La pandemia del covid-19 generó un impacto no solo en la vida de las personas en el mundo, sino también en la economía y en la salud de todos. Un reciente estudio del Banco Mundial demuestra además que este impacto también ha dejado grandes repercusiones en los niños y los jóvenes, etapas en las que el ser humano desarrolla habilidades y se prepara para la vida laboral y la productividad.
“Colapso y Recuperación: Cómo el covid-19 erosionó el capital humano y qué hacer al respecto” es el primer análisis de datos mundiales sobre personas que tenían menos de 25 años al inicio de la pandemia, y el efecto que la emergencia ha causado en ellos.
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La investigación del Banco Mundial concluye que los estudiantes de hoy podrían perder hasta el 25 % de sus ingresos totales cuando sean adultos debido a la crisis educativa y el cierre de las escuelas.
El cierre de las escuelas causó más perdida de aprendizaje, dice el estudio. Por cada mes en el que las escuelas permanecieron cerradas los niños perdieron un mes de aprendizaje. Casi 1,000 millones de menores perdieron al menos un año completo de educación presencial, y más de 700 millones perdieron un año y medio debido al cierre prolongado de las escuelas.
El poco aprendizaje durante los años de la pandemia ha aumentado en los países de ingresos bajos y medios, resalta el estudio, estima que el 70 % de los niños de 10 años no puede comprender un texto básico.
“Las pérdidas de aprendizaje que se observan actualmente podrían reducir en $21 billones los ingresos futuros en todo el mundo”, agrega el organismo internacional.
El análisis
Expertos en el tema de educación consideran preocupante este panorama. El doctor Oscar Picardo Joao, educador e investigador, director del Instituto de Ciencias, Tecnología e Innovación (ICTI) de la Universidad Francisco Gavidia, señala la importancia de conocer el impacto que la pandemia ha generado en el proceso de desarrollo y plasticidad de los niños en edad preescolar.
“En ese período se está desarrollando la codificación y la descodificación, el apresto de lectoescritura y el desarrollo de los vínculos emocionales; detener todos esos procesos por un año genera un impacto muy grande”, explica.
El experto añade que detener el proceso de aprendizaje en los niños genera retrasos cognoscitivos y emocionales, afecta el aprendizaje y por ende las posibilidades de mejores opciones de futuro, incluyendo el empleo y sus ingresos en la vida adulta.
Desde el punto de vista neurocientífico, manifiesta, las autoridades en los países deberían estar conscientes de estos tres fenómenos de la codificación y la descodificación (que tiene que ver con la formulación de los símbolos abstractos en el cerebro y las conexiones neuronales que conforman el aprendizaje), los cuales, acota, deben ser estudiados a fin de tomar medidas para recuperar el tiempo perdido en la pandemia.
Mauricio Trejo, educador y Director de Educación Curricular de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), explica que el capital humano representa la acumulación a lo largo de la vida de condiciones de salud física, mental, de habilidades diversas, de conocimientos, de experiencias que ofrecen una condición para que la persona pueda ser productiva en todos los ámbitos de la vida, no solo en el tema de empleo.
“El capital humano tiene un valor intrínseco por si, en ese sentido las personas pueden resolver situaciones en la vida que requieren de intervención porque esto le va a llevar a lograr un mejor estado de bienestar personal y colectivo”, explica.
En materia de educación, añade, resultan importantes los hallazgos en el estudio del Banco Mundial , en el que se señala que la pérdida de aprendizaje ha sido mayor en los países con más desventaja en el ámbito educativo, “tal es el caso de El Salvador”, acota.
“El estudio planeta que es importante fijarnos en las generaciones más jóvenes, en la primera infancia, en la niñez en edad preescolar, en educación básica porque el desarrollo de habilidades en las edades más tempranas es una condición para que las habilidades se vayan desarrollando de manera secuencial”, explica Trejo.
El experto lamenta que a nivel de país no se tenga un estudio que permita dimensionar cómo estamos en términos de desarrollo de habilidades y competencias en el sistema educativo, “mucho menos en términos de logros de aprendizaje individuales o que nos permita medir cuál es el rezago que podemos tener en términos de aprendizaje después de la pandemia”.
Ambos entrevistados resaltan la valoración del Banco Mundial al señalar que aún se está a tiempo para disminuir estos efectos que con el paso de los años afectarían la economía de los países.
Al hablar de El Salvador, el doctor Picardo concluye que la forma de reparar en cierta medida estos efectos es lo que no se ha hecho.
“Seguimos trabajando (en el sistema educativo) como si nada hubiese pasado, si seguimos actuando así el impacto será lento, será silencioso, pero tendrá un costo altísimo en el futuro. Se debe ampliar los márgenes de tiempo escolar para recuperar el tiempo perdido en pandemia”, enfatiza.
Trejo añade que tras el planteamiento del Banco Mundial sobre qué es lo que se puede hacer para disminuir este impacto en el futuro de los niños y jóvenes de hoy, conlleva a analizar qué es lo que el las autoridades de Educación en cada país, y sobre todo El Salvador, está haciendo o no para poder abordar esta temática.
Explica que muchos niños han abandonado la escuela, pues, la enseñanza remota a muchos les ha desmotivado para continuar.
Considera que aunque no hay datos oficiales del Ministerio de Educación, es evidente que también ha habido muchos menos jóvenes que se sometieron a la prueba Avanzo en 2022.
“Según los datos que hemos tenido estamos teniendo un nivel de cobertura de hace 30 años cuando se comenzó con las reformas educativas en marcha. A partir de esta, uno de los focos a los que se le apostó fue a incrementar la cobertura de estudiantes de todos los niveles, eso se logró, pero después de la pandemia eso ha caído a esos niveles del primer lustre de los 90”, resalta.
Para el BM, no adoptar medidas urgentes en los que se atienda a niños y jóvenes en los diferentes niveles puede profundizar la pobreza y la desigualdad.