“No se preocupe, madre, ya los vamos a soltar. Solo son unas preguntas que les van a hacer, a ver si saben algo”, le dijeron a Marte, la mujer de Nelson, cuando ella fue a la Capitanía de la Fuerza Naval (hoy Marina Nacional) a preguntar por qué habían detenido a Nelson Evany Varela Méndez y a Carlos Esaú Henríquez Bran.
En la colonia La Bolsa, Las Palmeras y la Militar, el caso de Nelson y Carlos es muy conocido. Todos los lugareños a quienes se les pregunta por ellos aseguran que no son pandilleros, sino reconocidos curileros y que fueron capturados injustamente.
Marta relata que aquel martes dos de agosto iban contentos a curilear al lugar conocido como Caldera, a donde llegaron como a las 10:00 de la mañana.
Luego de unas cuatro horas, decidieron regresar a casa, porque hacía un calor sofocante, más de lo normal, y porque también la faena había resultado provechosa. Los cinco venían contentos porque habían hallado bastantes curiles.
Pero cuando venían a mitad del trayecto vieron que una lancha de la Naval se iba acercando. “Ajá, y ustedes qué andan haciendo”, les preguntó el capitán de corbeta José Edid Cortez Henríquez, quien les pidió que mostraran sus documentos de identidad.
Otro militar les ordenó que se quitaran las camisas para ver si no tenían tatuajes. Ni Nelson ni Carlos tienen antecedentes porque nunca han estado detenidos, afirma un familiar de ambos.
Después de varios insultos y algunas preguntas, les devolvieron los duis a Nelson y a Carlos. “Váyanse”, les habría dicho el capitán. Los cinco reanudaron el regreso a casa.
Pero cuando ya iban llegando al malecón, vieron que la misma lancha que los había interceptado iba en esa misma dirección a alta velocidad. “Venganse ustedes dos cipotes; pásenme sus duis y también los teléfonos que andan”, les habría manifestado el capitán, a pesar de que minutos antes los había checado en las bases de la Policía.
Les explicaron que ninguno andaba teléfono, porque cuando salen a curilear los dejan en casa. “Ah, vaya, les dijo el capitán”, aceptando la explicación sobre porqué no andaban celulares.
“Venganse ustedes dos, cipotes”, dicen que les dijo el jefe militar. Y los obligaron a abordar la lancha en la que los militares andaban y se los llevaron de regreso, mar adentro. Luego buscaron una zona de manglares conocida como La Majada y allí les tomaron fotos. El Diario de Hoy gestionó la versión de la Fuerza Armada sobre este caso y una forma de contactar al oficial o a su abogado, sin embargo no hubo respuesta.
En las imágenes divulgadas por la Fuerza Naval se decía que los dos jóvenes habían sido sorprendidos cuando a bordo de una lancha, regresaban de abastecer alimentos a grupos de pandillas.
“Personal de la 1ra Brigada de Infantería de Marina ubicó a 2 individuos, perfilados como colaboradores de la Pandilla 18S. Estos delincuentes se conducían a bordo de una lancha en la Bahía de Jiquilisco, Usulután. Fueron entregados a la Policía Nacional Civil. #GuerraContraPandillas”, reza la publicación hecha en Facebook, por la Fuerza Armada.
“Esa foto la tomaron en la misma lanchona en que ellos (los militares) andaban. Nosotros andábamos en una piragüita (lancha pequeña)”, indicó un familiar de los dos capturados.
Por más que las dos mujeres intercedieron por Nelson y Carlos, al alegar que no tenían vínculos con pandillas, no los dejaron en libertad.
Cuando la tormenta se calmó, salió el capitán y habló con la mamá de Nelson, quien le preguntó por qué no los liberaban. Fue entonces que el jefe militar les dijo: “No se preocupe madre, solo unas preguntas les vamos a hacer, a ver si saben algo estos cipotes”.
La Capitanía de la Marina Nacional está enfrente del puesto de la PNC. Los familiares vieron cuando los pasaron al puesto policial. Nelson solo atinó a decirle a su mujer: “Hey se cuida, vieja. Le saca la matrícula a la lanchita”.
Pandilleros casi lo matan
Tanto a familiares como a vecinos de Nelson y Carlos les parece absurdo que los acusen de colaborar con grupos de pandillas, cuando fueron miembros de esos grupos criminales quienes estuvieron a punto de matar a Nelson, aproximadamente seis meses antes de ser capturado.
Las fuentes recuerdan que Nelson había ido a visitar a su madre de crianza, acompañado de su esposa en una zona rural de Puerto El Triunfo.
En el camino se encontraron a varios pandilleros, armados con pistolas y fusiles, como solían andar en las colonias que están a pocos metros de la subdelegación policial y de la capitanía de la Marina Nacional.
Cuando estaban en la casa de la madre de Nelson, los mismos pandilleros llegaron, lo obligaron a salir de la vivienda y lo hincaron a la vez que le pidieron el documento de identidad. De una vez le dijeron que lo iban a matar.
Cuando Nelson y sus familiares preguntaron por qué lo matarían, los pandilleros le dijeron que él había participado en la muerte de un pandillero y que le habían quitado el arma. Eso fue negado por Nelson y su mujer.
Los pandilleros, con el dui de Nelson en mano, comenzaron a hacer preguntas por teléfono, supuestamente a los pandilleros que los habían mandado. Mientras tanto, golpeaban con los fusiles, con patadas y puñetazos al joven.
De acuerdo con lugareños, Nelson quedó “monstruoso”, casi muerto, de la golpiza que le dieron los tres pandilleros.
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Nelson y Carlos llevan más de 15 meses de estar en prisión. Actualmente, según familiares de ambos, están en el centro penal de Mariona. Nunca los han visto, solo les van a dejar los paquetes cuando logran reunir el dinero para comprarlo.
Ambos jóvenes son solo dos casos de los que vecinos de La Bolsa, Las Palmeras y La Militar aseguran que fueron detenidos por puro capricho, dejando a sus familias en una situación económica complicada, puesto que eran quienes trabajaban como pescadores, curileros o sardineros, el oficio más común en Puerto El Triunfo.
“Uno sabe quiénes son los que sí andaban en pandillas y quiénes no. Lastimosamente somos los mismos pobres a quienes las pandillas sometían, los que ahora sufrimos por las autoridades que han metido presos a mucha gente injustamente”, afirmó un vecino de La Bolsa.