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El cocodrilo: ¿Valioso aliado o un peligro en los manglares salvadoreños?

Los cocodrilos y caimanes fueron llevados al borde de la extinción en El Salvador por la caza y la destrucción de los humedales. Ahora están regresando tímidamente junto a los beneficios y temores para los humanos.

Por Jessica Orellana | Abr 21, 2023- 21:49

Foto EDH Jessica Orellana
Miguel Ángel Contreras perdió su brazo izquierdo durante un ataque de un cocodrilo en 2015 en San Francisco Menéndez, Ahuachapán. Foto EDH Jessica Orellana

En 2015, Miguel Ángel Contreras tenía 46 años cuando sobrevivió “por un milagro” a un ataque de un cocodrilo. Contreras recuerda cómo un domingo por la tarde se encontraba descansando con su esposa y sus seis hijos, cuando de pronto tuvo el deseo de salir a pescar en una zona conocida como La Majada, ubicada en el cantón La Ceiba, en el municipio de San Francisco Menéndez, Ahuachapán.

Tras varios minutos de estar pescando, un gran reptil se le abalanzó. “Ya había tirado la atarraya como dos veces, cuando saqué los pescados e intenté volver, el animal me agarró”, describe Contreras.

El cocodrilo primero lo mordió a la altura de las costillas y lo mantuvo boca abajo en el pantano, pero cuando logró darse la vuelta, el cocodrilo lo tomó del brazo izquierdo.

“Quizás luché unos 10 minutos con el animal, era un cocodrilo de unos tres metros y su tamaño me logró dominar en varios momentos”, narra. Después de ocho años del incidente, su mente lo lleva a cuando el reptil le arrancó su brazo y “salió corriendo, como si hubiera logrado obtener el trofeo”.

Sangrando, Contreras se levantó y le dijo a su esposa e hijo que se adelantaran para buscar ayuda con el cuñado, a quien encontró después de caminar unos cuatro kilómetros y lo llevó a la unidad de salud del cantón Cara Sucia. Allí fue atendido y luego lo trasladaron al hospital Jorge Mazzini, de Sonsonate, donde finalizó su tratamiento.

Y aunque Miguel ha continuado su vida con su brazo amputado, ese episodio lo ha dejado marcado y no le gusta hablar del ataque, aunque en el pueblo todos saben lo que le sucedió.

Al igual que Miguel Contreras, el pescador José Eduvigis Meléndez García fue atacado por un cocodrilo la noche del miércoles 4 de enero de este año, entre los humedales del Zanjón El Chino, en el cantón Garita Palmera de San Francisco Menéndez.

Tras sobrevivir al ataque, Miguel cuestiona el hecho de que se crean campañas para salvaguardar estos animales y se les priorice ante los seres humanos. “Nosotros pescamos por necesidad y eso no debería ser razón para que muramos a manos de un cocodrilo”, menciona.

Un cocodrilo en su reino del manglar en el canal El Zapatero, Bara de Santiago. El cocodrilo es una de las especies menos comprendidas del planeta a pesar de su importancia en la cadena alimenticia y su capacidad de moldear el paisaje donde habita para el bien de otras especies. Foto EDH Jessica Orellana

Para la experta Rocío Contreras, bióloga ambiental y Magister en Ciencias Biológicas de la Universidad de Chile, cuando los seres humanos han sufrido un ataque de cocodrilos, es más difícil que entiendan lo fundamental que son los animales en sus hábitats y todos aquellos beneficios que pueden traer consigo, muchos de ellos también para los humanos.

Los cocodrilos y caimanes están rodeados por estigmas y son considerados como una amenaza, no sin alguna razón. Por eso hay personas en Barra de Santiago que buscan matarlos.

La Ley de Conservación de Vida Silvestre, en su artículo 3, establece que la vida silvestre es parte del patrimonio natural de la nación y corresponde al Estado su protección y manejo.

