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CEPA no escuchó a Medio Ambiente por ubicación del aeropuerto del Pacífico

Expertos del Ministerio de Medio Ambiente hicieron un estudio en el cual señalaban los daños al medio ambiente que causaría la construcción del aeropuerto en el lugar que está proyectado. CEPA los ignoró.

Por Yessica Hompanera | Ago 19, 2023- 20:39

Varios árboles de gran tamaño fueron talados, los pobladores señalan que esto podría ser parte del estudio de suelo que están realizando en el área. Foto EDH/ Yessica Hompanera

El Aeropuerto del Pacífico se pretende construir en el cantón Loma Larga del municipio de Conchagua, La Unión, en zonas de recarga hídrica y colindantes al manglar “El Tamarindo”. Parte de la pista de aterrizaje de aeropuerto se construirá prácticamente dentro del área de influencia de este bosque, incluso traslapándose en una parte y CEPA y el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) lo saben bien.

La Ley de Medio Ambiente, en su artículo 74, considera: “Los manglares y arrecifes son reserva ecológica por lo que no se permitirá en ellos alteración alguna. Las zonas costero marinas donde están contenidos estos ecosistemas se considerará áreas frágiles”.

En octubre de 2021, Medio Ambiente emitió un dictamen técnico (MARN-NFA1407-2021-TDR-329-2021 con fecha 14 de octubre de 2021) a las diligencias del representante legal de CEPA, Federico Anliker, en el cual los técnicos de evaluación ambiental de este ministerio recomendaron a la autónoma trasladar el lugar de la construcción a dos o tres kilómetros al noroeste, debido a que la ubicación proyectada implicaba la afectación del ecosistema del bosque salado de El Tamarindo.

Las denuncias de los pobladores se hicieron viral tras la publicación en redes. Foto EDH/ Yessica Hompanera

Sin embargo, la entidad autónoma hizo caso omiso del estudio porque la nueva ubicación recomendada aumentaría los costos, según consta en el estudio de impacto ambiental y hasta hoy sigue con el plan inicial. Para junio de este año ya se habían hecho estudios de suelo para el cual se talaron varias hectáreas de bosque donde existen fuentes de agua.

Estas obras iniciaron incluso antes que el Ministerio diera el permiso ambiental. Se utilizó maquinaria pesada que dejó en evidencia que el suelo está empapado de agua, ya que se trata de un humedal, y el límite máximo de las mareas dentro del manglar está a solo 30 metros de distancia. Esto fue denunciado por los habitantes que dependen del agua y de la riqueza natural para alimentarse.

El documento del MARN, un dictamen técnico que representa términos de referencia para que CEPA presente un estudio de impacto ambiental, advierte que así como está planificada la construcción cortaría el flujo natural del agua dulce hacia el manglar porque se bloquearían cauces naturales que aportan nutrientes al bosque. Y también alterarían el equilibrio existente en la salinidad del estero. Esto pone en peligro a la vida del bosque de mangle que podría morir y, en consecuencia, también su fauna silvestre que es abundante.

Salatiel y el resto de pescadores temen que el aeropuerto del Pacífico les quitará no solo su forma de vivir, sino también sus fuentes de empleo. Foto EDH/ Yessica Hompanera

El manglar de El Tamarindo, de unos 11 kilómetros cuadrados, es uno de los 13 bosques salados de mangle en la costa salvadoreña que tienen una extensión considerable. Es un área protegida y de conservación donde habitan más de 44 especies de animales en peligro de extinción o amenazadas, entre ellas la lora nuca amarilla que está a punto de desaparecer en El Salvador por la destrucción de sus hábitats. Hay abundancia de aves de estuarios y playas, residentes y migratorias, que anidan y se alimentan en el humedal y en las playas cercanas.

Los técnicos del MARN señalan en su diagnóstico que la cantidad de aves que vuelan en la zona es un factor a tomar “muy en cuenta” cuando el aeropuerto empiece a funcionar porque ocurrirán colisiones accidentales entre aves y aviones, situación que podría afectar el funcionamiento de la terminal. Esto pondría en riesgo la seguridad de los pasajeros y muchas aves morirán en esos choques.

El Diario de Hoy consultó sobre el tema a la bióloga Marcela Díaz, de la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES), quien dijo que las especies que transitan por esta zona serán afectadas porque perderán sus corredores biológicos, pero también afecta sobre todo a especies de mamíferos, reptiles y anfibios.

El documento del MARN también señaló este problema, ya que hay tres importantes corredores que quedarán cortados con la pista y otra infraestructura del aeropuerto. Los corredores biológicos en el lugar, líneas de árboles que crecen en las barrancas en forma de bosque de galera, unen las zonas con vegetación en montañas al norte con el manglar. En la zona de construcción, según el estudio de impacto ambiental (NFA1409-2021) presentado por CEPA en julio de 2022, hay 55 mil árboles en su mayoría nativos y la mitad serán talados, incluyendo, por ejemplo, 478 almendros de río, 183 ceibas, 170 conacastes, 552 laureles y 971 palmas (Sabal mexicana), una especie en peligro de extinción para El Salvador.

