toda persona que no fuera de la zona; y si esa persona no era familiar o conocido de algún habitante, era privada de libertad y luego desaparecida.

El viernes 24 de mayo de 2019 al mediodía, los tres trabajadores de una empresa dedicada al mantenimiento y construcción de piscinas llegaron en un camión, por segundo día consecutivo, a botar ripio y tierra en un terreno en el cantón Álvarez, en el kilómetro 16 y medio de la calle a El Boquerón.

Cuando los tres hombres se encontraban descargando el automotor, tres mareos se acercaron al más joven de ellos y le pidieron que los acompañara y se lo llevaron con el fin de interrogarlo para verificar quién era y dónde vivía.

Jorge Cisneros, Matías Palacios y Neftalí Castro, los obreros desaparecidos en El Boquerón. Foto EDH / archivo

Mientras eso pasaba, otro pandillero había recibido una llamada con la orden de estar pendiente. Este se fue a una venta de frutas ( a vigilar) e informar de cualquier movimiento de personas particulares y en especial de la policía, porque iban a dar una "pegada", es decir que iban a cometer un hecho delictivo.

Para informar de cualquier "movimiento", los pandilleros de la clica "Cacasquera" se comunicaban a través de un grupo de chat que habían creado en Telegram, una plataforma de mensajería.

Minutos después, dos pandilleros regresaron y se llevaron a los otros dos trabajadores. 

A través del grupo de Telegram, los mareros hicieron una llamada e informaron que habían raptado a los tres hombres. Todos los que estaban en la llamada podían escuchar que estaban cuestionando a uno de los trabajadores sobre su procedencia y si pertenecía a alguna pandilla, y uno de los mareros dijo: "Yo voy a matar a este". Luego se escucharon golpes.

Un residente de la zona llamó de forma anónima al sistema del 911 de la policía e informó que sujetos de la mara se habían llevado a unos trabajadores. Un grupo de policías hizo un corto rastreo en la zona, sin lograr localizar a las víctimas y luego de unos minutos se retiraron del lugar. Esa fue la sentencia de muerte para los privados de libertad. 

Horas de tortura y asesinato 

Varias horas después, el pandillero encargado de informar de todos los movimientos, recibió la orden de llevar junto a otro marero un azadón para la zona que le llamaban "la casa abandonada".

En ese lugar, unos 18 mareros armados con un AK-47, algunos con ropas oscuras, habían amarrado de manos y pies a los tres trabajadores quienes yacían en el suelo. Uno de los obreros estaba golpeado y tenía el rostro ensangrentado.

El encargado de estar pendiente de los "movimientos" junto a dos mujeres, una de ellas compañera de vida de uno de los mareros, siguieron informando hasta la madrugada del siguiente día.

Horas más tarde, la Policía localizó solamente el camión en el kilómetro 25 de la carretera que conduce de El Boquerón hacia Quezaltepeque. Así comenzó la angustia y la incertidumbre de María Elena que se alivia un poco, con el funeral de su hijo en el cementerio municipal de Teotepeque.

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