Mucho antes que ocurrieran los desalojos de vendedores en el Centro Histórico de San Salvador, las calles como la segunda calle Poniente y la Rubén Darío lucían abarrotadas de ventas y personas que buscaban los tradicionales atuendos de estreno para las fiestas de Navidad y Año Nuevo.
Este año no podría ser diferente, porque ya es por naturaleza que los salvadoreños -que buscan ahorrar de verdad- exploran siempre las ofertas en estas calles. La escena es la misma, pero ahora está sobre la cuarta calle Poniente, una cuadra al sur del centro. Prendas brillantes de acero inoxidable, ropa, zapatos y luces de Navidad, son tan solo algunos de los artículos que pueden complementar este atuendo que tanto desean mostrar en las fiestas a buenos precios.
Gerardo García es uno de los comerciantes de ropa para niños que desde siempre vendió en la antigua calle desde hace 15 años. Los días más esperados para él serán desde el 18 hasta el último día del año con el objetivo de sacar el mayor provecho a la temporada. Cada overol de mezclilla tiene un costo de $10 cada uno y los tiene de todas las tallas ideales.
Él se caracteriza por andar la ropa puesta en un maniquí del tamaño de un niño para que sus clientes vean cómo puede verse a la hora de ponérselo. Es parte del ingenio para lograr mejores ventas, aseguró.
Unas cuadras más abajo de esta calle vende Erick Fernández quien es la tercera generación de su familia que vive del comercio en el centro de San Salvador. Se especializó en la venta de joyas hechas de acero inoxidable de buena calidad, pero también amplía sus productos a zapatos y camisas.
“Está calmado, esperamos que desde el sábado 16 hasta el 24 se tope de gente comprando”, señala con emoción al recibir a los clientes. Cadenas gruesas con dijes religiosos, anillos, aretes y pulseras doradas son lo que destaca en su escaparate.
La sombra de los desalojos
A pesar de su expectativa por las festividades, agrega que todos sus compañeros comerciantes “los que han tenido suerte” siguen vendiendo para estas fechas debido a los desalojos que ocurrieron desde agosto del 2022. “Nos han reducido a un 30% de lo que teníamos del espacio para la venta. En el otro lado (2da calle Poniente) era más amplio”, señaló Gerardo al recordar años anteriores.
La cuarta calle Poniente siempre fue una zona de tránsito porque da conexión al mercado Central, al mercado Hula Hula y a la plaza Barrios. Ahora es más tumultuosa porque aquí se han arrinconado los vendedores ambulantes que fueron desalojados, algunos de ellos aseguraron hacerlo bajo amenaza del régimen de excepción. A pesar de estar tranquilos por la temporada, la sombra de que estos desalojos sigan sigue vigente.
A inicio de diciembre, El Diario de Hoy documentó cómo los vendedores ambulantes son constantemente acosados por comercializar a unas cuadras del renovado Centro Histórico. Los afectados denunciaron que los artículos son decomisados por Miembros del Cuerpo de Agentes Metropolitanos.
“Ellos andan haciendo de todo, golpeando a la gente, como dicen que son órdenes del alcalde. Todos tenemos necesidad, andamos corriendo como si fuéramos delincuentes”, manifestó una de las afectadas días atrás a este medio.