Pero la destrucción de sus hábitats ha hecho que el cocodrilo americano (Crocodylus acutus) y el caimán o caimán de anteojos (Caiman crocodilus) se encuentren en riesgo de extinción, al grado que estuvieron a punto de desaparecer en el país, lo que alarmó a otros pobladores y despertó su interés por salvaguardar esta especie.

Cocodrilo en el canal El Zapatero de Barra de Santiago. En este lugar es fácil avistarlos para los turistas y visitantes lo que genera una fuente de ingresos para los habitantes locales. Foto EDH Jessica Orellana

El ingeniero de los manglares

El Área Natural Protegida Barra de Santiago, en Jujutla, Ahuachapán, posee la mayor extensión de manglares de la zona occidental del país y es uno de los refugios más importantes de vida silvestre en el país.

Ahí, entre el bosque de mangle, se encuentra el canal El Zapatero, uno de los lugares que más atrae a turistas porque se puede avistar cocodrilos y caimanes con relativa facilidad. Desde que se iniciaron los trabajos de protección, ambas especies se han multiplicado en número.

Los cocodrilos y caimanes contribuyen con el funcionamiento de toda la comunidad acuática que existe en los manglares. Para la bióloga Rocío Contreras, no solo se trata de cuidarlos porque son animales en sí, sino,  porque son indispensables en los manglares y debería existir una buena relación entre los humanos y los cocodrilos.

Existe en Barra de Santiago y sus alrededores un conflicto entre quienes odian y defienden a estos animales.

Manuel Guevarra, habitante y líder de la Comunidad Playa el Monzón, Valle la Cuchilla, en Metalío, es del segundo bando y para él es una prioridad el cuidado de estas especies. “Cuidar los cocodrilos es fundamental para el bienestar del medio ambiente y sí le sumamos los beneficios económicos que ya algunos tienen por el turismo, más nos esforzaríamos por preservar y conservarlos”, comenta.

Manuel Guevara, líder comunitario en la playa El Metalío, Sonsonate, esta convencido que es necesario proteger a los cocodrilos por los beneficios que traen a los seres humanos. Foto EDH Jessica Orellana

Además,  Rocío Contreras explica la importancia que tienen los cocodrilos, al ser controladores y constructores del ecosistema.

“Al ser depredadores de otras especies generan un equilibrio en la comunidad, limpian el ambiente al comerse otras especies muertas, ayudan a que la vegetación se mantenga y que el flujo de agua en los canales sea el necesario y evitar inundaciones para los seres vivos que habitan cerca de los manglares”.

Los manglares, también conocidos como bosques salados, son ecosistemas que se desarrollan en la frontera entre el mar y la tierra y son conocidos por ser de los lugares más biodiversos del planeta.

En los manglares pasa entre el 80 y 90 % de la biodiversidad de las zonas costeras y sirven, entre otras cosas, para garantizar oxígeno y como una barrera de protección contra eventos como los huracanes.

Rótulos de advertencia se han colocado para advertir a los pescadores de la presencia de cocodrilos en Barra de Santiago. Foto EDH Jessica Orellana

Son hogar y fuente de alimento para especies como moluscos, peces, reptiles, mamíferos y aves, incluso de especies que migran y se refugian en los manglares. Son las guarderías de muchas especies de peces marinos de importancia para los pescadores, porque ahí desovan. Los alevines encuentran protección de depredadores entre las raíces de los árboles hasta que alcanzan un tamaño suficiente para entrar al mar a desarrollar su adultez.

Silvia Flores, coordinadora territorial del Fondo de Inversión Ambiental de El Salvador (FIAES), menciona que: “La relación de los cocodrilos con los seres humanos es un esfuerzo de trabajo colaborativo, debe darse entre las comunidades, organizaciones e instituciones de gobierno para velar espacios para el cuido de estas especies y su ecosistema”.

En el caso de El Salvador, los beneficios del manglar se han reducido. Hemos pasado de tener 100,000 hectáreas en 1950 a 40,000 actualmente, según estudios realizados por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN).

