Este domingo, alrededor de 15 millones de chilenos están obligados a ir a las urnas para decidir si aprueban el proyecto de nueva Constitución.
Este es el siguiente paso en el largo procedimiento iniciado en noviembre de 2019, cuando en medio de un estallido social el gobierno y fuerzas opositoras negociaron una salida política a la tensión que incluía activar el proceso de una nueva Constitución (ver nota aparte).
Tras un plebiscito y una elección de las personas a cargo de elaborar el texto, finalmente Chile decidirá si acepta este documento que supone varios cambios a la ley máxima actual, que data de 1980, cuando gobernaba la dictadura de Augusto Pinochet.
Las opciones son dos: apruebo (aval a la Constitución) o rechazo. Según las últimas encuestas, tomadas a una semana del plebiscito, el rechazo se impone, alcanzado un promedio de 46% (en algunas mediciones alcanzando hasta el 56%) y el apruebo ronda un 37%.
A tres años del estallido social, el rechazo supondría un golpe para las entonces fuerzas opositoras y los movimientos provenientes de la centro izquierda y la izquierda, quienes han afirmado que el marco legal actual no garantiza la apertura política que su país necesita.
Por el otro lado, el apruebo ha experimentado algunas subidas, lo que podría indicar que se están reactivando fuerzas que se desmovilizaron con la victoria del actual presidente, Gabriel Boric.
Asimismo, el prospecto de un posible empate técnico podría indicar que Chile sigue siendo un país profundamente polarizado. La moneda está en el aire y con cerca de un 10% de indecisos según algunos sondeos, nadie parece cantar victoria anticipadamente.
¿Qué contiene la nueva Constitución? De aprobarse, la nueva Constitución chilena sería una de las más largas del hemisferio, con 388 artículos. La actual cuenta con 143 artículos y 49 disposiciones transitorias.
Además, ha sido reformada en 58 ocasiones, incluyendo los profundos cambios de 2005. El nuevo texto reconoce una gran cantidad de derechos nuevos, particularmente en materia social, ambiental y laboral.
Además, la nueva Constitución busca incrementar el poder regional y descentralizar la política chilena. De tal manera que el texto contempla dotar de mayor autonomía a diferentes partes del país, particularmente zonas indígenas.
El Senado del país (una de las dos cámaras del Poder Legislativo) se eliminaría y se daría paso a una Cámara de las Regiones. Asimismo, se abriría las puertas a que en algunos territorios se reconozca la justicia indígena. El Estado también se declararía como plurinacional, lo cual supone un reconocimiento político de las diferentes comunidades indígenas.
Esto podría garantizarles escaños predeterminados en instancias de poder, así como un poder vinculante en algunas partes del territorio. La nueva Constitución también contempla una “república paritaria”, donde se intente garantizar equidad de género en los cargos de toma de decisiones. También se reduce la edad mínima del voto a 16 años y mantiene la obligatoriedad únicamente a los mayores de 18 años.
La reelección consecutiva también se permite según el nuevo texto. Hasta el momento, en Chile hay que esperar al menos un periodo para volver a correr, algo que han hecho Sebastián Piñera y Michelle Bachelet, quienes fueron presidentes en dos ocasiones no seguidas.
¿Qué va después? Esto es lo que está en juego en Chile. Si gana el apruebo, se debe iniciar la promulgación del nuevo texto, que podría tardar hasta cuatro años en adaptarse en su totalidad.
Si gana el rechazo, permanece vigente la Constitución de 1980. Gabriel Boric, sin embargo, ha señalado que si no se aprueba el nuevo texto, debe iniciarse un nuevo proceso constituyente. La moneda sigue en el aire.