Por cinco meses, Juan Carlos Cornejo vivió una pesadilla, tras ser detenido por una llamada anónima. El Diario Hoy conversó con él, tras su reciente liberación, ya en su hogar en el distrito de El Congo, en Santa Este, el jueves pasado.
Fue liberado del penal de Izalco el domingo 16 de junio. Sus familiares no fueron a recogerlo porque no fueron notificados, y logró llegar a su casa gracias a la solidaridad de los familiares de otro reo, quienes lo auxiliaron y lo llevaron hasta su casa.
Cornejo luce más delgado, con piel muy clara, delgado, con evidente dificultad de movilidad en sus piernas a causa de un accidente laboral y sin la larga cabellera que lo caracterizaba. El rescatista de perros accedió a ser entrevistado sobre cómo fue su captura, y comentar parte de lo que vivió en el penal de Izalco.
Una denuncia anónima hecha al servicio 123 en noviembre de 2023, en donde se le acusó de ser integrante de la pandilla 18 y que realizaba diferentes ilícitos en la zona, fue la razón por la que en enero de 2024 fue llevado a bartolinas de Santa Ana y luego trasladado al penal de Izalco, pese a tener un expediente policial y de Centros Penales sin antecedentes.
Carlos relata que los tatuajes artísticos que porta, alusivos a la música rock y al black metal, fueron un argumento que policías usaron para sumarle acusaciones como pandillero. Él señala que específicamente el tatuaje de una cabra con un pentagrama, el cual los policías afirmaban que era “una ouija”, aportó a que la acusación de supuesto pandillero se reforzara.
Libre y manteniéndose fiel a la persona que es, Carlos usa una camiseta manga larga de la banda alemana de black metal “Nargaroth” y, sin temor a ser juzgado, muestra todos sus tatuajes para confirmar que los que porta son artísticos y no de pandillas.
“Soy inocente y no soy pandillero, estos son tatuajes artísticos”, recalcó, mientras los mostraba. Para él, lo que le ocurrió es un hecho grave que tiene una repercusión irreversible en su vida.
El rescatista de perros recalcó que él trabaja en beneficio de animales abandonados o asistiendo a mascotas de otras personas desde 2013, “incluso he brindado servicio a policías de la delegación donde estuve detenido y de bartolinas de Santa Ana”, explicó.
“Es bastante complicado lo que le toca vivir a uno cuando es detenido siendo inocente”, continuó su relato. A Carlos se le quiebra la voz al recordar las situaciones que ha tenido que vivir, más el hecho de estar lejos de sus hijas de cuatro y un año de edad y su compañera de vida, Esmeralda, quien además de cuidar a las niñas sin un trabajo fijo, luchó y buscó ayuda de distintos organismos de derechos humanos para denunciar su detención arbitraria y agilizar la liberación.
Cornejo estuvo detenido en la fase 1 del Penal de Izalco. Ahí, según él no hay pandilleros, o al menos en su celda no los hubo.
“Las personas que saben lo que han hecho están tranquilos y los que no han cometido delitos y han sido acusados sin ser culpables sin pruebas son las personas intranquilas, lo sé porque yo lo viví”, narró.
Cornejo dice que entre los detenidos hay personas que quizás alguna vez cometieron delitos leves, pero que nunca han pertenecido a las pandillas. Él calcula que las celdas son de 6 x 12 metros y que están sobrepobladas, con alrededor de 300 personas. “Ahí hay hombres con muchas enfermedades, no solo de discapacidad como yo, sino que también mentales”.
“Para dormir en mi catre dormíamos tres, acostados de lado, arriba de nosotros había hamacas, nunca dormí bien, entre tantas personas es difícil mantener la celda limpia, pero todos poníamos de nuestra parte. A mí se me complicaban muchas cosas por mi discapacidad, pero yo estaba y estoy seguro de mi inocencia, eso creo que también me ayudó a salir más rápido”, expresó.
El rescatista de perros comentó que muchos reos son solidarios unos con otros en situaciones duros, pues “tuve compañeros que incluso se intentaron suicidar, a uno lo rescatamos antes que se terminara de colgar de la pita de una hamaca”.
Durante su encierro, Carlos fue interrogado varias veces e inspeccionado por la inteligencia policial y el director del penal. ¿De cuál lado de la 18 sos?, ¿cuántos has matado? Son algunas de las preguntas que le hacían.
“Para mí era irónico que me vincularon con algo que nunca me dejó vivir tranquilo”, explica, pues según Carlos un grupo de pandilla lo molestaba por su pelo largo y el otro grupo de pandilleros lo hacía por la música que escuchaba.
“Dentro del penal no me creyeron las situaciones que yo vivía a diario en la zona donde vivo”, lamentó.
Carlos conoce las acusaciones que se le hicieron, pues los agentes que lo capturaron se las dijeron: “no investigan antes y luego que uno queda capturado tampoco lo hacen”… “Yo le haría el llamado a las personas que hacen acusaciones falsas, porque lo que yo viví no es algo que se resuelve rápido, ya estoy fichado, tengo un antecedente penal que afecta muchos aspectos de mi vida”.
Mientras Carlos habla de lo que vivió y reflexiona sobre su situación, varias personas llegan, tocan la puerta y preguntan por él para saludarlo; son amigos y clientes que se enteraron a través de las redes sociales de su liberación.
Esmeralda Murillo, su compañera de vida, comentó que esas mismas atenciones las vivió ella mientras él estuvo preso. Como ejemplo, “los perros rescatados se curaron gracias a las atenciones de los amigos y personas solidarias que siempre estuvieron pendientes”, dijo.
Carlos dice que su plan de establecer una casa refugio para perros y gatos rescatados, así como de ofrecer sus servicios como auxiliar de veterinaria, siguen en pie.
“Los animales son sinceros, fieles, tiene más respeto que las personas, no son hipócritas o malos como los seres humanos, por eso los cuido”, dijo.
Según la carta de liberación, Cornejo fue liberado con medidas sustitutivas, por lo que debe periódicamente acercarse a firmar al juzgado correspondiente.