El cuarto de una casa antigua, de fachada de lámina, ubicada en la 2ª avenida norte del centro de San Salvador es el lugar de habitación de Patricia Magdalena Leiva Escamilla. La pared de lata, pintada con un anuncio de marca de preservativos está deteriorada y ahumada por las emisiones de los carros que transitan la zona.
Para la población de personas trans, Leiva también es conocida como Paty Conde. Paty es un ícono, un referente de este colectivo que ha estado presente en acciones de lucha por los derechos fundamentales desde mediados de los años noventa.
Paty ha asistido a la mayoría de marchas del mes del Orgullo en El Salvador. Sin embargo, los últimos dos años se ha ausentado por su deterioro de salud. “Mis canillas ya no me lo permiten”, explica. Paty tiene 68 años de edad, mucho más del promedio que las personas trans tienen de esperanza de vida en el país: 35 años, según el informe Basta de Feminicidio Trans, del Centro de Documentación y Situación Trans de América Latina y el Caribe, de 2018.
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Llegar a esa edad le sorprende a ella misma y se siente privilegiada. “Casi todas mis amigas ya no están. Solo hay una que creo que tiene más que yo”, asegura.
A pesar de los achaques, aún mantiene lucidez y se dedica a una tienda de abarrotes en su propio lugar de habitación. Allí, a la par de su cama tiene unas mesas y lazos donde coloca los productos. También tiene un televisor viejo donde ve las telenovelas de la tarde. Vive sola. Únicamente le hacen compañía la Chiqui, su gata; y Tatiana, una perrita de color negro.
En su habitación, Paty ha decorado con algunas guías de luces y un modesto árbol navideño colgado en la pared. Dice que le encanta el espíritu navideño, pero los propios días de las fiestas siempre tiene temor porque los vecinos revientan bastante pólvora. Lo que más le preocupa es que el techo de la habitación donde alquila es muy susceptible a incendios, está en una condición deplorable por lo que ha puesto varios plásticos que cubren el interior.
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Paty ha pasado mucho tiempo viviendo en esas condiciones, está en esa habitación desde hace 20 años. Algunas veces, su cama ha terminado empapada por las goteras que surgen cada época lluviosa. A pesar de estas incomodidades, Paty no está interesada en mudarse. Algunas amigas, incluso le han ofrecido hogar en otras zonas del centro de San Salvador.
La campaña
Ana Cisneros, una mujer altruista y sensible a la lucha por los derechos humanos, ha decidido poner manos a la obra. “Ella no va a salir (de esa casa), allí tiene su red de apoyo. Por eso hemos decido cambiar las condiciones de su hogar. Allí tiene todo lo que necesita y la gente la conoce”, explica.
La intención de Ana y las otras personas altruistas es reparar el techo, cambiar las conexiones eléctricas y proveer de alimentos a ella y a sus mascotas. “Tenemos un presupuesto ya hecho, necesitamos cambiar 30 láminas del techo, lo que podría costar de $700 a $1,000 de materiales”, explica.
Ana también busca una persona que pueda supervisar la obra. “No queremos dejar en mayor vulnerabilidad a Paty, necesitamos que alguien verifique los trabajos”, menciona. La organizadora es consciente de que hay más casos de mujeres trans mayores con necesidades, por lo que planean brindar apoyo a otras mujeres.
Si quieres apoyar esta campaña puedes escribir al correo ana.a.cisneros@gmail.com o al Whatsapp +503-79648964.