Fernanda ( seudónimo) salió asustada y casi corriendo del salón de clases de una escuela de Ahuachapán cuando percibió que estaba temblando. Atrás dejó a un grupo de padres de familia, que en su mayoría permanecieron sentados, con quien sostenía una reunión previo al inicio del año lectivo.
Tras el sismo, que duró varios segundos, regresó al aula acompañada de tres padres, aproximadamente, que habían salido detrás de ella. El resto, cerca de una veintena, permanecieron sentados, aguardando una relativa calma.
“¿Por qué no me siguieron?”, les dijo en tono de reclamo. “Que no ven que se puede caer esto”, prosiguió.
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Tras el sismo, la situación se volvió un momento de carcajadas al observar a la maestra salir sin advertir a los padres de familia cómo debían de proceder.
Aunque para algunos padres fue preocupante la reacción de la docente y sólo se cuestionaron así mismos sobre cómo podría reaccionar con presencia de alumnos.
Dicha actitud concuerda con lo que expresó el también docente Arnulfo Lorenzo Asencio Salinas, del Complejo Educativo Emilio Martínez de Santa Ana y representante de Bases Magisteriales en Ahuachapán, quien fue consultado por El Diario de Hoy sobre cómo se debe actuar en dichos casos para que en los niños no se genere un trauma.
“Pienso que lo más correcto es, en esas situaciones, que los adultos estén educados y que no transmitan sus miedos a los niños. El problema de los niños es que uno como adulto le transmite miedo, no les presta seguridad sino que les transmite miedo. Ejemplo, mis hijas. Mi casa ha estado que se mece, la casa truena y les digo, ‘tranquilitas, no vayan a correr’. Ahora si miran que hay un daño estructural lo que hacen es informarme a mí (y preguntarme) ¿qué hacemos papá?. Ya tienen un protocolo, un protocolo sin miedo porque si salimos corriendo ante una eventualidad, nosotros mismos nos vamos a hacer daño”, analizó el docente, quien reside en San Lorenzo, Ahuachapán.
Los municipios de San Lorenzo y Ahuachapán registraron una serie de sismos que provocaron daños en decenas de viviendas, sobre todo del área rural.
Recientemente también hubo actividad similar en Apaneca, aunque fueron menos días los que duró dicha situación, de acuerdo a datos reportados por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN).
“El miedo es el peor de los problemas que suscitan en ese momento; el adulto es el que tiene que estar preparado, sin miedo para ejercer todo el mecanismo de seguridad que se activa en ese momento”, agregó el docente.
Pero cuando los niños no logran asimilar la seguridad que transmite el adulto y presentan momentos de temor en situaciones adversas, apuntó que los adultos deben de distraerlos a través de juegos, entre otros mecanismos.
Las escuelas, y otras instituciones públicas, realizaron recientemente simulacros de terremotos con la finalidad de afinar mecanismos de cómo actuar en dichas situaciones y las rutas de evacuación previamente establecidas.
Asencio recomendó a docentes y alumnos leer sobre situaciones de desastres naturales para conocer cómo reaccionar ante su ocurrencia; aunque también podría sumarse información de otros tipos de situaciones que pasan en los centros educativos, como caídas de niños.
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Reportes periodísticos consignaron que a mediados de febrero de este año, un niño de 11 años falleció en el cantón Los Talpetates, en Berlín, Usulután, tras caer de un árbol en el centro de estudios. Presuntamente el menor se subió al árbol; pero al intentar bajar se deslizó y golpeó en el techo de los sanitarios. Luego cayó sobre las raíces del árbol.
Mientras que en otra escuela del área rural del occidente del país, casi en el mismo periodo, otro niño se cayó mientras se encontraba en los columpios. El menor fue llevado a un centro asistencial debido al dolor que presentaba en la columna. Pasó varias horas en observación.
“Ahí está el centro de todo; imagínese si yo como profesor me sucede algo en el centro escolar y yo soy el que voy a tener miedo; primero no voy a poder dirigir; segundo voy a transmitir mi falta de seguridad hacia los estudiantes”, expresó Asencio.