La naturaleza siempre da sorpresas. Eso es lo que afirma el biólogo marino José Enrique Barraza, tras informar que ha identificado en dos puntos de la costa salvadoreña la presencia de ejemplares vivos del anfioxo o lanceta de la especie Branchiostoma californiense, que no estaba reportado para el país.
El anfioxo es un pequeño animal que pertenece al gran grupo de los cordados, mismos que décadas atrás los zoólogos definieron como el eslabón entre los invertebrados y vertebrados.
“Los cordados presentan tres ramas: cefalocordados, tunicados y vertebrados. En la primera se ubican los anfioxos. En la segunda, las ascidias y en la tercera todos los animales con hueso (peces, anfibios, reptiles, aves, mamíferos incluyendo el ser humano). Esas tres ramas presentan en común la presencia de un cordón de tejido en posición dorsal”, ilustra.
Barraza, quien es investigador asociado del Instituto de Ciencia, Tecnología e Innovación (ICTI), de la Universidad Francisco Gavidia (UFG), ubicó los ejemplares de Branchiostoma californiense en las arenas de la Bahía de Jiquilisco, Usulután y de la Isla Perico, en La Unión.
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“El aspecto es como el fruto del pito, como la vainita roja, pero de color rosado y un poco trasparente, se le ven los músculos”, dice visiblemente emocionado al ahondar en que esta es la primera vez que esta especie se reporta para el país con nombre y apellido, con precisión.
Señala que si bien en el país hay una tesis de licenciatura en Biología en la que previamente se mencionó la presencia de larvas de Branchiostoma, ese estudio no determinó especie, tampoco profundizó las características de la misma, como sí ha ocurrido con su trabajo.
“Ellos lo mencionaron como Branchiostoma o cefalocordado, ahí se quedaron. Nosotros, con imágenes de microfotografía y morfología del animalito y comparándolo con los de otros lugares del mundo y literatura especializada sí pudimos concluir que se trata de Branchiostoma californiense”
Enrique Barraza, biólogo e investigador
De acuerdo con lo que expuso, para determinar o confirmar que se trataba de Branquiostoma californiense hizo las respectivas consultas con otros especialistas salvadoreños y mexicanos.
En su proceso de identificación se apoyó también de un microscopio estereoscópico y otro óptico del ICTI, también de un microscopio estereoscópico con cámara incorporada con la que le apoyaron sus colegas del Censalud de la Universidad de El Salvador (UES).
Según apuntó, el Branchiostoma californiense ha sido encontrado en sitios de la costa pacífica como Golfo de California en donde se registró por primera vez, Chiapas, México, Nicaragua y Costa Rica.
“Él come sedimento y se nutre de las bacterias u otra materia orgánica que tienen los sedimentos y materia suspendida en el agua. Por eso tiene como unos 30 pelillos en la boca que le sirven para estar escarbando el alimento, capturándolo en la columna de agua y también agarrándolo de la arena circundante de donde él vive”, explica el doctor Barraza.
Detalló que las lancetas nadan moviéndose como gusanos o culebras y se entierran rápidamente en la arena: “Gran parte de su vida la pasan en la arena, pero cuando son chiquitas, larvas, viven en el plancton y después se van a los fondos arenosos de los esteros o de las playas arenosas”.
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Una de las partes importantes del cuerpo de esta especie es el notocordio, que ejerce una función importante para brindar soporte interno al cuerpo alargado, también para poder realizar los movimientos requeridos para ese desplazamiento ondulatorio y así nadar cortas distancias y penetrar en los sedimentos
En su investigación, según cálculos preliminares, registró de 20 a 30 individuos por metro cuadrado, no tan abundantes ni tan grandes como ocurre con las especies de anfioxos existentes en China y Brasil, en donde se dan hasta 500 por metro cuadrado.
Barraza expuso que ya envió a una revista científica de la región un artículo científico en donde informa sobre este hallazgo, ahí será validado por investigadores anónimos: una vez reciba la confirmación enviará al Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) el respectivo documento técnico aprobado por los expertos.
El MARN es la instancia que otorga los permisos a los investigadores para que puedan recolectar muestras de ejemplares ya sea de flora o fauna del país para desarrollar estudios científicos, y según lo expresado por Barraza, luego ellos tienen que entregar algunos especímenes al Museo de Historia Nacional de El Salvador.
Aunque Barraza lleva décadas realizando investigaciones, afirma que nunca deja de maravillarse por las sorpresas y nuevos descubrimientos sobre la biodiversidad de los que logra ser parte.