Le recomendaron dormir al perro por estar paralítico, pero Antonio no los escuchó

Antonio buscaba algo que le diera sentido a su día a día. Y encontró la respuesta en un perro callejero que estaba en riesgo de morir. En el Día Mundial del Perro, te contamos su historia.

Callejas, un amigo fiel de cuatro patas, sabe que llegando las 3:00 de la tarde, aproximadamente, su dueño lo saca a caminar un kilómetro por las diferentes calles de Concepción de Ataco, en Ahuachapán.

La actividad se ha vuelto una tradición para el perro criollo o chucho (como se dice coloquialmente en El Salvador a los perros) y para Antonio Ochoa, quien lo adoptó el 22 de julio de 2020, luego de que fue rescatado por unos trabajadores tras haber sido atropellado en la entrada del municipio.

La química entre sí fue casi de inmediato; pero no fácil dadas las condiciones en que se encontraba.

El perro tenía una serie de golpes, principalmente en su columna, que a la fecha no le permiten usar sus patas traseras.
Aunque aquellas lesiones sanaron, Callejas se arrastra para movilizarse de un lugar a otro, algo que le provoca lesiones en su cuerpo.

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Antonio es un amante de los perros; en su vivienda guarda fotografías de cuando era niño y adolescente posando con algunas de sus mascotas.

Por ello, las lesiones que son provocadas en el cuerpo de Callejas cuando se arrastra, es un sufrimiento para él ya que sabe el dolor que eso podría estarle generando a su mascota.

En su casa ha colocado pequeñas alfombras para que pueda movilizarse sin lastimarse; con ayuda de personas altruistas también le colocó cerámica al área donde el perro duerme, pero algo que hizo feliz a ambos fue cuando le regalaron una especie de carretilla para que Callejas pudiera caminar.

Una persona altruista le hizo la primera donación al mes de haber sido atropellado; sin embargo, debido a lo hiperactivo que es el canino, Antonio tuvo que comprar otro aparato que constantemente manda a reparar debido a los daños que le provoca Callejas porque anda de un lugar a otro.

La primera ocasión que le colocaron el aparato no quería caminar; tuvo que transcurrir más de tres horas para que diera sus primeros pasos con la prótesis.

Esta consiste básicamente en dos rectángulos que han sido soldados en forma de T; en uno de los extremos tiene dos pequeñas llantas que permiten que el perro camine. Él va montado sobre la estructura y amarrado para que pueda desplazarse.

Aunque la andadera es pesada por ser de hierro, Callejas ya aprendió a tirarla básicamente con las patas delanteras. A este perro criollo, al parecer, también le gusta que le tomen fotografías.

Cuando Antonio le coloca la prótesis, el perro es libre nuevamente y recorre el municipio como cualquier otro animal.

“Lo encontraron en una cuneta, avisaron a unos jóvenes que rescataban animalitos, llegaron y comenzaron a transmitir en vivo. Vi la transmisión, les escribí y les dije que me lo trajeran, que yo lo iba a cuidar, que me iba hacer cargo temporalmente; pero al final me quedé con él. Aunque era bastante difícil porque había que estarlo cuidando, limpiando, como estaba bien dañado del estómago le costaba hacer sus cosas. Poco a poco se ha ido adaptando”, contó Antonio.

Él continúa dándole terapia y en algún momento ha logrado pararse en sus cuatro patas; pero el daño que tiene es casi irreversible, al menos que sea intervenido quirúrgicamente.

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“Al principio algunas personas me dijeron dormilo, dale un año de vida y dormilo. Pero dije ¡no!”, recuerda Antonio.

Su propietario tiene el deseo de verlo caminar por sus propios medios; pero por el amor que le ha tomado, no se arriesga a que sea intervenido y pueda morir durante la operación. A eso se suma que el valor de la cirugía es elevado.

“Tiene una lesión en la columna; me dijeron que no se podía rescatar, que iba a quedar en una condición de parálisis. Con este tiempo he logrado que mueva las piernitas; hice indagaciones con veterinarios y prácticamente la operación me cuesta $2,000 (porque) necesitaría terapias. No sabemos si resistiría la operación por lo de la anestesia porque sería una operación bastante larga. Yo no quiero que se muera; sí me gustaría que caminara, pero tampoco me gustaría que por operarlo se me vaya a morir”, reflexionó.

Cuando Callejas fue arrollado por un vehículo tenía un año, según lo determinó el veterinario. Aunque no se sabe con exactitud la fecha de su nacimiento, Antonio considera que es el 22 de julio, la fecha que lo adoptó.

El año pasado le celebró el cumpleaños; hizo comida para más de cien perros de la calle. Este año no se llevará a cabo la celebración debido a que Antonio no ha tenido las suficientes ganancias económicas en su negocio de comida.

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