Detrás de los uniformes de Mirna Elizabeth Pérez y Katherine Orellana hay historias de superación y coraje. Día con día, ambas entregan lo mejor de sí en la limpieza de calles de la capital, y en cada tarea derriban el mito de que no es una actividad apta para mujeres
En 1993, Mirna, debido a su complicada situación económica, buscó formar parte de los recolectores de basura de la capital. Su primera prueba fue soportar 15 días trabajando con sus compañeros, sin goce de sueldo, soportando las pesadas cargas que tenía que llevar y la forma ruda de convivir que tenían los demás trabajadores.
“En la calle no encontraba que hacer. ‘¡Tirate, vieja!’ me decía uno, y me tiro y salía corriendo. En la segunda corrida fue que me caí, pero con la misma me volví a levantar… después ya no me detuvieron”, rememora la madre de Katherine.
Durante tres años ella se mantuvo en calidad de “dillera”, un apelativo que usaban los demás recolectores para aquellos que no contaban con un contrato fijo.
Entre muchas escenas de sus inicios, Mirna recuerda “el mercado Sagrado Corazón, lleno de basura de fruta, verdura; se tiraba de todo. Entre cuatro subíamos los barriles y me decían: ‘¡Se te va a salir la matriz vieja!’ Yo respondía que mi matriz era de hierro, porque no se me ha salido”.
“Me insultaban, me decían de todo. Yo les decía: ‘Miren ¿Por qué nacieron ustedes? Por una mujer. Yo no les vengo a quitar trabajo, están muy equivocados; tienen mente de pollo. Yo no vengo a quitarles el trabajo… Yo necesito comer’ ”, menciona Pérez., mientras recuerda los tratos que rozaban la misoginia y la cosificación que recibía en su día a día.
No faltaron los comentarios dirigidos a atacar la orientación sexual de Mirna. “Al ver una mujer en un camión, la gente se admiraba y me decía: ‘¿Qué pasó pues, usted es hombre o mujer?’ ” menciona Pérez, quien respondía que ella tenía ya una familia.
Los reglamentos de los años 90 fueron otra traba que la recolectora encaró. En la época existían limitantes legales para que las mujeres no pudieran ejercer labores en los camiones de basura, por lo cual Mirna Elizabeth Pérez, junto a otras personas de su época dieron su grano de arena para dejar sin efecto las normativas coercitivas y poder abrirle las puertas a más personas como ella.
El legado y la tiktoker
Años después, la tiktoker conocida por su cuenta: @Katherinedeorellana1, ha seguido los pasos de su progenitora. Actualmente pertenece al cuerpo de barrenderos del distrito 2 de San Salvador.
La historia de Katherine también contiene una historia de superación, ya que a sus 29 años, ha enfrentado momentos emocionales, económicos y familiares muy fuertes. Desde su niñez, Katherine recuerda cómo su mamá la llevaba en el camión, porque no tenía quién la cuidara.
“En la cabina me iba, yo solo la veía por el espejito y la veía correr a ella” recuerda Katherine, de esa época. Gracias a esa experiencia, la tiktoker se inspiró a seguir los pasos de su figura materna.
En 2016 logra incorporarse a las labores que desde niña había observado, aunque los inconvenientes también aparecen. Uno de los momentos más duros que tuvo fue durante el embarazo de su segundo hijo, el cual a pesar de las exigencias de sus tareas, logró tenerlo sin sobresaltos.
Por otro lado, el rechazo de algunas personas ha sido otro problema que enfrenta.
“Hay personas que se nos han acercado y dicen: “ellos huelen mal y hacen así (gestos de taparse la nariz) y eso es bien incómodo, porque uno no anda recogiendo flores, si no que anda recogiendo basura, a veces hasta con gusanos. A veces nos llenamos todo porque hay bolsas que son muy pesadas y las agarramos y se rompe y nos cae encima lo podrido y los gusanos”, menciona Orellana.
En su faceta como madre, Katherine la comienza muy temprano por la mañana, cocinando y preparando a sus hijos para la escuela. Por la tarde, ella toma asiento para revisar las tareas de sus niños.
“Venir de trabajar cansada, bien rendida; hay días que nos toca bien difíciles. Hay veces en las tormentas nos mojamos, hay veces que nos da calentura, porque hay veces la capa no nos apoya mucho verdad… Hay veces que nos toca más pesado, y llegar a casa y hacerla de mamá es difícil, es un papel difícil”, describe Orellana.
La barrendera, que se enorgullece de su profesión, no escatima en sacrificios para poder ayudar a su hija, que sueña con ser doctora.
En medio del golpe económico que representó el confinamiento por covid-19 en 2020, Katherine se reinventó y, un día, con el apoyo de su madre, amigos y su hermana, llegó una sugerencia de maquillaje y hacer videos, que le cambió la vida.
“Mi hermana fue la que me empezó a decir que viera que hacer. Entonces como ella veía que a mí me gustaba maquillarme, me dijo: te voy a comprar una sombra, mira que hacer; ¡mira hagamos un Tik Tok! Me dijo. Ella fue la que me ayudó más que todo, mis dos hermanas fueron las que más me ayudaron”, afirma Orellana.
Los videos y la comedia propia de la red social, ayudaron a Katherine a volver a sonreír, luego del pozo en el que había caído. Con el tiempo, más y más personas empezaron a consumir su contenido, lo que conllevó al nacimiento de una nueva influencer.
“Al principio decía: no, es que yo no voy a encajar porque la gente me va a ver que soy gordita, porque no me maquillo bien, porque no me arreglo bien, porque no salgo desnuda. Pero luego yo decía: aquí tengo que encajar, porque a mí me gusta y porque le guste a las personas los videos que yo hago; como comedia, como chistosos. Entonces yo decía ¡Démosle!, afirma la tiktoker.
42 mil seguidores son lo que ha logrado acumular en sus 2 años de actividad, lo que le ha permitido conectarse con otras personalidades del medio. “Cuando se me acercan las personas y me dicen: ¿Mire usted es la del tik tok?; si yo soy respondo. O sea, yo con orgullo puedo decir que yo soy la barrendera de San Salvador”, asegura Orellana.
Mirna y Katherine a pesar de las dificultades del tiempo, siguen enfrentando los problemas con la frente en alto. Sus historias forman parte de la lucha que las mujeres hacen cada momento para superar las barreras de la sociedad, sin importar lo que digan los demás.