Un grupo de 18 jóvenes -mujeres y hombres- implementa una técnica llamada chinampas para restaurar una zona manglar de la Bahía de Jiquilisco, el humedal salobre más grande de El Salvador y el mayor de Centroamérica.
En El Salvador, los manglares se ubican a lo largo de la zona costera del Pacífico. Entre los más importantes se encuentran el de la Bahía de La Unión, la Bahía de Jiquilisco (ambos de la zona oriental del país), Bahía de Jaltepeque (zona central) y Barra de Santiago (zona occidental).
Según el Ministerio de Medio Ambiente, desde 1950 hasta 2013, se ha perdido un 60 % de la cobertura de los bosques de manglar, pasando de 100.000 hectáreas a 40.000. Y es que estos ecosistemas son afectados por la contaminación, la deforestación, la expansión agrícola, los proyectos acuícolas, y el desarrollo urbano y turístico.
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Más de 300 chinampas
La Bahía de Jiquilisco fue declarada sitio Ramsar (protegido) en octubre de 2005. La reserva cuenta con más de 63.000 hectáreas y contiene el mayor estuario de manglares en El Salvador e incluye numerosas bahías, canales, playas, islas, bosques y un complejo de lagunas de agua dulce.
El proyecto de chinampas se lleva a cabo en la zona occidental de dicha bahía, en un aproximado de 7 hectáreas, y es ejecutado por la organización The HALO Trust con el apoyo de la Asociación Mangle y el acompañamiento del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN).
En dicha zona han sido colocados más de 300 chinampas o islas flotantes, que son elaboradas con estacas de bambú y material vegetal biodegradable.
Sofia Grimaldi, bióloga y consultora experta en manglares, explicó a EFE que la técnica que se conoce como chinampas es “básicamente pequeñas islas que se hacen para elevar el nivel del suelo y sembrar diferentes especies (de árboles de mangle) que se encuentran en la zona”.
Señaló que antes de la implementación del proyecto, que comenzó en 2022, se realizó un estudio para “conocer qué tan bajo era el nivel del suelo con base en las inundaciones básicas” y “con base en esta información poder saber qué tanto se tenían que elevar las chinampas”.
En un triángulo formado con las estacas de bambú, los árboles de manglar de tres clases -negro, blanco y negro- son sembrados en las aguas del manglar para su reproducción.
José María Argueta, director de la Asociación Mangle, comentó a EFE que las chinampas fueron una iniciativa implementada en algunas zonas de México como una alternativa que utilizaban los agricultores para la plantación de sus cultivos.
“Aquí nosotros, en El Salvador, las estamos utilizando para la restauración ecológica de manglares (...) se busca sembrar diversas especies de (árboles) manglar y conocer qué especie es la que se va a mantener”, apuntó.
Alejandra Ríos, experta colombiana miembro de The HALO Trust y coordinadora del proyecto, dijo a EFE que en El Salvador se habían hecho algunas prácticas con pequeñas cantidades de chinampas, pero “creo que este es uno de los primeros (proyectos) que tiene ya una gran cantidad de chinampas, con 330”, equivalente a más de 1.100 árboles de manglar.
Indicó que las chinampas facilitan que las plantas no se ahoguen durante las inundaciones. “No tan elevadas que no tengan la suficiente humedad, ni tan bajitas que puedan ahogarse durante las subidas de marea o inundaciones”, añadió.
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Un largo trabajo de restauración
El director de la Asociación Mangle apuntó que fue a partir de 2011 que se comenzó a hablar sobre la restauración ecológica de manglares con un enfoque comunitario, y fue en 2012 cuando se llevó a cabo la primera intervención en zonas afectadas.
Lo anterior permitió el monitoreo del área degradada y estudios sobre la autoecología de las especies de manglar para “conocer los patrones de distribución y qué especies habían”.
Argueta señaló que en las intervenciones han estado presentes el MARN, Asociación Mangle, otras organizaciones y ahora The Halo Trust, lo que “ha permitido que el bosque de manglar se venga restaurando, incluso en zonas donde prácticamente pensábamos que no se iba a restaurar”.
“Con el hecho de abrir canales, quitar sedimento o perturbaciones que haya en ellos (en los canales) se ha venido drenando mejor el agua salobre y por ello las especies (de árboles) se han venido regenerando por sí solas”, agregó.
Los manglares, de vital importancia
Alejandra Ríos señaló que el ecosistema manglar es de vital importancia para las comunidades costeras, ya que funciona como barrera natural frente a posibles eventos, como inundaciones y huracanes.
Además, son fuente de alimento y hacen parte de la economía de los lugareños, dijo.
“Por el tema ambiental es guardería de muchísimas especies, tanto peces, anfibios y aves”, agregó.