El 22 de septiembre pasado, Ismael Chacón salió a la 1:00 de la madrugada de su vivienda, en el empobrecido caserío Pedro Díaz, en el municipio San Francisco Morazán, departamento de Chalatenango. Caminó entre la oscuridad, por más de una hora, por veredas y una calle polvorienta hasta llegar a un punto donde lo esperaban cuatro residentes más.
El grupo de cinco habitantes de ese caserío fronterizo con Honduras tenían un solo propósito: llegar hasta el ministerio de Educación (Mined) e intentar entregar una carta para el ministro José Mauricio Pineda, en la que solicitaban la construcción de una escuela o un aula temporal para que sus hijos puedan tener acceso a la educación, sin verse obligados a recorrer grandes distancias por lugares inhóspitos.
Minutos antes de las 9:00 de la mañana, los padres y madres de familia, quienes también son líderes de las Comunidades de Fe Organizadas para la Acción (Cofoa), en compañía de menores de las comunidades Pedro Díaz, El Trigalito y Plan de Rancho, todas del departamento de Chalatenango, se plantaron afuera del Mined para exigir la construcción de escuelas en sus comunidades.
Quizá te interese: En escuela de Tepecoyo hay aulas hechas con láminas y telas
Según el relato de los padres de familia de la comunidad Pedro Díaz, tras apostarse frente a la institución, fueron recibidos por el ministro y aprovecharon para expresarle la necesidad de una escuela en el caserío. En esa ocasión el funcionario se comprometió a realizar, en la tercera semana de octubre, una inspección en la zona para comprobar la factibilidad de un centro escolar; sin embargo, hasta ahora, siguen esperando.
Lilian Cardoza, una de las madres de familia, explicó que el ministro se había comprometido a visitar las tres comunidades para ayudarles en el proceso de acreditación de los terrenos, los cuales han sido donados por habitantes altruistas de los mismos caseríos, y evaluar la factibilidad de la construcción de escuelas o aulas temporales.
Larga lucha
Según el censo realizado por los líderes de Cofoa, en las tres comunidades habitan unos 150 niños en edad escolar, incluyendo parvularia.
La lucha de los residentes del caserío Pedro Díaz no es nueva, pues este año lograron que les asignaran una maestra y a través de la gestión de Cofoa consiguieron que les prestaran la ermita de la Divina Providencia, donde instalaron una aula temporal.
Sin embargo, el inmueble no era adecuado para las clases porque tenía ventanas con rejas y en el invierno las tormentas azotan. Además, los fuertes vientos y las lluvias quebraron el techo provocando una gran cantidad de goteras, lo que les dañó algunos materiales educativos.
Los padres y madres de familia tuvieron que movilizarse nuevamente y lograron que un lugareño que vive en el exterior les prestara una vivienda de manera temporal para que los estudiantes puedan finalizar el año escolar.
En la vivienda les han asignado una habitación, con poca iluminación, que sirve de aula de clases por la mañana para los niños y niñas de kínder, parvularia, primero y segundo grado, y por la tarde sirve para los estudiantes de tercero a sexto grado, haciendo un total de 25 alumnos.
“Hemos avanzado bastante, porque anteriormente estos niños iban a estudiar hasta el cantón Chancones, pero para el próximo año tenemos que ver cómo vamos a hacer para que ellos puedan continuar las clases”, expresa Ismael.
Al no tener un espacio dónde recibir clases, los estudiantes del caserío Pedro Díaz deben recorrer hasta dos horas por una calle polvorienta de subidas y bajadas en la que tienen que cruzar riachuelos que se forman en invierno.
Lilian relata que en el invierno, tantos los alumnos pequeños como los más grandes, sufren mucho porque deben caminar bajo las tormentas y muchas veces se les mojan hasta los cuadernos.
“Es urgente y necesario que nos construyan el centro escolar donde ellos tengan un lugar digno para recibir las clases”, insiste Ismael.
Quizá te interese: Cárcava de colonia Santa Eduviges no permitió que más de 900 estudiantes reanudaran clases
Lilian aclara que antes de ir al Ministerio de Educación, como comunidad se habían abocado a las oficinas departamentales de la institución donde les habían dicho que ellos no construyen escuelas, pero el ministro les dijo que sí y eso les ha dado esperanza.
“Él dijo que ellos eran los encargados de construir las escuelas y estaba dispuesto a ayudarnos, pero que sería todo un proceso”, dice con optimismo Lilian.
Ismael y Lilian coincidieron en que el terreno que ha sido donado por un residente del caserío ya está legalizado con la escritura que exigen las autoridades educativas.
Lilian relata que la propiedad fue regalada por un padre de familia, cuyos hijos sufrieron para poder estudiar porque debían recorrer grandes distancias para llegar hasta el centro escolar más próximo y ahora su última hija está siendo beneficiada con que haya una maestra en el caserío.
“Nosotros como comunidad estamos dispuestos a colaborar en lo que sea necesario para poder construir una escuela aquí”, asegura Lilian.
La esperanza de los residentes del caserío Pedro Díaz es que el ministro de Educación cumpla con su promesa de visitar la comunidad o mandar una comisión y así poder iniciar el proceso que los lleve a alcanzar el sueño de tener una escuela o un aula temporal en la comunidad. “Estamos esperando esa visita, si ellos no vienen, vamos a tener que seguir visitándolos”, remarca Ismael.