Noche del 26 de septiembre de 2022
La atmósfera a las afueras de El Penalito, en San Salvador, es el mismo tras seis prórrogas del régimen de excepción implementado por el Gobierno: familiares de reos permanecen día y noche a la espera que sus parientes puedan ser liberados en cualquier momento
Entre aplausos, lágrimas y gritos de júbilo fueron liberados 2 detenidos durante el régimen de excepción, que tiene 6 meses de haber sido aprobado y prorrogado por la Asamblea Legislativa a petición del presidente Nayib Bukele. Las liberaciones se dan a pesar de que el mandatario afirmó en su cuenta de Twitter que ninguno de los detenidos saldría libre.
Alrededor de las 8 pm llegó una ambulancia humanitaria con el logo del departamento de Justicia y seguridad de Estados Unidos, en donde venían dos reos, quienes después 20 minutos fueron dados a sus familiares.
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“Gloria a Dios, ya tengo a mi hijo conmigo” dijo una mujer que se encontraba alrededor de El Penalito, en San Salvador. Uno de los reos liberados fue un joven, de unos 18 a 20 años de edad, se miraba delgado y débil, su madre le ayudó a caminar hasta el transporte para llevarlo después de varios meses a su casa.
El otro reo, un hombre mayor de alrededor de 60 a 70 años, al momento de ser liberado, se quitó su camisa blanca del uniforme para privados de libertad que exige la Dirección de Centros Penales, y la tiro al suelo para cambiarse por ropa de civil libre. Un familiar comentó sentirse feliz de ya tener a su ser querido consigo. “Se siente impactado, está enfermo” comentó una familiar, quien quiso retirarse lo más rápido posible del lugar.
Noche del 28 de septiembre de 2022
La noche del 27 de septiembre fueron liberados 20 reos, por lo que el 28 septiembre había más personas esperando información afuera de El Penalito después que se corriera la voz. Justo a las 7 p.m. llegó un bus con 19 hombres, todos del penal La Esperanza, mejor conocido como “Mariona”.
A través de un portón negro que divide a los detenidos al interior del edificio de la PNC de sus familiares, se escuchan cantos de alabanza. “¡Están cantando!”, dice con alegría una mujer que logra ver, por un agujero del portón, a su hijo que tenía cinco meses detenido.
¿Cuánto tiempo tiene su pariente allá adentro?, ¿Por cuántos de sus familiares viene usted?, ¿Le han dado información?, son algunas de las preguntas que se hacen entre las personas afuera de las bartolinas mientras esperan el listado de nombres de quienes serán dados en libertad esa noche.
Los detenidos fueron entregados alrededor de las 10 pm, uno por uno a sus familiares. A los que salen y no tienen nadie que los esté esperando son “apadrinados” por solidaridad por mujeres que también esperan la salida de sus detenidos. Les compran comida, ropa que está a la venta en un comedor cerca de El Penalito, y buscan la manera de movilizarlos a sus hogares, ya que algunos de ellos son de Morazán o Ahuachapán.
Esperando señales de vida
En la acera frente a las bartolinas se encuentran decenas de familiares de otros detenidos esperando su liberación. Permanecen ahí día y noche porque no tienen mayor información sobre sus seres queridos. Se quedan a dormir en la calle con la esperanza de que en algún momento o algún día los liberen.
Algunos comentan que llevan seis meses buscando información sobre sus hijos, padres y hermanos en los distintos penales del país. “Ni siquiera sabemos si es verdad que están en los penales” comentó una de las mujeres presentes, quien tiene detenido a su hijo desde el 27 de marzo, justo desde el primer día que empezó el régimen.
La mayoría de los familiares de los “PDL” (Privados de Libertad), comentan sentir temor, ya que no tiene apoyo en ninguna institución del Estado. “Ni la procuraduría, ni la iglesia, nadie nos apoya. Acá estamos solo bajo el cuidado de Dios” dijo una mujer. Ellas comentan que los agentes de la PNC y Fuerza Armada les han pedido no hablar con medios nacionales, en especial La Prensa Gráfica, El Diario de Hoy, Gato Encerrado y El Faro, ya que si lo hacen sus familiares detenidos pagarán las consecuencias, es decir, no darles alimentos o golpearlos.
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“Hay gente que sube las fotos de los medios y nos acusan de ser defensoras de pandilleros y eso es una gran mentira. Si mi hijo fuera pandillero, yo no tendría la cara de estar acá día y noche aguantando hambre” se escucha decir a una mujer que revisa su celular mientras espera por alguna información sobre la liberación de su hijo.
Según los familiares, los reos detenidos están siendo liberados de distintas cárceles y de ahí los trasladan a El Penalito. Se hace siempre de noche. Supuestamente, la medida es para evitar aglomeraciones frente a los centros penales, situación que se dio en los primeros meses del régimen.
Liberados por no ser probarles que son delincuentes
Según comentan las personas afuera de El Penalito, algunos de los detenidos parecían muy enfermos y hasta desorientados. “Vienen bastante delgados y con la mirada perdida” dice una mujer que busca información sobre su hijo detenido y que aún no ha recibido la libertad.
Algunos de los reos liberados fue bajo una fianza que lograron obtener con un abogado particular, un gasto fuerte para quienes viven de la agricultura o ventas informales. Otros fueron liberados por los jueces en la etapa de instrucción por no encontrarles vínculos con ninguna estructura criminal o delito en su expediente.
Luego de obtener la carta de liberación, aún tienen que esperar de 15 a 20 días para salir de la cárcel, aunque en algunos casos esperan hasta un mes. “Ni idea de por qué no los sueltan antes si ya tienen las cartas de libertad” se comentan entre sí dos mujeres.
Los reos que salen libres describen el ambiente al interior de los penales como tenso, ya que no tienen información sobre sus procesos legales; no les entregan en totalidad los paquetes que sus familiares les compraron, algunos con un valor mayor a $100. Describen que los detenidos durante el régimen que no aparentan ser pandilleros los ponen en celdas separadas de los que tienen evidentes vínculos con grupos terroristas. Las enfermedades son comunes; los hongos en la piel los tienen casi todos por las condiciones de los lugares de reclusión. Ellos los llaman “hongos come carne”.
Durante las próximas semanas estarán siendo liberados más. Mientras tanto sus familiares permanecerán esperando a por lo menos recibir la noticia de que aún están vivos.