En 2021, Alexander Barrera de 22 años, presentó una denuncia al Ministerio de Trabajo por varios incidentes de discriminación y acoso sexual en la agencia de publicidad donde trabajaba. Su nombre real ha sido alterado en este reportaje para resguardar su seguridad personal y no afectar sus oportunidades de desarrollo profesional.
Alexander se identifica como bisexual y luego de ser rechazado por su familia, abandonó su hogar. Tuvo que buscar un empleo que le permitiera pagar un lugar para vivir y continuar con sus estudios de mercadeo en una universidad privada en San Salvador. Conseguir el empleo para él no fue muy complicado.
“En la entrevista no tuve ningún cuestionamiento por mi apariencia, tampoco cuando estuve trabajando desde casa”, recuerda Alexander, que empezó a trabajar como creador de contenido para diferentes clientes de la agencia.
Pero la historia cambió durante un evento al que tuvo que asistir para hacer fotos y videos. Su jefa le pidió que no se volviera a presentar a los eventos con pelo teñido. Él cedió y modificó su presentación. Pero sintió que la petición fue injusta, porque no estaba motivada por un código de imagen empresarial establecido.
“Otras compañeras mujeres que están en puestos iguales al mío sí andaban con las cabelleras pintadas como yo”, asegura.
Por esos días, superados los peores momentos de la pandemia de Covid-19, la agencia pidió a sus trabajadores que iniciaran trabajo presencial en las oficinas. Alexander trató de llevarse bien con sus colegas de trabajo, pero había comportamientos que le incomodaban y él no se callaba. Particularmente, cuando hombres hablaban en forma sexualizada de otras compañeras. Él les manifestó su desacuerdo y a partir de ello, inició una persecución y acoso hacia él.
“Vos porque sos maricón”, le decían.
El acoso y la homofobia afectaron a Alexander quien la pasaba mal en su trabajo. La situación empeoró, cuando un supervisor de la empresa, se le empezó a insinuar. Lo disimulaba con bromas. Así de forma sutil, creó espacio para poner en duda que su acoso sexual se podría interpretar como otra cosa. Hasta que un día, durante una reunión de trabajo, el supervisor le tocó las piernas.
El joven decidió denunciar y fue al Ministerio de Trabajo. A la empresa se le ordenó que el supervisor ya no podía tener contacto con Alexander. Pero semanas después, la empresa le obligó a firmar un contrato de confidencialidad.
“Yo sentí que eso fue una represalia”, explica.
Alexander ya no se volvió sentir cómodo en la empresa. Pese a que él fue la persona agredida, finalmente prefirió renunciar.
A pesar de que el caso de Alexander fue recibido por el Ministerio de Trabajo, según esa institución no hay registro de denuncias por vulneración a personas LGBTIQ+.
El Diario de Hoy solicitó la estadística, en versión pública, de denuncias recibidas de casos de acoso hacia personas LGBTIQ+ en ambientes laborales de los últimos cinco años. En su resolución, la institución declaró inexistentes los datos.
Situaciones como la vivida por Alexander no son casos aislados. Demuestran que aún las pocas personas LGBTIQ+ que vencen la exclusión y obtienen un empleo formal, enfrentan discriminación en los espacios laborales.
A inicios de 2022, las organizaciones Comcavis Trans y Ormusa, publicaron un estudio sobre la discriminación y violencia contra la población LGBTI en El Salvador. Según los resultados, el ambiente laboral es el tercer sitio (17%) donde ocurre más discriminación. Está precedido por la convivencia comunitaria (33%), y la familia (26%).
Aunque no hay información sobre qué tan frecuente es en El Salvador que personas LGBTIQ+ son obligadas a modificar su apariencia en sus empleos, casos similares de Costa Rica, recopilados y analizados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) dan una idea de qué tan normalizado es este tipo de discriminación.
Según el informe Orgullo (Pride) en el trabajo, para conseguir un empleo todas las personas renuncian a ciertos gustos o preferencias, al usar uniforme o asumir un código de vestimenta. Pero esto no es comparable con el impacto y las consecuencias de tener que ajustarse a una determinada forma de vestirse o verse en la obligación de ocultar la orientación sexual o identidad de género, como muchas personas sexualmente diversas lo hacen para evitar los tormentos.
La OIT asegura que, en los casos de las personas de la diversidad “se trata de un rasgo de identidad esencial, una parte de identidad de la persona”, que no se trata tan solo de “adecuarse a un molde”, sino que se obvian las profundas raíces de la discriminación contra la población LGBTIQ+, que la finalidad no es hacer cambiar a la persona, sino ocultar para no ser objeto de la discriminación por homofobia o transfobia.
Eduardo Madrid, director del Refugio Santa Marta para jóvenes LGBTIQ+ coincide con la conclusión del estudio costarricense.
“Este problema es a consecuencia de la construcción social de odio hacia la población LGBTIQ+. Tenemos sistemas sociales que se ven reflejados en empresas privadas, donde se mantiene este gran aparato de opresión contra todo aquello que no es masculino”, explica Eduardo Madrid.
