El salvadoreño Raúl Edgardo Cortez Cota, de 40 años, jamás imaginó que su estadía en la ciudad de Wuxi, en la provincia de Jiangsu, en China, se convirtiera en una hazaña luego que no dudó, ni un segundo, en lanzarse al río, en la calle Nanchang, para salvar a dos personas que habían caído al agua, el 20 de octubre pasado.
Los ocho minutos que, en promedio, duró el rescate de los dos ciudadanos de China, fueron sentidos como una eternidad.
El acto heroico le valió para que la ciudad de Wuxi le otorgara certificados de Justicia y Coraje.
El mismo reconocimiento fue entregado a Danilo Alejandro Vega Hernández, el otro salvadoreño quien tampoco dudó en lanzarse al río para participar en el rescate de la pareja, que se encontraba realizando un paseo cuando cayeron al afluente.
Cortez, quien es originario de Santa Ana, relató que se encontraban participando en el seminario sobre Desarrollo Sostenible de la Acuicultura y Cambio Climático, actividad coordinada entre China y El Salvador.
Al finalizar la jornada de ese día, se encontraban caminando, junto a otras personas, por la zona del incidente, cuando observaron a una pareja.
En un abrir y cerrar de ojos presenciaron que la mujer cayó al río y que segundos después, el hombre se lanzó tras ella, para tratar de rescatarla.
Por los movimientos del joven al caer al agua, el santaneco logró comprender que no podía nadar, por lo que su primera reacción fue despojarse de su pasaporte, celular y billetera, y se lanzó al agua.
“Sin pensarlo, por la misma adrenalina, me lancé al agua; fui primero donde el muchacho que era el que se miraba más complicado. Cuando llegué donde él ya estaba bien aguado; lo levanté por la camisa para que agarrara aire y se me volvió a hundir. Lo volví a levantar para que agarrara aire y no respondía”, recordó el salvadoreño, quien labora en el Centro de Desarrollo de la Pesca y la Acuicultura (Cendepesca), que es una dependencia del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG).
Cortez, finalmente, logró llevar al joven a la orilla del río; pero observó que la muchacha había sido arrastrada varios metros.
En ese momento decidió ir a auxiliarla, aunque para ese entonces ya se encontraba cansado; logró hacer la mitad del recorrido hasta donde se encontraba la joven.
A pesar de que aún tenía energías para llegar a ella, reflexionó que no iba a poder regresar con la mujer.
Para ese instante había un buen número de lugareños presenciando lo que ocurría; sin embargo, nadie se lanzó al río para tratar de ayudarla.
Fue entonces que el otro salvadoreño tomó la decisión de lanzarse, ya con ayuda de un salvavidas.
En el instante no lo tomó en cuenta; pero una de las situaciones que dificultaron el rescate fue que la temperatura estaba baja, a 16 °C.
“En el momento, la adrenalina del cuerpo no lo siente. Fue un momento bien complicado por el frío”, relató, ya de regreso en el país.
Las autoridades de la ciudad de Wuxi llevaron a los salvadoreños a una cafetería, que fue cerrada, para darles calefacción y que recuperaran su temperatura corporal.
Los salvadoreños ayudaron a rescatar a los dos jóvenes sin esperar un reconocimiento; sin embargo, el 30 de octubre, cuando fue la graduación del seminario, la ciudad les otorgó certificados de Justicia y Coraje.
Mientras que la Embajada de la República Popular de China en El Salvador entregó el miércoles, a ambos salvadoreños, cartas de apreciación como un “reconocimiento y admiración por su valiente intervención”.
Mientras que en otra carta enviada al MAG, la sede diplomática expone que “es un honor poder reconocer y agradecer profundamente por la integridad y coraje del Sr. Raúl Cortez. Su valentía no sólo resolvió una situación urgente, sino que también inspiró a los demás a actuar de manera responsable y ética, lo que se convirtió en una buena historia en el desarrollo de las relaciones entre China y El Salvador”.
Cortez relató que es la primera ocasión que participa en el rescate de dos personas. Jamás en su vida pensó que lo iba a hacer y menos a miles de kilómetros de distancia de su natal Santa Ana, donde aprendió a nadar, en las piscinas de Apanteos, apenas en el 2018.
Lo hizo porque era uno de los requisitos para tomar un curso de buceo y porque, por su trabajo, requieren saber nadar.
Para ese entonces, un guardavidas le daba consejos sobre cómo hacer para rescatar a una persona; pero sólo eran “tips”, sin llegar a la práctica.
“En ese momento se actúa a base de puro instinto; no se anda pensando en que ‘me dijeron o me recomendaron’”, relató.
El día del incidente, recordó, no tocó fondo en el río, ya que trató de sumergirse para tomar impulso y lograr salir a flote; pero no lo logró.
El santaneco calculó que el río tiene, como mínimo, una profundidad de cuatro metros ya que en él navegan barcos de hasta treinta metros de longitud.