El tema de los migrantes desaparecidos o que fallecieron en la ruta migratoria hacia Estados Unidos permanece invisibilizado, y en el país no existen garantías que permitan a sus familiares el derecho a la búsqueda, a la verdad y a una repatriación digna.
Esta es la realidad que describen madres, esposos y esposas de personas migrantes desaparecidas en la ruta hacia Estados Unidos, quienes desde hace varios años, más de una década en algunos casos, iniciaron una labor que se vuelve titánica frente a los desafíos que deben enfrentar.
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La Asociación Comité de Familias Migrantes Fallecidos y Desaparecidos de El Salvador (COFAMIDE), organización no gubernamental, registra desde el año 2,000 más de 300 casos activos de salvadoreños migrantes desaparecidos.
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"Nuestros migrantes desaparecen mayoritariamente en México", dijo a El Diario de Hoy Omar Jarquín, secretario general de COFAMIDE.

Ana Ruth Landaverde y Maritza Menjívar representan a dos de estas aguerridas familias que se han dado a la tarea de no descansar hasta encontrar a sus seres queridos, sin importar la condición en la que sean hallados.
Por su parte, Santos Paulino y Omar Jarquín están entre los 121 casos que tras más de una década han logrado resolverse.
El camino hacia la búsqueda está lleno de retos y desafíos, señalan en una conversación con este medio, y la inoperancia, aseguran, muchas veces viene de las mismas instituciones encargadas de garantizar el acceso y generar las condiciones de protección y apoyo para estas familias.
65
POR CIENTO
El 65% de las personas localizadas luego de ser reportadas desaparecidas en la ruta migratoria han sido encontradas fallecidas
Santos Paulino, originario de Candelaria, en el departamento de Cuscatlán, perdió a su esposa en la ruta migratoria en 2006, cuando intentaba cruzar la frontera México -Estados Unidos.
Recibió los restos de su ser querido en 2017, es decir 11 años y ocho meses después de aquel suceso.
"Mi esposa emigró para poder ofrecer a nuestros hijos una mejor vida. Una prima de ella le ofreció el viaje. Desapareció en la frontera de Houston, Texas. La última llamada que me hizo fue el 20 de mayo de 2006. Ese día me dijo que era la última llamada que me haría pues estaban en la parte más difícil del viaje, iban a cruzar, y hasta llegar a Nueva York (destino final) me hablaría", relata.
La joven madre, de 37 años, viajaba con un “coyote” a quien no conoció hasta el día que inició el viaje.
Paulino esperó dos meses junto a sus hijos, en ese momento de ocho y cuatro años, sin tener noticias de ella, e inició la búsqueda, al principio sin saber a quién preguntar o a dónde acudir.
"En mi desesperación yo no sabía qué hacer, en ese momento yo quería tener alas para poder ir a buscarla, pero no es tan fácil. Yo puse la denuncia en Cancillería, en la oficina de Relaciones Exteriores, en la Procuraduría, incluso hasta en la Policía, lastimosamente nadie me podía ayudar así como yo quería rápidamente, tenía que seguir un proceso", añade.
El caso de Paulino tardó tres meses en Cancillería para que se tomará la denuncia y se iniciara la búsqueda.
En ese tiempo también logró dar con el paradero del “coyote”, de quien recibió amenazas para que dejara de buscarlo.
"Con el tiempo supimos que ella había quedado en el desierto, que ella ya no aguantaba seguir caminando y el “coyote” ahí la dejó, sola”, relata.
Seis años después del suceso, y con el apoyo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) , fueron tomadas muestras de ADN a sus dos hijos, para finalmente dar con el paredero.

