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El Salvador importa promedio de 2,527 toneladas de plaguicidas al año, según estudio

Los investigadores señalan que en el país se siguen importando productos “obsoletos”, que ya están fuera del mercado en varios países por estar asociados a una gran cantidad de enfermedades, daños al medio ambiente y los ecosistemas.

Por Xiomara Alfaro | Jun 26, 2024- 08:59

Foto Archivo

A El Salvador se importan miles de toneladas de plaguicidas, gran porcentaje de ellos son obsoletos y están vinculados a daños en la salud de las personas.

El estudio “Tendencias reciente en la importación de plaguicidas en El Salvador”, expone que en promedio 2,527 toneladas de plaguicidas son importadas anualmente al país, de estos entre el 60% y el 80% está representado por herbicidas.

La investigación, desarrollada por el doctor Wilmer Barrera y el doctor Emmanuel Jarquín, toma como base para su análisis datos de importación de productos agrícolas (plaguicidas) durante nueve años (2013-2021) de la Unidad de Registros y Fiscalización de Importaciones del Ministerio de Agricultura y Ganadería.

Otro de los hallazgos es que dentro de los plaguicidas se encuentra una variación amplia de la importación de fumigantes y desinfectantes de suelos. En el año 2013 fueron 11 toneladas y para el año 2017 la cantidad llegó a mil toneladas importadas, según el estudio dado a conocer en el Primer Encuentro Científico del Instituto de Ciencias Agroalimentarias y Ambientales, de la Facultad de Ciencias Agronómicas, de la Universidad de El Salvador .

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Por otra parte los insecticidas y nematicidas (contra gusanos) sumaron más de las 100 toneladas por año. Seguido de los fungicidas y bactericidas que se ubicaron sobre las 100 toneladas anuales.

El doctor Barrera explica que para cada evento de importación, y en base a la composición de los productos, se logró determinar las cantidades netas de cada ingrediente activo, para lo cual se categorizaron según sus propiedades como herbicidas, fumigantes- desinfectantes de suelo, fungicidas-bactericidas, insecticidas-nematicidas, rodenticidas y molusquicidas.

“El promedio de importación de los herbicidas anda por los 2,021 toneladas”, añade el académico. En tanto los insecticidas y los nematicidas representan aproximadamente el 8% de las importaciones globales de plaguicidas.
Los fungicidas y bactericidas se ubican cerca del 5%, mientras que los Molusquicidas representan cerca del 0.1 %.
Las 4 moléculas “obsoletas” más importadas en El Salvador

De acuerdo al estudio, los cuatro principales ingredientes activos que conforman sustancialmente el volumen de importaciones en herbicidas son el 2,4-D; el Paraquat en segundo lugar, seguido de Glifosato y Atrazina.

Para 2021, el 2,4-D superó las 500 toneladas, y este componente representa casi un cuarto de todo el volumen de importación de herbicidas, seguido muy de cerca por Paraquat, Glifosato y Atrazina.

“Estos cuatro componentes activos tiene una predominancia bien marcada en esta categoría”, apunta el doctor Barrera.

En resumen, expone, en el caso de herbicidas, el 2.4-D, la importanción aumentó en un 10% en 2021 en comparación al año 2013, el Glifosato aumentando en un 37% (426 toneladas) en tanto el Paracuat y Atrazina se mantuvieron para 2021 en niveles similares a los que se tuvieron en 2013, con un promedio de 451 toneladas anuales y 339 toneladas al año, respectivamente.

El sector cañero es una de las actividades con más trabajadores agrícolas. Foto EDH / archivo

Al combinar estos cuatro componentes, estos representan casi el 87% del total del volumen importado de herbicidas, un dato que para los investigadores es “sustancial” y los califican como “los cuatro principales ingredientes activos presentes en el volumen de Importaciones” en esta categoría.

“Lo sorprendente es que, en el tema de herbicidas las cuatro moléculas más importantes son moléculas que ya están fuera en un número considerado de países, por ejemplo, la cantidad de importación más importante de herbicida es el 2.4-D, el segundo lugar lo lleva el Paraquat, dos componentes que se han relacionado con diferentes enfermedades, enfermedades de tipo hematológicas, metabólicas, renales. (Hay) diferentes tipos de patologías que se asocian a este tipo de moléculas”, expone el doctor Jarquín, especialista en el campo de la medicina, salud y seguridad ocupacional e investigación científica.

En la categoría de fumigantes y desinfectantes de suelo, la investigación señala que el más importante en cuanto a volumen es Bromuro de Metilo que para el año 2017 se tuvo con una importación “muy sustancial” de casi mil toneladas (995 toneladas), exponen los investigadores.

“Esta es una sustancia prohibida por el Protocolo de Montreal por ser una sustancia altamente agotadora en la capa de ozono, pero acá en El Salvador se está usado para controles de riesgo para el comercio internacional, como desinfección de contenedores, (pues) no se tiene todavía una forma de poder manejar ese riesgo de una forma favorable”, añade el doctor Barrera.

“El segundo ingrediente activo más importante que encontramos es el Fosfuro de Aluminio, con un promedio anual de 15.9 toneladas), el cual se usa básicamente para el control de plagas y granos almacenados; y Metam Sodio (9,2 toneladas) que es usado como desinfectante de suelos”, añade.