Una de las principales amenazas es el monocultivo de caña y la ganadería que se extiende hasta los bordes del manglar, destruyendo las zonas de amortiguamiento del bosque y afecta con agroquímicos. También ha ganado terreno el desarrollo urbano y turístico.

Silvia Flores, coordinadora de FIAES en Barra de Santiago. Foto EDH Jessica Orellana

“Si los cocodrilos habitan, es un manglar sano”

Para José Antonio Villeda, guardarrecursos del Ministerio de Medio Ambiente con más de 43 años de experiencia, hay un gran trabajo por hacer para tener una educación de cuidado hacia los cocodrilos. “Hemos tratado de educar a los ciudadanos con el tema de la preservación. Todavía existe gente que se come los huevos y otros los destruyen por el estigma que tienen”.

Villeda, de 1.8 metros de estatura, piel blanca y ojos claros, vive la mayor parte de su vida entre los canales formados en los manglares vigilando la reserva natural, en la costa del Pacífico, a unos 110 Kms. al oeste de San Salvador.

“La gente debe darse cuenta que si los cocodrilos o los caimanes se sienten amenazados en su entorno pueden atacar, de lo contrario es admirable cómo los habitantes pueden convivir y hasta sacar beneficios con esta especie”, comenta, al preguntarle por los ataques de cocodrilos a seres humanos.

Además, asegura que hay lugares donde se avista cocodrilos y que existen esfuerzos por mantenerlos señalizado para que los habitantes eviten pescar o bañarse, precisamente para evitar un ataque; lamenta que hay gente que no hace caso.

José Antonio Villeda, guardarrecursos del Ministerio de Medio Ambiente en Barra de Santiago. Foto EDH Jessica Orellana

Rocío Contreras también recalca la necesidad de crear campañas más efectivas por parte de las autoridades, para evitar los ataques de cocodrilos hacia seres humanos.

“La misma cultura hace que la gente tenga costumbres de sobrevivencias”, haciendo énfasis en planes para que los habitantes solventen necesidades básicas como espacios seguros para la pesca y que no sientan que se les está quitando el trabajo. sino más bien trabajando para beneficios de ambos. “Si los cocodrilos habitan, es un manglar sano para todos”, asegura.

Para la maestra Lucía, del Centro Escolar Caserio El Zapote, contar con un acercamiento al cuido y la protección de los cocodrilos desde la niñez es una gran enseñanza. “Los menores aprenden y replican con sus padres lo aprendido. Como centro escolar, tratamos de darle un enfoque más ambiental por estar cerca de los manglares y todas estas especies que acá habitan”, asegura.

Lucía, maestra de escuela en Barra de Santiago, enseña a los niños la importancia de la protección del medio ambiente y sus especies, incluidos los cocodrilos y caimanes. Foto EDH Jessica Orellana

Agrega que es un beneficio para los menores  que en las aulas los maestros, por su cuenta,  implementen la educación del medio ambiente de calidad, y lamenta que el Ministerio de Educación para este año cambiará la currícula escolar de Ciencia y Medio Ambiente por Ciencia y Tecnología.

Para Silvia, los esfuerzos por la conservación y preservación de los cocodrilos en las comunidades ya está dando frutos y los programas implementados por el Ministerio de Medio Ambiente y otras organizaciones, como FIAES,  sumado al trabajo que realizan las comunidades, permiten que se reproduzcan.

 “Nos falta más trabajo pero esperamos que un día los humanos puedan convivir y no ver como un conflicto el habitar junto a los cocodrilos y caimanes”, agrega.

Cada 22 de abril se celebra el Día Internacional de la Tierra, una fecha ambiental importante para las presentes y futuras generaciones, puesto que los ecosistemas y las distintas especies que los habitan son fundamentales para el desarrollo de la vida en el planeta. Cocodrilos incluidos, por supuesto.

Cocodrilo juvenil en el canal El Zapatero de Barra de Santiago. Foto EDH Jessica Orellana

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