El EAAF, que trabaja a lo largo del corredor migratorio (Centroamérica, México y Estados Unidos), a través del proyecto Frontera desarrolla la creación de un Mecanismo Regional de intercambio de información forense sobre migrantes desaparecidos y restos no identificados. Una de sus herramientas principales es la creación de bancos de datos forenses de migrantes no localizados, ubicados en los países de origen.
Con la ayuda de la EAAFE, en 2015 Paulino, ahora de 50 años, recibió la confirmación de que los restos de su esposa habían sido encontrados en una morgue en el condado de Webb, Texas.
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Tenía nueve años de fallecida, tiempo que el salvadoreño había pasado buscándola sin descanso, no obstante, tuvo que esperar dos años más para que los restos fueran repatriados.
"Recibí la osamenta de la cabeza y la tibia, es todo lo que recibí, no recibí el cuerpo completo; es una experiencia muy dura, no es lo que uno espera, es un dolor muy grande", relata mientras sostiene entre sus manos un cuadro con la fotografía de su ser amado.
Esta fotografía es la que lo acompaña desde hace casi dos décadas, y la que presenta en diferentes actividades que desarrolla COFAMIDE para tratar de visibilizar el tema.
300 Casos
Es el número de casos activos de salvadoreños migrantes desaparecidos en la ruta migratoria desde el año 2000, que tiene registrados COFAMIDE.
“En un momento quedamos en la calle”
La joven madre fue enterrada cerca de la vivienda donde reside Paulino, en Cuscatlán, a donde regresó después de perder la casa que ella había dejado para sus hijos, en Ciudad Merliot, Santa Tecla.
"(La inmobiliaria) Me pedía una partida de defunción, pero no hubo una institución que me la extendiera, ni un documento de presunción de muerte o que hiciera constar que existía un caso de búsqueda. En un momento quedamos en la calle con mis hijos porque nos sacaron de la casa. Cuando el cuerpo fue encontrado, y pude tener el documento de defunción ya la casa tenía otro dueño", lamentó.
Pese al desenlace, Paulino se muestra agradecido con Dios, y aunque la angustia terminó, dice que el dolor de la ausencia sigue vivo como el primer día.
"En las llamadas lo que siempre me decía es 'cuida a mis hijos', y yo siempre digo ¿cómo se habrá sentido en sus últimos momentos al pensar en sus hijos?. Ellos ahora saben dónde está su madre, mi hija cada cumpleaños de su madre ella está pendiente y en las navidades", añade.

Al hablar sobre la migración, tanto Paulino como Maritza, quien busca a su esposo desde 2020, y Ana Ruth, quien busca a su hijo desaparecido en 2012, señalan que migrar "es un derecho", no obstante, reconocen el riesgo que implica para la vida de la persona el hacerlo de manera irregular.
"Estamos en un país donde la economía es muy mala, y es lo que nos empuja a irnos para buscar una mejor vida para nuestras familias, pero creo que lo mejor es no hacerlo", opinó Ana Ruth.
Los entrevistados piden a los gobiernos no guardar silencio ante esta problemática que representa desafíos excepcionales debido al alcance transnacional de los procesos de búsqueda.
Ana Ruth tiene 13 años buscando a su hijo, Rafael, en varias ocasiones dice que ha solicitado una visa humanitaria para poder viajar a México a buscar a su hijo y se le ha negado; no obstante a través del apoyo de una organización probúsqueda en México ha logrado viajar en tres ocasiones y visitar albergues, hospitales, la cárcel, zonas marginales y pegar afiches en diferentes lugares, una misión que asegura seguirá haciendo sin perder la fe de que lo encontrará.
Paulino recibió los restos de su esposa en la zona de carga del Aeropuerto Internacional donde tuvo que esperar unas horas tomando sombra debajo de un árbol, pues no había un espacio para sentarse.
Ocho años después, señalan, el entorno donde las familias esperan a sus seres queridos fallecidos sigue siendo el mismo.
"Las repatriaciones en El Salvador son una experiencia traumatizante para la familia, recibir los restos de su ser querido fallecido y quizás no recibirlo completo es traumatizante, y además de ello recibirlo en la zona de carga del Aeropuerto Internacional es peor, donde ni siquiera hay dónde sentarse, no hay baños", ha señalado por su parte Miguel Deras, abogado consultor para COFAMIDE.
Una de las peticiones de las familias es el derecho a una repatriación digna. COFAMIDE busca presentar en la Asamblea Legislativa un anteproyecto de ley el cual busca establecer un marco legal de protección para las personas migrantes y sus grupos familiares apegado a la realidad que viven en los procesos de búsqueda.
El documento "Ley de Protección Integral de los Derechos Humanos de las Personas Migrantes y sus Familias" contempla 55 artículos y uno de los planteamientos es generar un espacio con condiciones adecuadas en el Aeropuerto para que las familias puedan recibir a sus seres queridos en condiciones dignas.
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