Casa de Vida, una iniciativa que busca apoyar a niñas y adolescentes embarazadas en su periodo de gestación y los primeros meses de vida del infante, especialmente cuando han sido víctimas de violencia, ha comenzado a funcionar.
El programa, pretende beneficiar a una treintena de niñas y jóvenes embarazadas para que puedan permanecer albergadas junto a sus hijos, garantizándoles suplir necesidades básicas.
Bob Mc Donell, su fundador, lleva 34 años impulsando proyectos en favor de la niñez en El Salvador, en 1989 fundó junto a su esposa Mi Casa Kids en San Miguel, un hogar para niños huérfanos y abandonados. Después, en 2001 se trasladó a su ubicación actual en Santa Tecla.
En agosto de 2022, Bob obtuvo el aval de las autoridades del Consejo Nacional de Protección Integral a la Niñez y Adolescencia (CONAPINA) para iniciar con Casa de Vida, tras un periodo de establecimiento, en julio pasado recibieron a la primera beneficiaria y el lugar en la que funcionará está siendo adaptado para el proyecto.
“Brindar un hogar sano, porque los estudios dicen que una madre bajo estrés y maltrato hace que el bebé nazca mal, pesa menos, su cerebro pesa menos; si hay estrés, entonces los bebés nacen con daños”, comenta el fundador Casa de Vida sobre el objetivo primario del proyecto, ofrecer las condiciones óptimas para una madre víctima de violencia y para su hijo.
Los inmuebles en los que funcionará fueron donados, está ubicado sobre la 6.a calle oriente y la 9.a avenida sur de la colonia Utila, en Santa Tecla y busca dar acogimiento y suplir las necesidades de vestuario, alimentación, educación y salud tanto de las jóvenes madres como de sus hijos durante los primeros meses de vida.
Pero una empresa tan generosa también demanda un gran esfuerzo, tras conseguir la donación de los dos inmuebles, hubo que comenzar los trabajos para adecuarlos, proceso que aún continúa. Cocina, comedor, dormitorios, sala de lactancia y otras áreas de convivencia son parte de la composición del proyecto que beneficiará a treinta jóvenes madres.
“Este es un lugar sano donde las jóvenes podrán aprender a ser madres, continuar su educación, conocer sus derechos, lo que no queremos es que… ¿Qué pasó?, en dos años está embarazada otra vez, por eso estamos intentando asegurar el derecho de la niña para continuar estudiando y con el conocimiento para cuidar a sus bebes”, añade.
El fundador de la iniciativa detalló que también se busca obtener una evaluación del desempeño de la misma, es decir, obtener resultados medibles sobre el impacto del proyecto en la vida de las beneficiarias y sus hijos, con miras a, en un futuro poder establecer una nueva sede.
Laura Rivas, administradora del proyecto, detalló que la Universidad de Harvard en Estados Unidos ha comenzado con la medición de impacto, “van a medir el desarrollo psicosocial, físico, emocional del infante, que ha tenido junto a su madre asistencia durante el embarazo y sus primeros meses de vida, con respecto a infantes que no tuvieron este apoyo, lo mismo con las madres, se conocerá el impacto entre aquellas que han tenido apoyo versus las que no lo recibieron”.
La sociedad salvadoreña ha normalizado la violencia, en muchas ocasiones, se normaliza que en la familia haya un agresor, opina. “Según cifras que nos comparten, ahora que tenemos acercamiento con hospitales, nos dicen, estamos registrando entre 10 y 15 casos diarios de abuso en menores de edad, y esto nos lo dice una persona de un solo hospital”.
El albergue ofrece seguimiento médico especializado y odontológico, atención psicosocial, formación académica, talleres vocacionales, actividades recreativas. “Queremos que estas jóvenes y niñas no vean terminadas sus esperanzas educativas, sino que se sigan formando, que se empoderen y que puedan defender a las generaciones venideras”, agrega.
