La tragedia que cambió para siempre la vida de los integrantes de la familia Aristondo comenzó en marzo de 2016, cuando un grupo de 18 personas, iniciaron de manera irregular el viaje por la ruta migratoria, con la ilusión de alcanzar el “sueño americano”.
Maricela Aristondo, de 24 años, junto a su esposo Oscar Canizales, de 32, eran parte del grupo de migrantes. El sueño de la pareja era buscar un futuro mejor y una vida digna para sus hijos de ocho y dos años, a quienes dejaron al cuidado de la abuela materna, Marcelina Ayala, mientras realizaban la travesía.
Maricela y Oscar junto a los demás migrantes abordaron una lancha en la frontera entre Guatemala y México, la cual los llevaría a través del mar para cruzar los estados mexicanos de Chiapas y Oaxaca, pero en ese trayecto desaparecieron y nunca más se supo del paradero de ninguno.
Tras la desaparición, Marcelina, la madre de Maricela, comenzó la búsqueda interminable de su hija, la cual duró más de seis años, hasta que falleció el 24 de julio de 2022, por complicaciones de salud.
Héctor Aristondo, esposo de Marcelina y padre de Maricela, ha asumido las tareas de búsqueda tras la muerte de su esposa y dice que no descansará hasta saber qué pasó con su hija.
“A consecuencia de la pérdida de mi hija, mi esposa se enfermó y se fue agravando, primero del hígado, luego de la diabetes y finalmente el bazo, pero luchando en la búsqueda, junto con las organizaciones que nos han ayudado, pero murió en 2022 y me quedé yo para seguir en esto”, manifestó Aristondo.
El caso de la familia Aristondo es una de las siete historias incluidas en la exposición “Tejer memoria” inaugurada hoy por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), a través de su delegación regional para México y América Central, junto a la Universidad Tecnológica de El Salvador, en el marco de la XIX Semana del Migrante.
“Esa exposición nos muestra que a pesar de los años es importante seguir buscando y queremos transmitir un mensaje claro: no olvidar que detrás de cada cifra hay una familia, hay historias de amor, de lucha y de esperanza y que todas esas familias tienen derecho a saber y derecho a encontrar”, manifestó Lissette Campos Corena, jefa adjunta de la misión del CICR en El Salvador.
La muestra rinde homenaje a la personas que fallecieron sin conocer el paradero de sus seres queridos desaparecidos y resalta la urgencia para los Estados de construir y fortalecer los mecanismos de búsqueda y acciones de prevención.
“Nadie debería partir sin saber qué ocurrió con un ser querido desaparecido. Esta exposición nos invita a reflexionar sobre el profundo deseo de las familias de encontrar a sus seres queridos desaparecidos , sin importar el tiempo transcurrido, ni las circunstancias de la desaparición”, recalcó Campos.
En El Salvador, entre 8,000 y 10,000 personas desaparecieron en el contexto del conflicto armado y entre 2014 y 2019 la Fiscalía registró más de 22,000 denuncias de desapariciones en el contexto de la violencia ejercida por las pandillas y procesos migratorios.
Karina Ramírez, del Comité de familiares de migrantes fallecidos y desaparecidos de El Salvador (Cofamide) declaró que la exposición es un espacio para sensibilizar a la población que existe la problemática de los desaparecidos y no se le da la atención necesaria e hizo un llamado a las autoridades para que faciliten mecanismos de búsqueda de los salvadoreños desaparecidos en la gruta migratoria y en El Salvador.
“Es muy difícil luchar día con día para saber dónde están nuestros hijos, nuestros hermanos, todos los familiares que han desaparecido en diferentes contextos”, manifestó.
La exposición estará disponible en el edificio Simón Bolívar de la Universidad Tecnológica hasta el 5 de octubre, previamente estuvo en Tegucigalpa, Honduras y en la ciudad de México. Posteriormente será instalada en la ciudad de Guatemala.
