Para la experta en temas de violencia y seguridad, Jeannette Aguilar, es improbable que una persona que haya vivido en una zona controlada por la pandilla Barrio 18, sea aceptada como miembro de la Mara Salvatrucha (MS-13). El salvadoreño Kilmar Armando Ábrego García, quien fue deportado por un error administrativo de Estados Unidos (EE.UU) y enviado al Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), es señalado en ese país de ser miembro de la MS-13, pese a que, como publicó el pasado jueves El Diario de Hoy, en El Salvador creció en un vecindario que era territorio de influencia del Barrio 18 Sureño.
Tanto funcionarios estadounidenses como el mismo presidente salvadoreño Nayib Bukele aseguran que Kilmar es miembro de la MS-13; sin embargo, una jueza estadounidenses afirmó recientemente que tales señalamientos no tienen fundamento.
Suscríbete para seguir leyendo
Obtén acceso a todo nuestro contenido exclusivo.Continuar leyendo
"Tanto acá en El Salvador, como en Estados Unidos, no existe evidencia de que Wilmar Ábrego pertenecía a pandillas. Ningún pandillero o simpatizante de la MS-13 va a vivir en un barrio controlado por la pandilla contraria", afirmó Aguilar.

El reportaje publicado por este periódico recoge testimonios de exvecinos de Kilmar, en la urbanización Los Nogales, al sur de San Salvador. Ellos y un documento de la Policía Nacional Civil (PNC) de 2018 coinciden en la influencia de la pandilla Barrio 18 en el sector.
La investigadora, quien por años ha estudiado el fenómeno de las pandillas, explicó que a pesar de las transformaciones internas de estas organizaciones y de los espacios de entendimiento político logrados en ciertas coyunturas entre las tres principales agrupaciones, las fronteras territoriales continuaron siendo un elemento central de identidad de esos grupos.
"Es improbable que una persona que residió en una zona controlada por el Barrio 18, iba a ser aceptada como miembro de la MS-13. El territorio es un tema central en la constitución de la pandilla y en la configuración de las identidades pandilleriles", detalló Aguilar.
La investigadora también se refirió como otra contradicción en el caso al hecho de que Kilmar fuera sacado del CECOT y enviado a la Granja Penitenciaria de Santa Ana, donde no hay recluidos pandilleros sino solo presos en fase de confianza bajo el plan Cero Ocio.
"Me parece que (Bukele) lo sacó del CECOT porque sabe que efectivamente no es miembro de la MS, pero fundamentalmente porque al ser un caso que está bajo el escrutinio internacional, va a tener en algún momento que acceder a presiones de que lo visiten. Y frente a todos los cuestionamientos de violaciones a los derechos humanos que hay a nivel internacional, quiere mostrar que su modelo penitenciario cuenta con una cara humana de reinserción", opinó la investigadora.
La académica agregó que "efectivamente, la granja penitenciaria, al ser un penal que alberga reos en fase de confianza, ha querido venderse como un modelo de reinserción. Es una manera de neutralizar las duras críticas, pero también de promocionar un modelo penitenciario integral".
Aguilar también considera que con el caso de Kilmar, y los más de 250 venezolanos enviados al CECOT, lo que se está configurando "es una Bukelización de la política migratoria gringa. Atropellando el debido proceso y sin ninguna investigación, están utilizando la etiqueta de pandillero o terrorista para justificar la expulsión y el encarcelamiento de migrantes".
TAMBIÉN: Expertos ven como solución en caso Kilmar Ábrego que regrese a EE.UU.
Por último, Aguilar apunta que con la estigmatización deliberada para justificar las detenciones y deportaciones de personas con situación migratoria irregular, no solo se está violando el debido proceso, sino también se está poniendo en riesgo a las personas, al mezclarlas con pandilleros de alto grado de peligrosidad.
Bukele ha sido duramente criticado a nivel nacional e internacional, por el acuerdo realizado con Estados Unidos de encarcelar a miles de supuestos criminales a cambio de varios millones de dólares como pago. El pasado 20 de abril, el arzobispo de San Salvador, monseñor José Luis Escobar Alas, hizo un llamado al Gobierno a no permitir que El Salvador se convierta en una cárcel internacional.
Chris Van Hollen, senador demócrata por Maryland, visitó el país recientemente para constatar la situación de Ábrego y aseguró que empleados del presidente colocaron margaritas en la reunión que sostuvo con el deportado. Para él, esa fue una lección de "hasta dónde es capaz de llegar Bukele".