En el predio Santa Fe hay comerciantes y compradores que hacen honor a su nombre, compran y revenden con la fe que hayan hecho un buen negocio. Es que en este predio, a un costado del parque Libertad, y en una cuadra de la sexta avenida sur y cuarta calle poniente, en el centro histórico de San Salvador, hombres y mujeres, en su mayoría adultos mayores, ofrecen todo tipo de cosas, artículos, celulares, baterías, ropa, zapatos hasta electrodomésticos, a reparar o para piezas.
Las compras van desde un dólar en adelante. Esta cuadra frente al ex cine Libertad es el punto de encuentro para los que se las ingenian vendiendo de todo para obtener ingresos, comprando y revendiendo. Los comerciantes ponen un pedazo de saco o tela sobre el asfalto para colocar el producto que ofrecen.
Manuel Quintanilla, de 70 años, carga en su mano derecha una vieja plancha que compró de segunda en el predio Santa Fe. La plancha que compró Quintanilla le costó cinco dólares, también compró una extensión a $0.50 centavos para repararla, espera poder revenderla ya a 10 dólares porque es de buena marca, comenta. Esta es la forma en que logra obtener dinero para el sustento diario, pagar deudas y comprar comida.
“Uno viene, busca, ve algo bonito que le va a sacar provecho y lo compra. Acá he comprado cosas buenas, y algunas malas también porque ese es el riesgo, pero yo las reparo y las ofrezco en un changarrito que tengo en mi casa, para revender”, comentó.
Para Fabio Colindres Landaverde, de 65 años, dice que es una buena alternativa para comprar lo que necesita a un precio más barato de lo habitual. Landaverde
no pasa desapercibido por una cadena con huevo de chompipa que anda en su cuello, dice que él mismo diseño mientras se encontraba de turno trabajando como guardia de seguridad.
“De vez en cuando vengo a comprar acá, es más barato que ir a una ferretería, y sí pide rebaja se lo dan más barato, ahí es la suerte que le salga bueno lo que compró si no tiene que arreglarlo, pero sale mucho más barato”, especificó. Él inspecciona cada puesto buscando un chorro para colocarlo en un oasis que compró también en este lugar. Pero en vez de eso encontró una cocina eléctrica que pagó su precio sin tanto pensar porque asegura esta casi regalada. Le costó dos dólares.
“Estas cocinas son muy buenas, sí la resistencia, donde se calienta la comida sale buena ya la hice, es que son caras en las ferreterías. Así se compra aquí, sin pena y con poco pisto porque igual no tenemos”, recalcó.
José Quintanilla es un comerciante en el rubro, tiene más de 20 años de dedicarse a comprar, vender y revender objetos, cosas, artículos o en palabras de él, “basura” reciclada. “Se vende para ir comiendo y subsistiendo. Yo le compro a los basureros, los que andan en el tren de aseo, esto es una cadena de reventa, de eso se trata. Acá se compra de todo, botes de loción, oro, plata, relojes, dados de computadora, hay cosas que tiene más valor que otro. Lo que para otro es basura para nosotros es nuestra forma de subsistir”, detalló.