El pasado viernes 10 de junio de 2022, cuatro agentes llegaron hasta el pasaje 2 polígono U en la colonia Villa Lourdes, municipio de Colón, a detener a Rodolfo Antonio Jiménez, quien en ese entonces tenía 49 años. “No estaban haciendo ronda de vigilancia, vinieron directo a detenerlo” comentó Ingrid de Jiménez, su esposa.
Ingrid relató que esa mañana Rodolfo fue a dejar a su hija a la escuela como todos los días, regresó a desayunar y se dispuso a cuidar de su tienda. Añadió que a las 10:00 de la mañana los agentes llegaron y dijeron que revisarían la vivienda, Rodolfo usaba una camiseta del Alianza, lo que de alguna manera provocó que la tensión bajara y los agentes bromeaban con el detenido sobre el equipo de fútbol, diciéndole que lo tenían retenido por ser del Alianza. “Rodolfo nunca puso resistencia”, dijo la esposa.
Ella relató que los agentes levantaron hasta el cielo falso de su casa y no encontraron ningún ilícito, pese a ello decidieron decomisar el celular, esposarlo y trasladarlo a las bartolinas de la Policía de Lourdes, argumentando que lo llevarían a corroborar la información y que posiblemente se quedaría en el lugar para investigarlo durante 15 días, por lo que le indicaron a de Jiménez que comprara la ropa blanca de uniforme de reo y pagara los tiempos de comida de Rodolfo en la delegación.
Ingrid declaró que durante el allanamiento en la vivienda hubo abuso policial, pues fue amenazada con ser detenida por cuestionar las razones de la revisión y la detención. Durante el proceso de traslado de su esposo, cuando preguntaba si habían encontrado pruebas y recalcaba la situación de salud por diabetes que él sufre, un policía le dijo que “allá se va a morir”.
El proceso de traslado de Rodolfo tardó poco y al siguiente día fue llevado al penal de Mariona donde permaneció dos meses. En ese lapso Ingrid se enteró que su esposo estaba siendo atendido en el hospital Zacamil al ver imágenes que circularon entre familiares de privados de libertad. Luego, Rodolfo fue llevado al penal de Quezaltepeque. Ella no ha vuelto a saber de su esposo ni de su situación de salud, únicamente conoce la ubicación del sector y celda donde supuestamente se encuentra, pues cada cierto tiempo lleva el paquete de alimentos y medicinas a la cárcel.
Ingrid cree que la razón por la que su esposo está preso es por alguna llamada anónima, pues afirma que pese a la situación delincuencial que ha reinado en la zona por años, nunca tuvo problemas con pandilleros, que no se metía con nadie y solo se dedicaba a atender la tienda que tenía en su casa.
Josefina Henríquez madre de Rodolfo: “Ya no tengo paz”
Rodolfo era el mayor sostén de su hogar. Pese a ser contador de oficio y que tenía un puesto de supervisor en una empresa telefónica, cuando se casó con Ingrid decidió establecer una tienda en su hogar en Villa Lourdes hace ocho años; mientras ella trabajaba en un almacén de ropa de segunda mano.
El detenido vendía lácteos, bebidas, verduras y otros artículos para el hogar. Era una tienda bien surtida; además se encargaba a diario del cuido de su hija a la que llevaba y traía de la escuela, iba a reuniones de padres de familia y las entregas de notas. Incluso la escuela extendió una carta de constancia a Ingrid sobre el buen padre que es para que sirviera de constancia para que las autoridades se convencieran que no es un delincuente.
También las vecinas han dado sin vacilación su apoyo por escrito como testigos para respaldar la constancia de antecedentes penales de la PNC y de Centros Penales.
Así mismo Ingrid tiene el respaldo de la Unidad de Salud de San Jacinto, que le otorgó una carta sobre la atención que Rodolfo recibe ahí, también el registro legal de su tienda en la alcaldía de Colón, así como los recibos de compra a sus proveedores.
Ingrid expresó durante la entrevista que ha tocado cada puerta que le han sugerido para que su esposo sea liberado, y por quien recalcó con firmeza que él es inocente.
La situación de Rodolfo ha afectado a toda su familia, pues sus hermanos que vivían en el mismo pasaje se mudaron a otro lugar por temor a ser también detenidos, y su madre, Josefina Hernández Henríquez ha tenido graves recaídas en su salud.
“Viera… ya no tengo paz, es terrible esta situación”, dijo la madre entre sollozos; ella siempre rompe en llanto cada vez que el tema es mencionado. Ella está tan convencida de la inocencia de su hijo que, de ser delincuente, ella estaría de acuerdo con que esté detenido.
Josefina comentó con tristeza que aún tiene un chompipollo en el congelador de la refrigeradora desde el año pasado para hacer una cena para celebrar cuando su hijo sea liberado.
Ella pasa deprimida, ha sufrido el contagio de covid-19, carencia de hemoglobina en la sangre, ha desarrollado cálculos en la vesícula y recientemente se le diagnosticó deficiencia en el funcionamiento de sus riñones, por lo que teme que se trata de insuficiencia renal y tener que vivir sometiéndose a diálisis; todo esto le ha pasado en los 14 meses de encarcelamiento de Rodolfo. “Los tratamientos no me ayudan y aunque a mí doctora no le mencionó nada sobre la situación de mi hijo, yo sé que mis padecimientos son por lo que él está pasando”, agregó.
La madre afirmó que, mientras Rodolfo está detenido, cumple la indicación que este le dijo cuando habló con ella la última vez por teléfono, cuando estaba detenido en las bartolinas: “mami, cuide a la niña y a Ingrid”; sin embargo, el decaimiento en salud le permite hacer poco. “Casi no duermo y cuando lo hago también sueño con él y el día de su captura”.
Por su parte, Ingrid comentó que tuvo que dejar su trabajo para encargarse de la tienda y del cuido de su hija y de su suegra. Pero después de unos meses, los clientes ya no llegaban como antes y empezó a endeudarse, así que buscó de nuevo un empleo. “Ya no se vende igual, mucha gente ha sido capturada o se han ido de aquí por miedo a que los lleven presos”. Ella ve que la zona está más tranquila que antes, pero cree que también hay vecinos que se fueron por el acoso policial, por lo que ahora hay más viviendas solas y se han mudado nuevos inquilinos. “Después de la captura de Rodolfo la policía ha vuelto a allanar la casa dos veces y a mí me han querido llevar detenida porque él no está”.
Ingrid trabaja en una imprenta en Santa Tecla donde cubre los días libres de otros trabajadores. Gana, con suerte, noventa dólares a la quincena. Sigue haciendo funcionar la tienda y con lo poco que gana va a dejar al penal el paquete de comida y de higiene para Rodolfo. También sigue con el proceso legal para ayudarlo a salir libre.
“He presentado tres hábeas corpus”, declaró Ingrid mientras muestra la documentación que ha llevado directamente a la Corte Suprema de Justicia, donde, pese no haber obtenido una respuesta favorable, pudo conseguir una revisión del estado de salud de Rodolfo en la que le notificaron que el médico legal encargado de chequeo le diagnosticó diabetes mellitus, para la que está recibiendo tratamiento, y sufría un proceso diarreico estable.
Para el tercer hábeas corpus que entregó en la CSJ, Ingrid fue apoyada por la Asociación de Derechos Humanos Tutela Legal “Dra. María Julia Hernández”. Aún espera la respuesta.