Iniciativas de Inclusión
Los call center en El Salvador son empresas que desde su proliferación han sido vistas como permisivas con la imagen de sus empleados. Sin embargo, esa permisibilidad no siempre se traduce en otorgar espacios seguros para las personas LGBTIQ+, como lo ha vivido Dakota Ortiz (historia presentada en la primera parte de este reportaje). Por esta razón, la consultora White Fox, ha creado el Índice de Inclusión y Equidad Empresarial (IIEE).
Esta certificación trabaja varios temas: equidad de género, personas con discapacidad, personas que viven con VIH y otras condiciones médicas crónicas, población LGBTIQ+, otras minorías (como nacionalidad, etnia y religión) y proactividad y promoción.
“Básicamente, lo que nosotros hacemos es acompañar a las empresas para que implementen diferentes políticas, procesos y procedimientos en los ejes que tenemos”, detalla Ramón Candel, director de la consultora y creador de la certificación.
La certificación dura aproximadamente nueve meses y contempla una serie de acciones para lograr cambios positivos en los ambientes laborales, explica Candel. Se realiza una auditoría que incluye la revisión de procesos internos y dinámicas como grupos focales, para establecer si existen casos de discriminación. Una vez otorgada tiene vigencia por dos años y, si la empresa lo desea, puede solicitar renovarla a través de una nueva auditoría.
Desde 2017 y hasta la fecha, han certificado a siete compañías salvadoreñas y guatemaltecas, entre ellas dos call center. Tres empresas más están en proceso de certificarse.
Carlos Aguilar trabaja en TELUS International, que ha recibido la certificación del IIEE en 2019 y 2021. Ocupa un alto cargo como gerente de una de las cuentas de la empresa. Tiene sobre sus hombros un equipo de 550 personas y su liderazgo le ha permitido ser un referente en el trabajo de inclusión.
Este año, después de la conmemoración del mes del Orgullo en junio, él y otros 11 líderes de la compañía iniciaron con Spectrum, un comité de empleados que comenzó a desarrollar acciones de inclusión dentro de la compañía. Ha organizado conversatorios, talleres de expresión artística sobre lo que significa ser una persona LGBTIQ+ y otras actividades educativas.
La empresa cuenta con baños neutros, producto de las sugerencias de la certificación en 2021. La certificación implica una política de cero tolerancia a cualquier forma de burla o discriminación.
“Se insiste y se refuerza a cada uno de los colaboradores la posibilidad de reportar cuando algo de esto no se cumpla. Yo podría reportar en cualquier momento que me he sentido discriminado”, explica Carlos.
Con cada reporte se activa un protocolo de retroalimentación inmediata y de buscar una conciliación en caso que sea necesario.
“Se busca, más que una reprimenda como tal, una sensibilización del tema y un paro a la discriminación”, agrega Carlos.
En contraste al call center donde trabaja Dakota, en TELUS International trabajan con el nombre de preferencia de las personas para respetar su identidad pese a que en los documentos aparece otro nombre.
“Si reclutamiento tiene esa información (la identidad de género u orientación sexual) de todas las personas desde un inicio porque la persona lo expone en el proceso de selección, nos informa a RRHH y damos visibilidad al nombre de preferencia para la identificación en ciertos reportes, papelería y algunas cosas que no son oficiales”, explica Ana Ordoño, del área de recursos humanos.
Talleres para empoderar en derechos laborales
Otra de las iniciativas que buscan generar un impacto de las vivencias de las personas LGBTIQ+ en los ambientes laborales son las capacitaciones de la Escuela del Mundo del Trabajo. Esta es impartida por Amate, una organización no gubernamental que trabaja temas de feminismo y derechos LGBTIQ+.
Durante 10 sesiones que comenzaron a inicios de noviembre, llevaron a cabo un proceso de sensibilización con distintos sindicalistas del país, agrupados en la Federación de Asociaciones y Sindicatos de El Salvador (FEASIES) y empleados de empresas privadas. El proyecto busca generar conocimiento sobre los derechos laborales para que las personas LGBTIQ+ puedan exigirlos.
Gonzalo Montano es secretario de formación en Amate. Considera que ha habido un retroceso en las políticas públicas. El actual gobierno suspendió algunos esfuerzos que el Estado tenía en el tema. Por ejemplo, en el Ministerio de Trabajo se había creado la Ventanilla para el Trabajo LGBTIQ+, pero con la disolución de la Secretaría de Inclusión Social, que articulaba estos programas, este servicio dejó de funcionar.
El activista apunta que los programas no eran perfectos. Por ejemplo carecía de un registro desagregado que clasificara a las personas según su orientación sexual o identidad de género. También se ofrecían plazas que reproducían ciertos estereotipos, como plazas de estilistas que requerían a hombres gais o vacantes para agentes de seguridad privada que buscaban a mujeres lesbianas.
Aún con estos defectos, representaban un avance para promover los derechos laborales de la población LGBTIQ+ desde el Estado, y para Gonzalo su cierre es una retroceso lamentable.
Te invitamos a conocer las historias de El Salvador, Honduras y República Dominicana en Cambialahistoria.info, un proyecto colaborativo de la DW Akademie y Alharaca promovido por el Ministerio Federal de Relaciones Exteriores de Alemania.