La “atenuación” de los daños

Según el mismo estudio de impacto ambiental, se destinará más de un millón de dólares para “atenuación” de los daños ambientales que se generarán durante la construcción. La mayor parte, $880,000, será invertida en el descapote del suelo en la zona de construcción de la infraestructura del aeropuerto y de la pista de aterrizaje de 3 kilómetros de largo y 280 metros de ancho y la reubicación segura de más de un millón de metros cúbicos de tierra resultante de esta actividad.

Otros 228 mil se usarán en instalación de letrinas portátiles para los trabajadores para evitar contaminación con eses fecales. $1,425,629 es el monto estipulado para compensar el daño ambiental y estos los ejecutará FIAES. La compensación ambiental es para reparar daños por la tala de árboles, impermiabilización del suelo, consumo de agua y afectación al paisaje y vida silvestre.

El bobo patas azules es una de las aves que habitan en la zona donde será construido el aeropuerto del Pacífico. Técnicos del ministerio del Ambiente señalaron a CEPA que deberán de ejecutar planes efectivos para reubicar a animales como estos; expertos temen que no vaya a ocurrir. Imagen de carácter ilustrativo y no comercial/ http://rcc.marn.gob.sv/bitstream/handle/123456789/15/Fauna%20y%20Flora%20en%20el%20Golfo%20de%20Fonseca.pdf?sequence=1&isAllowed=y

Otros $597,000 se utilizarían para la captura y reubicación de fauna silvestre. “Tendría que hacer las capturas de las especies y determinar una zona cercana que tenga las mismas condiciones climáticas, alimentarias y de vegetación donde ellos puedan vivir en un ambiente similar donde vivían, pero como las zonas de manglar son escasas, esto sería imposible “, explicó la bióloga Marcela Díaz con preocupación.

En la memoria del MARN del Foro de Manglares (2013), El Salvador ha perdido el 60% de su cobertura de bosques de mangle desde 1950, pasando de 100,000 hectáreas a cerca de 40,000 en la actualidad.

El manglar "El Tamarindo" es una zona nacional protegida por el Estado donde habitan varias especies en peligro de extinción como la lora nuca amarilla, una emblemática del lugar. Además de ser también corredor biológico de muchas especies que aquí vienen durante la temporada de migración a mediados año. Foto EDH/ Yessica Hompanera

Los manglares son considerados uno de los ecosistemas con más diversidad de especies en el mundo, junto a las selvas tropicales y los arrecifes de coral. Tienen un enorme valor comercial porque la zona de desove de peces marinos es también alimento para los humanos. Ahí, los alevines crecen bajo la protección de las raíces del manglar hasta que alcanzan un tamaño que les permite regresar al mar abierto.

Además, los manglares son una barrera natural contra la erosión de la costa, tan importante para aliviar el aumento del nivel del mar debido al cambio climático, que según expertos, podría llegar subir varios metros en la próximas décadas.

Un aeropuerto inundable

En la visualización que el MARN realizó a Cepa se observa claramente que la construcción del megaproyecto estará sobre una “Masa de agua subterránea” que ocupa aproximadamente el 52% del aeropuerto. Los especialistas en conservación temen que este proyecto conlleva más vulneraciones a la naturaleza que beneficios para El Salvador, ya que la demanda de agua que necesitarán para que este funcione puede ser alta.

De hecho, el estudio de impacto ambiental de CEPA muestra que hay áreas del aeropuerto que están en lugares propensos a inundaciones.

Hay por lo menos siete lugares donde el agua marina podría entrar al sitio del proyecto si se llegara a afectar al bosque salado, que sirve como barrera para eventos climáticos, y esto podría incrementar la posibilidad de que el aeropuerto se inunde o en el peor de los casos sea destruido, sobre todo con el aumento del nivel del mar que, debido al cambio climático mundial, podría elevarse hasta a más de un metro en las próximas décadas según la NASA.

“La fragilidad y resiliencia de este ecosistemas refiere a la condición de balance entre agua dulce y agua salada, la cual, de perderse o alterarse significativamente, debilitará las zonas naturales de amortiguamiento ante eventos como tsunami y erosión costera”, especificaron los técnicos del ministerio en el estudio de impacto ambiental.

Al construir el aeropuerto, según los especialistas, los mantos acuíferos quedarán sellados por una placa de concreto que provocará la impermeabilización en la zona y que el agua, que brota en la superficie y en las profundidades ya no tendrá su ciclo natural. En el área pasan tres ríos y quebradas que van a drenar a los esteros: Los Limones, Bananera y El Tamarindo.

Díaz añadió que se espera que el impacto sea mayor no sólo con las especies y los habitantes, sino la cantidad de desechos residuales que provocará en todas las etapas de ejecución del proyectado Aeropuerto del Pacífico.

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