Reponer el conocimiento acumulado en la Dirección Nacional de Estadística y Censos (Digestyc) luego de que el gobierno salvadoreño pidiera su cierre será una tarea complicada y cara, de acuerdo a dos expertos en demografía de la Universidad de Berkeley en California, Estados Unidos.
El decreto de liquidación de la Dirección de Estadísticas solo dice en su artículo 1 que “Los empleados cuyas obligaciones sean indispensables para el funcionamiento y cumplimiento de las nuevas responsabilidades trasladadas al Banco Central de Reserva serán absorbidos con las prestaciones de ley respectivas, mientras que los empleados restantes quedan bajo la responsabilidad directa del ministerio de Economía para su reubicación o correspondiente indemnización”.
El experto en demografía Byron Villacis teme que este decreto pueda dar discrecionalidad a quienes definan los traslados de personal.
“Es muy fácil decir en un pizarrón decir: ‘pasemos equis oficina a este lado’ pero no se dan cuenta que hay personal de carrera que tiene que ser tratado como lo que es: gente, seres humanos. Cuando hay ambigüedad los que terminan afectados son los trabajadores. E independiente del diseño que querían hacer debería protegerse ese perfil humano”, consideró el profesional.
El decreto de disolución establece en su artículo 2 que se deberá crear una comisión con personal del ministerio de Economía y del Banco Central de Reserva para definir los traslados. Villacis cree que si el gobierno prescinde de personal con experiencia, la afectación sería grande.
“Capacitar y formar trabajadores en estadística es muy caro. Conseguir gente que sabe de esto es muy difícil por una razón: no hay organizaciones privadas ni muchas universidades ni siquiera en Latinoamérica que enseñan lo que se hace en las Direcciones de Estadística”, consideró el demógrafo ecuatoriano de la Universidad de Berkeley.
Para el especialista, trasladar las funciones de la Digestyc al Banco Central no es lo adecuado incluso si se fuera todo el personal técnico, pues habría “desorden” al ser ambas instituciones de perfiles diferentes.
“Cuando tú despides o le mandas a otra institución no solo pierdes las actividades sino el capital humano con el que tú venías durante décadas acumulando conocimiento. Supongamos que mañana se arrepienten (volver a abrir la Digestyc), volver a comenzar y volver a conseguir personas que tengan conocimiento acumulado va ser extremadamente difícil”, dijo Villacis.
Pero de hecho, el decreto de disolución de la Digestyc no establece un protocolo para el traslado de todas las áreas técnicas al Banco Central, por lo cual los trabajadores de la institución de estadística mostraron su preocupación.
Su colega demógrafa Beatriz Urdinola cree que la única forma que no se perdiera este conocimiento acumulado en la Dirección de Estadística es trasladar no sólo sus competencias al Banco Central de Reserva, sino además a todo su personal.
“Pues lo ideal sería que se llevaran a todos los técnicos, especialistas, en esos temas de mediciones, que se los llevaran a todos y eso se volviera más un área del Banco Central, de tal manera que no se perdiera ninguna de las áreas que ya existen. Si se los llevaran tal cual solo con un cambio de oficinas, para ponerlo de forma escueta, sería lo ideal porque no se perderías las capacidades técnicas”, dijo la demógrafa por la Universidad de Berkeley.
Sin embargo, este escenario tampoco es el adecuado, pues a juicio de ambos especialistas, una Oficina de Estadística y Censos tiene funciones y enfoques muy diferentes a los de un Banco Central, bajo cuya dirección quedarán las políticas de investigación.
“Una oficina de estadística produce muchas estadísticas, no solo la de inflación, que alimenta la banca central, sino todas las estadísticas del país. Todas las estadísticas de un país tienen que salir de esas oficinas oficiales de estadística”, explicó Urdinola.
Y especifica todos los rubros que abarca un Oficina de Estadísticas nacionales: “En particular, en los temas sociales: las encuestas de hogar, las encuestas de pobreza, de calidad de vida, los censos de población y vivienda y los censos son un pedazo de un engranaje que se llama censo y estadísticas vitales. Censos, nacimientos y defunciones. ¿Y cuántos salvadoreños hay? Ni idea porque no se hace censo hace mucho. Solo el conteo, pero un censo no es solo un conteo, sino el conteo y sus características socioeconómicas”, añade.
Pero a todas estas variables demográficas, una oficina de estadísticas debe añadir la migración, sobre todo en un país con las características históricas de migración de sus conciudadanos.
“Entonces, para tener una idea de cuántos, usted necesita los nacimientos, las defunciones y en un país con tan alta migración como El Salvador, la migración también. Entonces, ese conjunto de las vitales junto con el censo nos ayuda a saber cuántos somos, pero sobre todo quiénes somos”, detalla.
Es en estas especificidades donde no encaja el Banco Central.
“Y ahora, ¿qué tiene eso que ver con la Banca Central? Pues nada. La Banca Central solo hace inflación, tasa de cambio y si somos abiertos se preocupa también por crecimiento y desempleo. Entonces en realidad es como transferir la medición de muchísimas cosas”, cuestiona la experta.
Y a eso añade otros como los censos manufactureros, los temas de género, los temas de raza, mide recursos naturales, cartografía y otro tipo de experticias que no están al alcance de un Banco Central, cree.