El próximo 22 de diciembre, un promedio de 500 niños residentes en 12 comunidades y caseríos del cantón El Brazo, en San Miguel, vivirán la magia de la Navidad gracias a la solidaridad de un grupo de salvadoreños residentes en Estados Unidos que, año con año, se une para festejar junto a las familias estas festividades.
Juguetes, payasos, regalos, canastas navideñas, rifas de electrodomésticos y otras sorpresas se entregarán a las familias originarias de caseríos como Valle Alegre, Gualuca, Las Flores, El Conde, El Herido, El Rincón y Casa Mota, entre otros.
El evento, que inicia a las 10 de la mañana y dura todo el día, es organizado por representantes de las comunidades en El Brazo y un grupo de 30 cannacionales, muchos de ellos originarios de la zona, aglutinados en el movimiento “Brazos Unidos”.
Desde hace tres años, se han dado a la tarea de llevar no solo espacios de diversión y alegría a un número aproximado de 700 familias que habitan en los caseríos de la periferia, sino que también han desarrollado diferentes obras que benefician a sus habitantes.
“Es un día completo de diversión. Lo que buscamos es llevarles entretenimiento a estas personas donde hay mucha necesidad, son familias que durante la época de lluvia sufren mucho con las inundaciones y buscamos que este sea un espacio para que disfruten con sus hijos”, comentó José Parada Garciaguirre, un exmaestro del Centro Escolar de El Brazo, que reside en Estados Unidos desde 1977.
Garciaguirre junto a su esposa, Patricia de Parada, ambos originarios de San Miguel, se encargan de recaudar fondos desde meses atrás para poder hacer realidad esta fiesta navideña. En el cantón también hay un grupo encargado de la logística y organización.
“Brazos Unidos es una fundación sin fines de lucro, se trata de nuestra gente que está organizada en Estados Unidos para ayudar a esta comunidad donde se ha logrado hacer mucho en estos años y sin colores, ni banderas”, resalta el profesor Mauricio Mendoza, maestro del Centro Escolar de El Brazo, y uno de los organizadores de esta actividad en El Salvador.
“Para mí es muy importante lo que estas personas están haciendo, he recibido atención para mi hija a través de ellos. Ellos están siempre dándole la mano al que necesita, nos celebran el Día de la Madre y otras fechas, siempre traen diversión para los niños”, relata Kenia Cortez, habitante del caserío El Herido.
Esta iniciativa empezó durante la pandemia. Garciaguirre relata cómo en momentos de mayor preocupación por lo que estaba ocurriendo con el Covid-19 y mientras el mundo se encontraba en cuarentena, empezó a crear una página en redes sociales para motivar a residentes en Estados Unidos, que son originarios del oriente del país, para reunir ayuda y llegar a las personas que en su natal municipio pasaban por situaciones muy difíciles.
“Empezamos a llegar y darnos cuenta que las necesidades no solo eran de víveres, hay muchas personas enfermas que no puede acceder a un tratamiento médico o que no pueden pagar los gastos fúnebres de un familiar fallecido, a través del licenciado Garciaguirre y los compatriotas en EE.UU. estamos tratando de ayudarles en todo lo que se puede, añade Mendoza.
“Ya no necesitamos depender de tanto político”
El profesor Mendoza resalta también otras obras que se han hecho. Se han reparado y limpiado las calles de la periferia, los arriates, se da mantenimiento a la cancha de fútbol de la comunidad, donde se construyeron camerinos, baños y se instaló un tanque de agua potable.
En el centro escolar, donde hay una comunidad educativa de 200 estudiantes, también se han instalado dos tanques para agua potable, 32 ventiladores y se ha pintado toda la escuela. Además se trabaja para eliminar los baches y mantener limpios los lugares públicos.
“La comunidad funciona mejor en la unidad. Ya no necesitamos depender de tanto político para salir adelante.”, agregó Garciaguirre.
Mendoza, por su parte, lamenta que las promesas de campaña de las autoridades locales se hayan quedado ahí y no hayan llegado a los lugares donde los proyectos se necesita.
Ambos coinciden en que es a través de la unidad y la educación que se logra el desarrollo en las comunidades.
Para el próximo año, tienen proyectado construir un muro perimetral en la escuela de 2,000 metros cuadrados, una obra que se ha solicitado a las autoridades desde el año 2000.
“Lo que queremos es que los niños estudien en un lugar seguro”, concluye Garciaguirre, residente en Virginia.