Casa de Vida recibe a jóvenes víctimas de violencia bajo petición expresa de la CONAPINA. Para que el Estado deje bajo su cuidado a una menor, debe existir una denuncia previa ante las autoridades, algo que, las niñas y jóvenes o sus familias no hacen en muchos casos, por temor. Casos en el que el mismo agresor está en casa, es una persona cercana o se encuentran bajo amenaza, no son una realidad lejana en El Salvador.
Desde el pasado julio, el albergue da cobijo temporal a Karla (nombre ficticio), de 17 años, con 30 semanas de gestación, se abstiene de hablar sobre las circunstancias previas al embarazo. Manifiesta estar contenta con el apoyo brindado, en pocos días, realizará el examen de nivelación para obtener el último grado de educación básica.
Quiere ser psicóloga, sobre su niñez, recuerda que estuvo marcada por obligaciones que le privaron de jugar, como las niñas. “Siempre fue estar pendiente de los animales, que tengan comida, que no se pierdan… que esté barrido, cero muñecas, cero ir a jugar con otros niños y niñas. No salir de la casa”, recuerda. Karla creció en una zona rural y es la mayor de cinco hermanos.
Estudiaba, su asignatura favorita era Lenguaje, la sacaron de la escuela al tercer grado y a pesar de volver un par de años después, le costó tomarle ritmo al estudio nuevamente para llegar al sexto. No recuerda haber hecho amigos alguna vez, le decían que las amistades “la iban a llevar a la perdición”.
“Me está yendo muy bien”, dice hoy en día, sobre la preparación para su examen de nivelación con el que aspira a completar la educación básica. A veces, se distrae comenta, “estoy escribiendo y me distraigo, se me viene todo lo que me ha pasado, pero a veces trato de no recordar”.
Jenn Satterfield, directora de Casa de Vida, dice no perder la esperanza en que se rompa el ciclo de violencia que lleva a niñas y adolescentes a ser víctimas de violencia sexual.
Sin embargo, lejos de ser un flagelo en decadencia, la violencia sexual es un fenómeno en crecimiento. Entre junio de 2020 y mayo de 2021, la Fiscalía General de la República registró 5,260 delitos sexuales, según los indicadores de delitos contra la mujer recogidos en su memoria de labores.
Para el 2022, la cifra de delitos conocidos por el Ministerio Público creció hasta los 7,023, (1,763 más que en 2021); y para el recién presentado informe de labores de 2023, fueron 7,939 delitos sexuales (916 más que en 2022).
Más de veinte mil casos en tres años, serían al menos 18 diarios. Considerando que estos son solo los que llegan a ser conocidos por autoridades, no se habla de un problema menor, es algo complejo y cimentado en ciclos de violencia que deben romperse, como insiste Jenn.
De ahí el énfasis en la educación que brindará Casa de Vida, donde se plantean que Karla será capaz de superar más obstáculos en la medida que se forme, su próximo gran objetivo será ser bachiller y las beneficiarias futuras también tendrán la oportunidad de seguir estudiando en un entorno seguro para ellas durante el embarazo.
La primera iniciativa a nivel nacional en ofrecer el apoyo necesario a niñas y adolescentes víctimas de violencia sexual, recién ha emprendido y el esfuerzo por hacer sostenible el proyecto de apoyar a 30 adolescentes y niñas con 30 infantes es enorme.
Se prevé que, entre 20 y 25 profesionales entre cuidadoras, especialistas en medicina materno infantil, psicología y trabajo social, así como personal de servicios sean parte del proyecto cuando ya se encuentre plenamente operativo.
Ropa de maternidad, alimentos ricos en proteína, granos básicos, frutas y verduras serán necesarios para que Casa de Vida apoye a jóvenes madres. Donaciones pueden realizarse a través de la página web www.micasakids.org y coordinación para entrega de ayuda puede ser hecha a través del correo casadevidamicasakids@gmail.com o el teléfono 2556-0300.
El 17 de octubre próximo, se realizará la Noche de Esperanza, una actividad en Cadejo Brewing Company Montaña, en calle a Huizúcar, La Libertad, para recaudar fondos en favor de Casa de Vida.