La madrugada del 28 de mayo de este año Petrona Campos, de 70 años de edad, se enfermó de vómito y diarrea, como es la costumbre del llamado “mal de mayo”, al principio optó por la medicina casera, pero conforme fueron pasando las horas se agravó, empezó a debilitarse por lo que pidió que la llevaran a un centro de salud.
Su hijo Carlos llamó al menos a cuatro personas que brindan servicio de transporte en la zona de Zacatecoluca, pero ninguno aceptó hacer el viaje, debido a que el mal estado de la calle de un poco más de 2 kilómetros, les dificulta ingresar hasta el cantón Ulapa Arriba.
Fue hasta las 5:00 de la tarde que el hijo de Petrona logró conseguir un vehículo para sacar a la señora, pero en el camino ella murió. Carlos asegura que si la calle estuviera en otras condiciones, hubieran podido llevar antes a su madre al hospital y posiblemente evitar su muerte.
“Aquí estamos abandonados, al olvido. Nosotros ya no hayamos que hacer porque se busca ayuda y es por gusto. Nadie nos oye”, se lamenta Carlos.
La condición de la calle de acceso a la comunidad dificulta incluso el ingreso de las ambulancias de los Cuerpos de Socorro, quienes brindan asistencia humanitaria durante cualquier emergencia.
Juan Clímaco, representante de Comandos de Salvamento, al ser consultado si ellos tienen cobertura para brindar asistencia en casos de emergencia en la comunidad Ulapa, aseguró que no, debido a que no cuentan con una ambulancia o vehículo para acceder en las condiciones que se encuentra la calle.
“Si nos llaman de Ulapa Arriba por una emergencia médica para nosotros es bien difícil llegar con la ambulancia, porque la calle está horrible y tendríamos que tener un vehículo de doble tracción” manifestó. Climaco explicó que con dificultad han logrado llegar hasta Ulapa Abajo, pero de ahí luego la calle es inaccesible.
Pero en Ulapa Arriba a los pobladores no solo se les dificulta movilizar un enfermo, sino también trasladar los ataúdes con los restos de sus familiares hasta el camposanto más cercano, que yendo a pie se tardan aproximadamente una hora. Es por ello que muchos optan por enterrar los restos de sus parientes en sus terrenos.
Carlos explica que pagar un pick up para el traslado del cadáver hasta el cementerio del cantón Analco puede costar hasta 40 dólares, una cantidad alta para los habitantes de la empobrecida comunidad, donde los hombres subsisten de la agricultura y las mujeres del trabajo doméstico.
El día que su madre murió Carlos no tenía para los gastos fúnebres, pero fue con la ayuda de la comunidad que pudo reunir para la compra del ataúd y lo necesario para poder enterrarla en el terreno, que la señora había heredado de sus ancestros y donde vivió toda su vida.
“Somos de bajos recursos económicos y los vehículos que pueden entrar hasta aquí ganan caro por el mal estado de la calle, entonces se nos hace más fácil enterrar en nuestros terrenos que estar sacando a los familiares al cementerio” explica Cruz Torres, otro residente de la comunidad.
Cruz relata que hace siete años murió su madre y cuatro meses después falleció su sobrina, por lo que ambas fueron sepultadas en el terreno donde viven. En su memoria la familia cada 2 de noviembre y en los aniversarios de su nacimiento y muerte les colocan flores de plástico sobre la tumba en el patio de la propiedad.
“Los que hacen viajes dicen que está muy fea la calle y sus unidades se arruinan. Eso es lo que nos hace enterrar aquí porque no quieren entrar y se entran cobran caro y no podemos cubrir esos gastos” asegura.
La lucha por la calle
El problema de la calle no es nada nuevo, según declara Critabel Escalante, una lideresa de las Comunidades de Fe Organizadas en Acción (Cofoa), pero considera que ningún gobierno municipal ha dado muestras reales de querer resolverlo.
Escalante relata que el 21 de mayo de 2021 presentaron una solicitud ante la alcaldía para solicitar la pavimentación de 2.3 kilómetros de calle, sin tener resultados.
En abril de este año, se organizaron nuevamente para pedir una reunión con el consejo municipal y el alcalde de Zacatecoluca Orsy Swadhy Moreno López, con el objetivo de exponerles nuevamente la situación que les afecta, pero no obtuvieron respuesta.
Por ello, el pasado 20 de junio unos 50 residentes de Ulapa Arriba se plantaron frente a la alcaldía municipal en busca de una solución a esta problemática que afecta a unas 700 personas, incluyendo niñas, niños y adultos mayores, de las 198 familias que viven en el cantón.
“Él se comprometió a elaborar una carpeta técnica en 15 días y darle seguimiento en conjunto con la comunidad, alcaldía y la DOM (Dirección de Obras Municipales)”, agrega.
En la alcaldía les ayudaron a elaborar la solicitud del proyecto en papel y les apoyaron con el transporte, pero Escalante afirma que en la DOM les explicaron que por cada municipio solo se otorgan tres proyectos anuales, los cuales deben ser presentados por la alcaldía municipal a través de una plataforma en línea.
“Nos sentimos burlados. Ellos sabían los pasos a seguir y nos hicieron ir por gusto” dice con indignación la lideresa, quien asegura que seguirán presionando para que los reciban de nuevo en una reunión de consejo.
Martina Escalante, una señora que utiliza bastón para poder caminar, explica que el mal estado de la calle afecta a todos, debido a que no pueden acceder a un servicio de transporte y se ven obligados a recorrer a pie el sinuoso camino para cualquier actividad cotidiana.
“Hasta para ir al mercado nos cuesta porque hay que caminar bastante para salir a la carretera. Quisiéramos una calle arreglada, pavimentada y estable que nos permita tener transporte”, manifiesta. Martina camina despacio con la ayuda de su bastón y se tarda una hora para llegar hasta el pueblo.
Los habitantes relatan que la situación se agrava en la época de invierno porque la calle se convierte en un río, poniendo en peligro a los niños y niñas que estudian en el centro escolar del cantón.
“Ahí dónde está la escuela, cuando llueve no se puede pasar porque ahí hay unos desagües y no se puede transitar por el peligro que un niño pueda ser arrastrado” dice Maricela Torres, madre de una estudiante.
“Aquí viene todo el mundo cuando es campaña (electoral), de ahí cuando están en el poder ni se acercan” se lamenta Carlos tras la muerte de su madre, mientras descansa en una hamaca en el corredor de la casa de lámina y piso de tierra.