Hace más de quince años para 21 familias que vivían en mesones acceder a una vivienda era un sueño. Hoy tienen el privilegio de una vivienda digna a un costo accesible. Las familias trabajaron duro para formar la primera Asociación Cooperativa de Vivienda por Ayuda Mutua del Centro Histórico de San Salvador (ACOVICHSS) en el Barrio San Esteban, en San Salvador.
Entre recuerdos, las familias beneficiarias hicieron remembranzas de los más de quince años de historia y trabajo, que se basó en la confianza de la Cooperación Internacional y la Fundación Salvadoreña de Desarrollo y Vivienda Mínima (Fundasal). Las familias reconocen que, aunque no se conocían, les motivó las ganas de querer una vivienda propia, convirtiéndose en pioneros en su rubro.
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Emilia Legal, presidente y representante legal de ACOVICHSS asegura que los 21 asociados lucharon por las posibilidades de comprar tierras. El primero de ellos fue vendido por la Alcaldía de San Salvador a un precio simbólico, bajo la administración de Mario Valiente de Arena, en la actualidad es el complejo habitacional San Esteban. Mientras que un segundo terreno se logró a través de la prescripción y hoy es el complejo habitacional El Renacer.
"En nuestra cooperativa existe equidad, todo con base en la necesidad. Una de nuestras diferencias es que tenemos una cuota única de $25 mensuales por quince años", explica Emilia, y también agrega que la mayoría de las familias su fuente de ingresos es por el comercio informal, razón por la cual se estableció esa cuota.
Para directora ejecutiva de FUNDASAL y arquitecta salvadoreña Claudia Blanco este problema de acceso a una vivienda digna no es de ahorita. "Siempre los precios de la vivienda han estado fuera del alcance de los más pobres del país es por eso que las familias siempre han buscado donde vivir, ya sea en zonas marginales, masones o zonas rurales muy precarias".
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ACOVICHSS nació el 25 de febrero de 2005, como la primera cooperativa de vivienda por ayuda mutua en El Salvador. En el 2008 hicieron el proyecto del complejo habitacional San Esteban para doce familias asociadas, mientras que en el 2009 ACOVICHSS concluyó su segundo complejo habitacional "El Renacer", en alusión al cambio de nivel de vida para otras nueve familias. La construcción de ambos proyectos fue financiada por la cooperación española AECID y ejecutada por Fundasal y con mano de obra de los cooperativistas.
Es un proyecto copiado a Uruguay que es adaptable al ámbito urbano o rural, siempre con ayuda de la cooperación internacional que lidera el proceso de diseño, selección de los terrenos y de la producción. "La vivienda tiene una calidad estética, muy adaptada a las necesidades de cada familia y adquiere sus propias características según donde se lleve a cabo" añade Blanco.
Por su parte, la presidenta de ACOVICHSS comenta que fue el trabajo en equipo. "Realizamos la búsqueda de terrenos para ver donde podíamos construir. Aprendimos sobre el modelo cooperativo habitacional con Fundasal, creando estatutos y todo lo administrativo desde cero, ya que era primera vez que se hacía un proyecto así en el país".
El inmueble tiene una sola escritura a nombre de la cooperativa, todos son dueños, aunque cada apartamento está registrado a cada propietario. "La figura por la que optamos fue "Uso y Goce", eso permite que quienes somos parte de este proyecto garanticemos una vivienda para las familias".
70 familias empezaron el proyecto, pero solo 21 lo lograron completar y hoy pueden disfrutar de un espacio digno. "Para ser parte era indispensable no tener vivienda propia y estar dispuestos a trabajar en colectivo. El trabajo colectivo implicó trabajar desde la terracería hasta la albañilería y otros oficios de la construcción. "Nos cambió la vida a los que anduvimos mucho tiempo sin tener una vivienda" menciona orgullosa Emilia Legal.
La presidenta señala que la parte más difícil para la organización fue que cada beneficiario tuviera un compromiso firme con el proyecto y también aprender a convivir con normas de convivencia para dar mantenimiento al inmueble.
