Sara gritó de emoción y corrió a abrazar a su madre Ana Ruth al verla por primera vez, después de 40 años de haber sido separadas, en el contexto del conflicto armado en el país (1980-1992).
Las mujeres permanecieron abrazadas por varios minutos, como queriendo recuperar el tiempo que estuvieron alejadas. Ambas no pudieron contener las lágrimas y solo se pudieron comunicar con el lenguaje de las emociones, porque ni Sara habla español, ni Ana Ruth habla inglés.
Luego de abrazar a su madre Sara relató que sintió un alivio y que toda la ansiedad de los años de espera por conocer a su madre biológica se fueron en un instante.
“Cuando abracé a mi madre sentí simplemente un alivio. Todos esos pensamientos que he tenido a lo largo de los años se han ido”, expresó.
El reencuentro de madre e hija es uno de los 596 casos resueltos por la organización no gubernamental Pro-Búsqueda desde su fundación en 1994.
La búsqueda de la madre y la familia de Sara inició en abril de 2008 cuando ella, desde Estados Unidos, contactó a Pro Búsqueda para solicitar apoyo para encontrarlos.
“Tenía una necesidad de saber de dónde venía, porqué me veía así, cuál era mi cultura y mi lengua”, dijo emocionada tras el reencuentro.
Ana Julia Escalante, directora de Pro Búsqueda, explicó que muchos niños y niñas, ahora adultos, desaparecidos o separados de su familia de origen durante la guerra tienen el anhelo de poder abrazar a su familia.
“Ella como muchas personas que fueron dadas en adopción, tenía esa inquietud, si tenía familia con vida, muchos que fueron desaparecidos durante el conflicto piensan que no tienen familia viva”, manifestó.
Sara Brown conoció a su madre biológica después de 40 años, luego de ser separada y dada en adopción durante el conflicto armado. El reencuentro se dio gracias al trabajo de @ProbusquedaSV quienes realizaron una investigación del caso en 2018. @elsalvadorcom pic.twitter.com/NFC3WoKrbI
— Lissette Lemus 🇸🇻 (@lissettelemusSV) November 27, 2024
Un largo camino
Escalante expuso que localizar a los familiares no es una tarea fácil porque, en la mayoría de los casos no hay documento completo, los familiares se han movido del lugar y el proceso de investigación por sí mismo tiene varias etapas: localización, toma de testimonios, comparación de documentos y pruebas de ADN.
“En este caso se hizo prueba de ADN que son comparadas en laboratorios internacionales acreditados y revisados por genetistas también acreditados”, detalló.
La directora de Pro Búsqueda explicó que en este caso Sara Elizabeth Brown, que en El Salvador fue asentada como Claudia Cecilia Erazo, fue dada en adopción cuando tenía solo cuatro meses de edad, sin el consentimiento de la madre.
Según los testimonios recopilados por esa organización, Ana Ruth Erazo tuvo que desplazarse hacia San Salvador, huyendo desde una zona conflictiva de la jurisdicción de Aguilares.
“Lastimosamente la guerra también generó pobreza, en esos desplazamientos y ella se vio en una situación muy complicada al estar en San Salvador sin trabajo y aparecen personas que manipulaban a las familias, en el sentido de poder captar a esos niños y darlos en adopción”, dijo la directora de Pro Búsqueda.
Escalante explicó que había una red que buscaban a esas familias en vulnerabilidad y con el apoyo de personas allegadas eran tomados y dados en adopción muchas veces sin el consentimiento de la madre.
Es así como Sara creció en la ciudad de Brownville, Maine, (Estados Unidos), pero ahora vive en Nueva York donde labora como maestra de pre kínder.
Después del reencuentro Sara manifestó que desea que su madre biológica vaya a conocer el lugar donde ella creció.
“Hemos estado hablando de que ella venga a visitar el lugar donde crecí. Me encantaría que ella viera dónde crecí, para que ella pudiera ver que estaba bien y que mi familia quiere conocerla”, dijo.
La maestra mandó un mensaje de esperanza para aquellas personas que han pasado la misma situación, relató que creció con otras tres niñas salvadoreñas adoptadas, dos de ellas ya encontraron a sus familias biológicas, pero una aún sigue buscando.
La directora de Pro Búsqueda aseguró que cada año se suman unos 30 casos de personas que buscan a su familia, a quienes se les explica que no es un proceso fácil y que es lento porque requiere de muchos recursos, documentación y el apoyo altruista de genetistas internacionales.