Por casi tres meses, Jesús Joya anduvo peregrinando por varias cárceles, luego de que en el centro penal de Mariona le dijeran que en sus registros no aparecía su hermano Henry Eleazar Joya Jovel, quien había sido trasladado a esa cárcel el 24 de abril, pocos días después de haber sido capturado, según Jesús, injustamente.
El 24 de abril, El Diario de Hoy publicó una imagen en la que Henry aparecía esposado, saliendo de las bartolinas policiales conocidas como El Penalito, sobre la calle Concepción de San Salvador, para ser trasladado a Mariona.
En días posteriores, Jesús fue al penal de Mariona, donde aportó sus datos personales y un número de teléfono para recibir notificaciones sobre su hermano. Pero sorpresivamente, ya en junio comenzaron a negarle información en Mariona.
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En julio le dijeron que allí no tenían registrado a Henry Eleazar como privado de libertad, a pesar de que en abril y mayo Jesús sabía que su hermano estaba en una celda del sector 5, como se lo habían dicho en el mismo centro penitenciario.
Jesús relata que fue a preguntar a cuanta oficina gubernamental pudo con el fin de saber qué había pasado con su hermano. Fue a la misma Dirección de Centros Penales, a donde se hacen los depósitos de dinero a los privados de libertad. Pero allí también le dijeron que no aparecía en los registros.
No aparecía ni vivo ni muerto
Después de tanto andar peregrinando, buscándolo en diversos penales y solicitando ayuda para encontrarlo en diversas oficinas gubernamentales, el lunes anterior, 19 de septiembre, terminó su búsqueda. Pero fue por casualidad.
Fue en el Instituto de Medicina Legal (IML) donde supo que su hermano había muerto el 25 de mayo, 40 días después de haber sido capturado, según él injustamente, acusado de ser miembro de pandillas.
Sin embargo, de no haber sido por unas fotos que le mostraron en Medicina Legal, Jesús aún no sabría nada sobre su hermano Henry. Fue en las fotos que lo reconoció, aunque Medicina Legal lo tenía registrado con un nombre distorsionado: Enri Cuéllar Jovel.
En Medicina Legal dijeron que lo habían enterrado en fosa común porque ningún familiar llegó a reclamarlo. Sin embargo, Jesús cree que ese cambio de nombre que le hicieron fue con la intención de que la familia no lo encontrara.
“Le cambiaron el nombre; no le pusieron como él estaba registrado en el penal, porque ellos quieren tapar el sol con un dedo. Eso lo hicieron, creo yo, con la intención de que yo no lo encontrara”, afirmó Jesús.
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Henry fue capturado de noche, en una vivienda de la 51 avenida Sur, de la colonia Luz, bajo cargos de pertenecer a pandillas. Sin embargo, familiares y vecinos de Henry aseguran que él no pertenecía a grupos delincuenciales.
La víctima padecía de una enfermedad mental (hablaba incoherencias y perdía la memoria) por lo que no tenía un trabajo formal sino que hacía mandados, como botar basura, podar árboles, arreglar jardines; así se ganaba la vida.
El de Henry no es el primer caso en el que un reo es sepultado en fosas comunes bajo el argumento de que la familia no reclamó su cadáver.
Rafael López Castellón, de 53 años, falleció el 1 de junio, en el hospital Zacamil, pero a sus familiares no les avisaron que había muerto. Se enteraron el 8 de agosto cuando uno de sus hermanos viajó a San Salvador a tramitar la solvencia de antecedentes penales.
La familia de Rafael lo reconoció por medio de fotografías que fueron archivadas en Medicina Legal. Como en el caso de Henry, a Rafael le habían distorsionado su identidad: en vez de Castellón, le habían escrito Castillo como segundo apellido.