El bullying y ciberbullying (acoso personal y a través de dispositivos electrónicos) son conductas que, aparentemente, se están normalizando entre los jóvenes; pero que a criterio de profesionales trae consecuencias negativas en el autoestima de quienes sufren dichas situaciones al punto de convertirlas en personas desconfiadas, retraídas, irritables y que evitan la presencia de muchachos de su misma edad.
La Encuesta de Salud Mental, elaborada el año pasado por el Instituto Nacional de la Salud, del Ministerio de Salud, define que bullying es toda forma de maltrato psicológico, verbal, físico o social que se produce reiteradamente entre escolares a lo largo de un tiempo determinado.
Cuando se le consultó a los cuidadores de la población en edad escolar sobre la prevalencia que ha experimentado algún tipo de acoso en el entorno escolar, la mayoría dijo que no existía.
Fue un porcentaje mínimo que reconoció la problemática (ver gráficos).
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La situación con el ciberbullying es similar, de acuerdo a los datos de la encuesta que, para el caso, definió dichas conductas haciendo uso de tecnología para ejercer abuso psicológico (amenazar, humillar o atacar) que se realizan entre escolares.
“Por lo que he visto en varias escuelas, podría ser más el porcentaje de estudiantes que podrían estar siendo objeto de bullying y ciberbullying”, dijo el secretario de organización de Simeduco, Francisco Zelada, al ser consultado sobre el tema.
Aunque matizó que “no es que la situación está descontrolada” ya que dijo que se han tomado medidas, como denuncias ante la Fiscalía General de la República (FGR) y la intervención de la Policía Nacional Civil (PNC).
“En los centros escolares, en efecto, sí ocurren este tipo de situaciones; pero hay también un control, no es que la situación está descontrolada. Se están tomando las medidas debidas, como lo son las denuncias a la fiscalía. También en varios centros educativos hay intervención de la Policía Nacional Civil para impartir charlas que llevan el componente preventivo a manera que los estudiantes ya saben que si hacen este tipo de acciones van a ser castigados de conformidad con las leyes. Eso ha estado frenando que este tipo de situaciones se degeneren”, señaló el educador.
Los casos
Alejandra, nombre cambiado para proteger su identidad, estudia sexto grado en una escuela rural del municipio de Tacuba, en Ahuachapán.
Sus compañeros la rechazan y le colocan sobrenombres debido a su complexión física.
Pero el bullying que experimenta la adolescente va más allá pues los demás jóvenes, incluso, se niegan a integrar grupos cuando el docente les deja alguna tarea en la misma aula. “Ella no dice nada; pero en el fondo se ha de sentir mal”, dijo el profesor, de quien también se omite su identidad para no revictimizar a la joven. El educador ha increpado, en más de una ocasión, a los alumnos sobre que la complexión física de la adolescente no les afecta a ellos, con la finalidad de que dejen de colocar sobrenombres.
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Los apodos, como comúnmente se le conoce a dicha práctica, parece que es la principal forma de bullying que se registran en los centros educativos, o al menos, de los que se habla abiertamente.
Así lo reflejan dos niñas, de 11 y 15 años, que fueron consultadas sobre si se sienten víctimas de bullying y ciberbullying.
“Con una de mis compañeras sólo nos ponemos apodos entre nosotras. Con los demás no nos metemos”, contó la más joven, quien estudia quinto grado en una escuela de la cabecera departamental.
La mayor de las adolescentes señaló que escucha que sus compañeros se dicen sobrenombres, que van relacionados, principalmente, a ocupaciones que tienen sus parientes o su forma física.
Coincidentemente, la menor de las adolescentes contó que su grado había recibido una charla de profesionales donde les explicaron sobre el acoso escolar.
Consecuencias
El presidente de la Asociación Salvadoreña de Psiquiatría, doctor Mario Ernesto Flores, dijo que no podía dar una opinión sobre alguna encuesta en particular; pero señaló que en algunos casos, la puntuación podría salir baja porque las personas tratan de ocultar la situación o no tienen definido, al momento de la encuesta, a qué se refiere.
“El acoso escolar es una realidad en todo el mundo, y eso implica América Latina; El Salvador no se escapa de esa situación. En algunos trabajos se habla de un porcentaje entre el 40% y el 70% de estudiantes que en algún momento de su vida escolar han sufrido algún tipo de acoso. Es decir, no necesariamente que el 70% lo esté sufriendo actualmente; pero en algún momento lo ha sufrido”, explicó el profesional.
Agregó que el acoso escolar, en sus dos formas, es una de las causas principales para el bajo rendimiento, deserción escolar y mal comportamiento de los jóvenes.
Esto último está relacionado a que la persona que es acosada en algún momento de su vida también se vuelve acosadora, incluso no solamente en su centro educativo sino también en su hogar.
“El ausentismo escolar, que posteriormente puede ser una deserción, es una de las manifestaciones más importantes y frecuentes cuando alguien está siendo acosado en la escuela”, explicó el presidente de la Asociación.
El profesional señaló que algunas de las expresiones que podrían tener jóvenes que son víctimas de acoso y ciberacoso, son que “preferiría no estar, preferiría no existir, preferiría quedarme dormido y no despertarme nunca”.
“Son conductas o expresiones que deben llamar mucho la atención”, puntualizó.
Yesenia Quiñonez es una psicóloga de profesión que conoce muy bien el tema del bullying y ciberbullying, ya que en el 2019 fue parte de una campaña que buscaba llegar a 5,000 estudiantes de Ahuachapán para prevenir dichas conductas.
Relató que observaron la necesidad de abordar la situación porque el daño que se genera en la niñez y adolescencia muchas veces es irreversible.
Ante la violencia y la falta de redes de apoyo, surge la ansiedad, depresión y en ocasiones ideas suicidas. “Nos dimos cuenta de un caso bien delicado, en una escuela, una niña se quiso quitar la vida por el nivel de violencia que sufría por parte de sus compañeros, esto fue muy impactante y a la misma vez alarmante; pero fue aún más preocupante que algunos padres de familia manifiestan que responder con violencia ante la violencia es aprender a resolver los problemas, según (porque) así se hacía en el pasado. Pero estoy en desacuerdo porque no es necesario llegar a tal punto para tener control sobre lo que no nos agrada de los demás”, expresó la profesional.
La Encuesta Nacional de Salud Mental, señaló, que no refleja resultados alarmantes a nivel estadístico; pero que no significa que no se deba prestar la debida atención con actividades preventivas.
“Si no cuenta con las herramientas necesarias para ayudar a los hijos e hijas en estas situaciones, busque ayuda profesional (psicológica)”, concluyó Quiñonez.
Comunicación
Los expertos en psicología y psiquiatría recomendaron a los padres de familia que deben de tener una comunicación sincera con sus hijos para que ellos tengan confianza de contarles lo que les sucede en la escuela. “Muchas veces se ve que es algo habitual, normal, que a un muchacho le pongan un apodo, que sí puede ser un tipo de violencia psicológica; pero que lo pueden ver algo normal. El resultado del acoso escolar es bien complicado y delicado; al final de cuentas van a ser persona inseguras, agresivas, aisladas, y desconfiadas”, señaló el presidente de la Asociación Salvadoreña de Psiquiatría, doctor Mario Flores