Sandra Monterrosa es una mujer de 48 años de edad. Durante ochos años de su vida, se dedicó por completo a su trabajo como tripulante de camiones recolectores de la alcaldía de Mejicanos.
Actualmente se encuentra desempleada, pero con la esperanza de encontrar un trabajo que le permita cubrir las necesidades básicas de su familia, más específicamente, las de sus dos hijos menores de edad, quienes viven con ella.
Cada día que pasa resulta incierto para la familia Monterrosa, pues los gastos del hogar están a la orden del día, y la situación laboral de ella y de su esposo no son las más favorables, ya que él trabaja como taxista y los ingresos son inestables.
Un aproximado de $154 mensuales son los que les permiten a Sandra y a su esposo cubrir los gastos del hogar, entre ellos, pagos de recibos, alimentación, gastos médicos y demás.
En 2016 Sandra sufrió un accidente laboral, cayendo desde la segunda planta de un edificio mientras daba mantenimiento al lugar.
Por causa de la caída, Sandra fue diagnosticada con edema cerebral, trayendo como consecuencia el padecimiento de convulsiones frecuentes, condicionándola de por vida a los chequeos médicos.
Por si eso no fuera poco, por negligencia, el informe de su accidente laboral fue redactado como “accidente común” en el seguro social (ISSS), dejándola desamparada en cuanto a sus derechos laborales y con una pequeña pensión que les ayuda a sostenerse mensualmente.
A finales de 2021 Sandra se presentó a trabajar como tenía por costumbre, sin pensarlo, una de las empleadas de la alcaldía le informó que ya no trabajaba ahí.
Ante lo ocurrido, la madre de Sandra, quien dependía de ella y tenía problemas del corazón, perdió la vida debido a la noticia y a la preocupación respecto a la estabilidad económica familiar.
Desde entonces, para Sandra es un calvario el encontrarse desempleada, pues recuerda con dolor que la noticia le arrebató a su madre, y piensa además en el futuro de sus hijos, quienes apenas tienen 10 y 14 años de edad.
Llueve sobre mojado
“Solo le pido a Dios poder trabajar para seguir adelante con mis niños”, comenta Sandra.
Tal y como lo expresa Sandra, las situaciones a las que se enfrentan actualmente, les resultan ser una prueba para ellos como familia, pues además de las convulsiones de la mujer, los menores de edad también presentan problemas de salud.
Uno de los hijos de Sandra está diagnosticado con principios de lupus, es decir, una enfermedad que hace que el sistema inmune ataque células sanas por error. Para ello, el menor necesita atención médica para controlar el padecimiento, pero no cuentan con los recursos suficientes para atenderle como se debe.
Por otra parte, su otro hijo recibe atención psicológica en el centro escolar en donde estudia debido a que los problemas del hogar afectan su desempeño académico.
De igual forma, Sandra, teme por su vida, pues en los últimos meses fue diagnosticada con un listado de enfermedades que empeoran su calidad de vida.
Un edema cerebral, pérdida de la visión, complicaciones en el hígado, sospechas de cáncer estomacal, convulsiones, y sospechas de cáncer de seno son algunos de los diagnósticos que ha recibido Sandra luego de perder su trabajo.
Ante el sombrío panorama, la familia Monterrosa espera restablecer su situación económica mediante la venta de pupusas los fines de semana y el servicio de taxi.
Sandra espera recuperar su trabajo o encontrar un sitio que le permita desempeñarse de acuerdo a su condición médica con el objetivo de sacar adelante a sus hijos, sin importar que hasta ahora ya fue diagnosticada con 50% de inmovilidad en su cuerpo.