"Nosotros tenemos estatutos y reglas que cada uno de los vecinos debe cumplir y además también actividades que hacemos cómo mantener el jardín y los espacios en comunes para que esté ordenado y limpio todo el tiempo".
El régimen de estas viviendas asegura que nadie pueda vender ni alquilar el apartamento que le corresponde, es la garantía que da la cooperativa al ser una propiedad colectiva. "Si un día un inquilino decide irse, se le devuelve el dinero invertido y la junta directiva valora a quién se le traspasa el derecho" asegura Adriana, habitante de uno de esos apartamentos.
El complejo habitacional San Esteban cuenta dos niveles y doce apartamentos de distintos tamaños, tres de tres habitaciones, seis de dos habitaciones y tres de una habitación. Esto se diseñó así porque no todas las familias tienen los mismos requerimientos de espacio.
María Luz Marinero habita uno de los apartamentos junto a sus tres hijas. Ella vivía en un mesón que estaba en el mismo terreno en el cual se construyó el edificio. "Es una gran diferencia de cómo viven mis hijas en comparación de cómo vivíamos nosotros con mi mamá quien con mucho sacrificio alquilaba un cuarto donde vivíamos todos. Ahora ellas tienen su cuarto y viven muy bien", comenta.
La arquitecta Blanco destaca otros proyectos llevados a cabo por FUNDASAL bajo el mismo modelo en Cabañas, La Libertad, San Salvador y Chalatenango. Son una alternativa viable para tener un hogar digno frente a los elevados precios del mercado. También, desde hace 15 años, los gobiernos vienen trabajando a la cooperación italiana con programas para la Cooperativa de Vivienda por Ayuda Mutua del Centro Histórico de San Salvador la cual finalizó este año un proyecto de un edificio de 40 apartamentos.
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El derecho humano a una casa
Para Claudia Blanco una visión de vivienda tiene primero que tomar en cuenta que se trata de un Derecho Humano Internacional. "No es un objeto de cambio o comercialización, es una necesidad básica para garantizar desarrollo en las familias. En ese sentido es necesario incorporar una fórmula financiera que tiene que tener un crédito, un subsidio y organizar a la población para participar y que sean capacitados para construir ellos mismo y así se tiene un gran aporte en el trabajo".
La arquitecta sugiere un incremento considerable en el Presupuesto General de la Nación destinado para producción de la vivienda de interés social, contemplar altos niveles de subsidio y hacer más estudios sobre la demanda. "Hay que saber dónde están las familias, de que carecen y cuáles son sus potenciales que suman a la producción habitacional".
"La implementación de un proyecto así podría tener la ventaja de convertirse en una política pública que no dependa de la Cooperación Internacional, sino de fondos nacionales que incrementen el impacto y que no se detenga, puesto que la demanda es enorme".
En El Salvador la mayoría de población vive en hacinamiento por la falta de opciones para las familias de pocos ingresos. Casi toda la población carece de una vivienda que cumpla plenamente con los estándares internacionales del Derecho Humano. "Es un fenómeno que le ha hecho mucho daño a las familias salvadoreñas porque les imposibilita el desarrollo" concluye Blanco.
Y los números demuestran que situación sigue siendo un lastre que no se resuelve, más bien ha empeorado. Según el Banco Centroamericano de Integración Económica y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, un 38.1 % de los salvadoreños viven en hacinamiento, es decir, tres o más personas por dormitorio. El municipio actual con más hacinamiento es Sonsonate Norte con 60.7% de hogares en hacinamiento.
La Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) de 2023 reveló que solo la mitad de la población tiene casa propia, la otra mitad alquila, está pagando u ocupa gratuitamente un terreno o propiedad. Al comparar datos del Censo General de Población de 2007 con los del censo de este año, hay un aumento en las personas que viven en viviendas precarias. Por ejemplo, hay más casas improvisadas (champas) en el país, 6,569 más que en el 2007, y también hay un incremento en el número de cuartos de mesones; 2,533 más que hace 17 años, un tipo de vivienda del que los cooperativistas de San Esteban han dejado en el pasado.
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