En cuanto a insecticidas y nematicidas resalta el clorpirifos , cipermetrina, terbufos y malation. De acuerdo a los datos, la importación de clorpirifos ha aumentado casi 33 toneladas en años recientes.

Para el doctor Jarquín resulta sorprendente además que en el caso de los insecticidas, tres de estos, clasificados entre los 4 de mayor importación, sean órganos fosforados.

“Esas dos moléculas son inhibidores de una de una enzima que se llama acetilcolinesteras y eso hace mucho estragos en la salud humana; por ejemplo, efectos disruptores endocrinos que afectan en la niñez, los niños quedan con una inteligencia alterada, son niños con retraso mental, niños pequeño, tienen efectos disruptores endocrinos, y aparte de eso generan otras afectaciones neurológicas”, apunta.

Para los investigadores, dar a conocer datos actualizados sobre la importación de agroquímicos, considerados de peligro en materia sanitaria, para el medio ambiente y los ecosistemas, permite poner sobre la mesa un tema sobre el cual se deben tomar acciones y medidas que conlleve a su desuso o uso regulado de los mismos.

“El plaguicida sería la última opción que un agricultor debería de tener, debería de educar al agricultor en, por ejemplo, conocer los ciclos biológicos del insecto para poder determinar a dónde poder llegar sin el uso de plaguicidas, y así otras mecanismos efectivos”

Dr. Wilmer Barrera, investigador



“Sabemos que dentro de un contexto global, al tema de agroquímicos no se le está dando una connotación o una coyuntura realista. Nuestra contribución tiene como punto de partida comenzar a generar datos concretos sobre los cuales se puede ir construyendo una valoración adecuada sobre los impactos de estos compuestos en la salud humana y el medio ambiente”, añade Barrera.

“Hace falta educar y estudio de nuevas alternativas”

Ambos académicos señalan que con este estudio buscan además establecer que debe existir una responsabilidad compartida.

“¿Por qué se siguen vendiendo moléculas que ya están fuera del mercado en una cantidad importante de países, y nuestro país sigue importándolas?”, cuestiona Jarquín. Para el experto también debe haber un cuestionamiento a las autoridades o entidades correspondientes sobre qué mecanismos se están utilizando para educar a la población sobre su uso y sobre el equipo de protección, así como el abordaje en materia de salud.

Los investigadores recalcan que el uso de plaguicidas comúnmente lo hacen agricultores sin equipo de protección personal.

A su juicio se necesita en el país una agricultura más sostenible, una agricultura circular con el uso de moléculas que tienen menos efectos residuales y/o menos efectos tóxicos en la salud humana. “Existen sustitutos para todos los compuestos que más impactos causan en la salud humana o el medio ambiente, en otros países se crean comités o comisiones debidamente técnicas en las que se establecen alternativas adecuadas para estos productos”, apunta Barrera.

Al contextualizar esta realidad a la actividad de los agricultores en El Salvador, agrega el doctor Barrera, no se puede dejar de lado una integración adecuada en el manejo de plagas, en la cual no se utilizan los químicos como la primera alternativa.

“Primero (se debe) integrar otro tipo de medidas, modificación del medio ambiente, prácticas de conservación, rotación de cultivos. Existe una gran cantidad dentro del abanico de los sistemas agrícolas; potenciar los recursos propios para generar mejores balances y en el evento concreto de sustituir, hacerlo desde un punto de vista técnico” puntualiza.

Para Jarquín el modelo de producción en el país se ha enfocado en el monocultivo (café y caña de azúcar) lo que hace que dependa mucho de agroquímicos, y esto, puntualiza, “debe cambiar” a un sistema que sea más sustentable y sostenible en el tiempo.

“El plaguicida sería la última opción que un agricultor debería de tener, se debería de educar al agricultor en, por ejemplo, conocer los ciclos biológicos del insecto para poder determinar a dónde poder llegar sin el uso de plaguicidas, y así otras técnicas de cultivo”, expone por su parte el doctor Barrera.

Otro tema, señalan, que no se ha confrontado como país y que es una realidad, es el de residuos de pesticidas en los alimentos.

“Todo eso es parte de la dieta diaria, está incluido en los alimentos, no al nivel de conciencia que deberíamos de estimar, pero definitivamente existe entre trazas de todos estos productos, en las frutas y verduras que llegan a los mercados”.

Una forma de poder mitigar esta residualidad es a través de un lavado muy profundo del producto, por ejemplo, explican.

“Nuestro énfasis es que se visibilice o se haga más relevante este tema a la luz de la alimentación más sana, más amigable con el medio ambiente. Vivimos en tiempos de cambio climático también y los plaguicidas son parte de un ciclo vicioso en el que si no lo utilizamos adecuadamente no abonan a una transición sostenible”.

Ambos expertos resaltan no estar en contra del uso de agroquímicos, por el contrario abogan por un uso racional y que en la medida de lo posible sea la última opción, protegiendo primero la salud humana y el medio ambiente, su objeto es además plasmar que existen opciones que podrían sustituir estos compuestos considerados “obsoletos y que en El Salvador y se están usando de manera indiscriminada”.

“Nuestro estudio tiene un enfoque meramente científico y lo que ponemos a la palestra como recomendación es evaluar nuevas alternativas y poder educar sobre su uso”, opina el doctor Jarquín.

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