Agricultor encuentra fósiles de 2 millones de años en Apastepeque

Miguel Ángel Blanco, del caserío El Panameño, en Apastepeque, San Vicente Norte, había ido a pescar en octubre del año pasado cuando hizo un sorprendente hallazgo: una mandíbula fósil de gran tamaño, que resultó ser de un mastodonte.

Luego, la semana pasada, encontraron lo al parecer era la otra mitad de la mandíbula a dos metros de donde encontró la primera.

"El Ministerio de Cultura vino y nos confirmó que lo que encontramos es la mandíbula de un mastodonte", relata Miguel, mientras recorre las veredas de la poza La Bruja del río Sincuyo, cerca del lugar del descubrimiento.

Miguel cuenta que mientras pescaba camarones en el río vio algo brillante en un borde de tierra, lo sacó y notó su aspecto inusual. Recordó una historia que había escuchado sobre una muela gigante que encontraron en el mismo terreno y fue vendida por 50 dólares y pensó que podría ser una oportunidad para ganar algo de dinero.

"Escarbé un poco, la saqué y me pareció inusual. La llevé a casa y mi cuñado y un amigo la vieron; entonces decidimos investigar más", dice Miguel.

Junto a él camina su amigo Juan Zavala, quien ha sido testigo del revuelo causado por la noticia. Desde que un medio local publicó el hallazgo, Miguel ha recibido numerosas llamadas de personas interesadas en que les muestren la mandíbula con dientes.

"Hoy vinieron del Ministerio de Cultura y cerraron el sitio. Nos prohibieron dar entrevistas porque el área debe resguardarse", comenta Miguel, frustrado. Aunque no pretendía vender la mandíbula, pensó en aprovechar el interés del público para obtener ingresos con visitas guiadas.

"Querían que donáramos la pieza, pero nos negamos porque no sabemos qué harán con ella. Preferimos que se quede aquí", afirma Miguel quien se dedica a la agricultura.

Según Juan, los expertos que los visitaron estiman que la mandíbula tiene más de 2.5 millones de años y que, por su dentadura, pertenecería a un mastodonte joven.

GALERÍA: Sorprendente hallazgo de fósil de mastodonte en Apastepeque

"Seguramente al querer buscar se encuentran otras partes de los mastodontes y más piezas", aseguran que ese puede ser un buen ingreso económico para él y otras familias que están en total abandono ya que algunas de las casas del caserío carece de luz y agua por la falta de ingresos económicos.

El caserío El Panameño, una tierra de vestigios

Este tipo de hallazgos no sorprende a los habitantes del caserío El Panameño. El maestro Romero Aguilar, del Centro Escolar local, resguarda una colección de fósiles encontrados por alumnos y sus familias.

"Hace unos 10 años, el maestro Pedro Álvarez empezó a guardar estas piezas, ya que algunos padres las vendían o las tiraban por desconocimiento", explica Romero, docente de Ciencias Sociales.

Para él, estas piezas son herramientas valiosas para enseñar paleontología y antropología y crear conciencia sobre la riqueza natural del lugar.

"Algunos vecinos dicen que, hace tiempo, encontraron huesos de hasta dos metros, pero se perdieron. Queremos evitar que eso siga pasando y facilitar su estudio y exposición pública", añade.

Romero espera que las autoridades apoyen la creación de un museo que permita a la comunidad conocer y valorar su patrimonio.

Reminiscencias del Tomayate

Los restos encontrados en Apastepeque recuerdan a los de los mastodontes encontrados por el ciudadano de profesión albañil Teófilo Reyes Chavarría en 2001 a las orillas del río Tomayate, en el actual distrito de Apopa, que resultó ser un rico sitio paleontológico en el que se descubrieron fósiles de 19 especies de mamíferos representantes de la megafauna del pleistoceno, una época de entre hace 2,000,000 a 10,000 años. El primer fósil que Reyes Echeverría encontró resultó ser de la mandíbula de un mastodonte de la especie cuyo nombre científico es Cuvieronius hyodon.

Este mastodonte se parecía mucho a los elefantes actuales, vivían entre 45 a 50 años y esto se deduce precisamente por las dentaduras.

Esta especie era originaria de Eurasia y colonizó el continente americano a través de Beringia mucho antes de que se formara el istmo de Panamá.

Algunas variedades de estos animales alcanzaron a colonizar partes de Suramérica durante el Gran Intercambio faunístico, hace unos 2 millones de años, y llegaron hasta lugares tan alejados como el sur de Chile.

Entonces el clima era diferente, era más frío porque la Tierra pasaba por una era glaciar, y el paisaje era también distinto, con sábanas con pocos bosques similares a las africanas en las que vivían mamíferos de gran tamaño. Una especie insignia de la misma época que se han encontrado también en El Salvador, son los perezosos gigantes y megaterios, pero según los hallazgos en el Tomayate también había llamas, caballos, bisontes, rinocerontes, armadillos gigantes, osos, lobos-hiena, el extraño toxodonte, felinos dientes de sable e incluso una especie de mamut.

Las excavaciones para rescatar los fósiles del Tomayate fueron patrocinadas por el Estado, trabajo realizado por los paleontólogos que trabajaban en el Museo de Historia Natural (Muhes), ubicado en el parque Saburo Hirao de San Salvador. Al evento se le dio una extensa cobertura mediática y las autoridades difundieron la información recopilada por los científicos y se hizo una exposición con los fósiles en el Palacio Nacional y otras ciudades.

Otros importante sitios paleontológicos en los cuales hay fósiles del pleistoceno son la barranca del Sisimico, también en Apastepeque y cerca del caserío El Panameño y Río Frío en Ahuachapán.