El cantón El Hormiguero de Comacarán posee un edificio que sorprende a los que lo ven por primera vez. Se trata de un templo cuya construcción que data de inicios del siglo pasado y que fue hecho con piedras y ladrillo. Cuya fachada atrapa las miradas. Es una verdadera obra de arte de la época postcolonial.
Es la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, patrona del cantón, y es el símbolo más valioso en El Hormiguero.
La construcción de la iglesia inició en 1909 en una manzana de terreno que fue donado por Emilio González, un terrateniente que era dueño de todo lo que ahora es el cantón El Hormiguero, en aquel entonces llamado Moncagüita. Culminó hasta 1918, aunque aseguran que la obra nunca fue terminada y que se dieron por finalizados los trabajos porque los recursos se acabaron. Probablemente se dieron cuenta que aún sin terminar esta lucía bella. Los que trabajaron en la construcción fueron los mismos hombres que laboraban en las seis minas de oro y plata instaladas en 1909 por una compañía estadounidense y llamadas Comacarán Gold Mining Co. La empresa también contribuyó con dinero para la obra y esta es probablemente la razón de su gran tamaño comparado con el tamaño del poblado que domina. Se dice que algunas piedras en la fachada también fueron extraídas del interior de las minas que actualmente está soterradas, pero aún se encuentran vestigios de ellas.
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Para Luis Orellana, ex coordinador de la comunidad, es un tesoro hecho arquitectura por el cual la gente ha trabajado por muchos años para seguir conservado este patrimonio del cantón. “En oriente es única, tener un monumento como este en la comunidad es sinónimo de fe y perseverancia. Me hace sentir dichoso por contar con este patrimonio”, comenta.
También explica que la construcción del templo nace de una promesa que el antiguo dueño de estas tierras hizo a la Virgen de Guadalupe. Hay que destacar que en una baldosa de barro del piso del templo quedó estampada una huella de Guadalupe González, una de las hijas del hombre que donó el terreno, por lo menos eso cuenta la historia oral local que también dice que el templo fue levantado en honor de la niña. Allí aún están visibles sus pequeños deditos redondeados.
Lo que más llama la atención de la fachada son sus proporciones bien balanceadas y sobre todo la textura creada por la piedra caliza labrada, canto rodado y ladrillos de barro. Tienen el encanto de la piedra natural utilizada en los templos coloniales. Aunque la iglesia no tiene nada que ver con la colonia, como muchos se equivocan, es casi contemporánea a la iglesia El Calvario de San Salvador, terminada en 1911 y construida con métodos más modernos para la época, concreto y acero armado. En la cúspide de la fachada hay una cruz moldeada con ladrillos que seguramente era una base hecha para ser repellada. Los campanarios están bien conservados y uno tiene instalado un viejo pararrayos de acero. Cuentan con dos campanas, una de nombre Santa María y otra Conchita, que fueron hechas en Italia en 1947, año que tienen estampado en el borde de bronce.
La poca luz solar que entra en su interior es suficiente para apreciar la altura del techo sostenido por grandes vigas de madera. En el espacio no hay ningún lujo y las paredes están manchadas por excremento de murciélagos; pero para la poca feligresía del cantón lo que importa es la riqueza espiritual que evoca el lugar.
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La imagen de la Virgen de Guadalupe en el altar mayor es una réplica de la que está en la basílica de Guadalupe en México. Fue traída a Comacarán antes de que se construyera la iglesia. Cuando culminó la obra fue puesta en dicho lugar y jamás ha sido movida, ni alterada. También cuentan con un confesionario de más de cien años, esto según los pobladores.
Ana Lilian Rodríguez, de 60 años, es una fiel devota que nació y creció en El Hormiguero. Para ella, tener una parroquia de tal magnitud en una comunidad relativamente pequeña es de gran importancia cultural y espiritual. Ella y su esposo, Enrique Orellana, son los encargados de abrir las puertas de roble, de casi cinco metros de altura, los jueves por la tarde para rezar o los domingos para la santa misa.
La pareja dice que a la iglesia no solo asisten los fieles creyentes, también van los curiosos, estudiantes e intelectuales que se han enterado de su existencia por fotos. “Para mi representa muchísimo, es mi fe, ahí conocí a Dios, desde que fui bautizada ahí supe que Dios estaba conmigo. Ahí bautice a mis hijos, ahí se casó mi madre, ahí me case yo, ahí se han casado varias amigas”, expresa Ana Lilian.
El templo ha soportado los terremotos (algo que habla bien de la forma robusta en que fue construido), también las inclemencias del clima e incluso el pillaje por parte de personas inescrupulosas.
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Ana Lilian cuenta que a pesar de ser una comunidad pequeña y sin mayores conflictos, dos veces han hurtado objetos de la iglesia. No recuerdan con exactitud la fecha en que han pasado estos dos robos, pero la última vez sustrajeron casi todo lo que tenía valor, fue hace como 13 años. “Se robaron unos amplificadores, sillas, parlantes, dinero, entre lo que recuerdo. Los que profanaron el lugar conocían la iglesia, el lugar, destruyen los candados y lograron entrar”, comentó la mujer.
Si desea visitar el templo, este está ubicado aproximadamente a unos 30 kilómetros del centro de San Miguel, tomando la ruta Militar y luego el desvío hacia Comacarán. Al llegar al casco urbano de este municipio hay que avanzar otros tres kilómetros hacia el cantón El Hormiguero.
Es un destino que visitan aventureros en motos y bicicletas. Hay algunos videos en Youtube que describen la sorpresa que causa a los visitantes encontrar esta construcción tan atractiva a la vista en medio de un pequeño cantón que también posee uno de los sitios paleontológicos del país, donde se han encontrado restos de fauna de hace más 100 mil años como perezosos gigantes, armadillos gigantes, mastodontes, bisontes entre otros.